El autor del blog Vida binaria plantea la necesidad de repensar qué es la agenda nacional y popular y cómo se traduce en crecimento político. Se interroga sobre la esterilidad de ciertas acciones que no convencen a ningún «vecino» y sentencia: «Una cosa es durar, pero otra muy distinta es crecer. Y crecer debería ser la preocupación diaria de este espacio que parece achicarse.»
Las posibilidades de que se mantenga la capacidad de gobernar de la presidenta Cristina Kirchner hasta el 10 de diciembre de 2011 son ciertas. La Argentina sufre la crisis internacional, con sus correlatos en el nivel de actividad y el empleo, pero al estilo de una recesión más bien clásica, sin las reacciones en cadena de las crisis terminales que marcaron la suerte de los gobiernos de Raúl Alfonsín ni de Fernando de la Rúa. La masiva salida de capitales que sufrió el país en los últimos dos años fue contrarrestada por la fortaleza de los sistemas monetario y financiero, una de las obsesiones históricas de Néstor Kirchner -la libretita con las anotaciones sobre las reservas-.
Sin que nadie pueda mostrarle la puerta de salida, para sostener esa capacidad política, el Gobierno tendrá que lograr una serie de acuerdos, sobre todo al interior del PJ. A eso puede sumarle en temas puntuales el apoyo de algunos sectores del centroizquierda y -probablemente en otras cuestiones- el de la UCR, de gimnasia histórica para transar.
Un punto a tener en cuenta es la mala fortuna. Si uno viene flojo o no está metiendo el primer saque, puede pasar alguna cosa que se convierta en desestabilizadora. Eso le pasó por responsabilidades propias al gobierno interino de Eduardo Duhalde. (Falta de) Virtú o fortuna pueden combinarse de formas imprevisibles.
Ahora, mientras tanto, ¿qué hacemos con la agenda del espacio «nacional y popular»? Porque acá hay, al menos, dos interrogantes:
1) La negociación ¿va a ser para que de dos y media que cedo me dan una para la «agenda nacional y popular» o va a ser solo para «durar» (copyright de Revista Barcelona)?
2 ) Aun si hubiera «concesiones» de la oposición que permitan avances concretos para la agenda de este espacio ¿cómo se traduce a su vez eso en crecimiento político?
Para explicarse un poco: el kirchnerismo bien puede ceder lo que haya que ceder y diluirse en las aguas del PJ para llegar tranquilo a 2011. Llegar, sin ser lo que era, pero llegar. Por ahora parece que no será así, pero nadie asegura lo contrario. Daniel Scioli parece haber dejado de ser kirchnerista. ¿Qué queda del kirchnerismo entonces? ¿Y de su agenda?
Yendo al punto dos, digamos que siempre me acuerdo de la publicidad electoral oficialista. Aquella de Nosotros hacemos. A mí en lo personal me pareció muy buena. Me acuerdo de la familia esa que se comía un asado dominguero y lo mostraba a la cámara. No se mentía ni un poco en esa publicidad. Ahí están los asados donde no los había. Ahora,¿cómo se hace para atar los asados con los votos? ¿Cómo se hace para atarlos a más votos que antes?
Acá hubo gente que recibió la ley de movilidad jubilatoria, que le asegura dos aumentos de los haberes por año, que votó a lo más opositor posible al Gobierno. No sólo eso: están los que accedieron a la moratoria previsional y son jubilados y antes no lo eran e igual votan al candidato de «alica-alicate». Para no decir la chorrada de votos que el espacio «nacional y popular» no pudo interpelar en zonas de plena clase media baja o más baja aun del conurbano.
En un contexto en el que, si bien no hay crisis terminal, la paritaria de este año la está fijando Techint con su negativa a arreglar con la UOM, antes que el gremio de los Camioneros, como ocurrió los últimos cuatro años, por lo menos, se me ocurren un par de líneas para pensar esto.
Primero, repensar qué es la agenda nacional y popular. O mejor, enfocarla. Si nos fijamos, muchas de las medidas que suscitaron adhesión durante el primer kirchnerismo fueron medidas «macro». No eran «el tema de la minería», justamente, pero digamos que iban de la mitad de la pantalla hasta la alta política. Los actos por los derechos humanos, la renovación de la Corte, la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, la negociación de la deuda, las estatizaciones de empresas privatizadas, incluso la estatización de las AFJP, y en muchos casos ciertas obras públicas son cuestiones que a mí me parecen todas buenísimas y necesarias, pero no sé a cuánta gente le tocan la vida diaria.
Que las hubo, eso sí: por eso menciono los aumentos jubilatorios. Puedo agregar la derogación de la ley de FlexibilizaciónLaboral, la eliminación de los tickets canasta, el plan Remediar. Pero los asados llegaron por la situación económica, en la que el Gobierno tuvo mucho que ver -para mí no existe lo del «viento de cola» o el «veranito»- aunque de manera «indirecta».
Entonces, las cosas deberían bajar más concretas, más cerradas. Sea en forma de planes sociales o de beneficios claros para acceder a una vivienda o de algo nuevo que suceda en las escuelas.
Y lo mismo debería pensarse con respecto a la agenda «política» del espacio nacional y popular. Honduras nos preocupa a todos y algo hay que decir, las bravuconadas de algún dirigente agropecuario preocupan e irritan, claro, las directivas represivas de la policía macrista debe ser repudiadas. Pero con eso no se suma, eh. No se convence a ningún «vecino», me animo a decir. Y para levantar cuando se viene en baja hay que sumar. Una cosa es durar, pero otra muy distinta es crecer. Y crecer debería ser la preocupación diaria de este espacio que parece achicarse. Crecer sumando un dirigente, un referente social, un afiliado, un adherente, un compañero, un votante.
Como nota al pie de todo esto, por más que ya aburra, hay que decirlo, está la comunicación. Me hablaban el otro día de un intendente del conurbano que en sus buenas épocas hacía reuniones abiertas con vecinos en las que recibía reclamos. La poda de un árbol, ponele. A las 8 de la mañana del otro día, después de que te hubieran dejado el árbol podadito, el intedente te tocaba el timbre de tu casa para decirte: «ahí está listo el tema, ya lo arreglamos, ¿lo ve?». ¿Lo vemos?