Debido al delicado estado de salud del vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires, Alberto Balestrini, el escenario político matancero se ha precipitado y todos los actores comienzan a mover sus fichas. Fernando Espinoza, Daniel Castro, Julio Rubén “el Negro” Ledesma, Juan Carlos Sluga y la “Multisectorial de La Matanza” del Grupo A.
La Matanza es el municipio de mayor peso electoral en la Provincia de Buenos Aires y, en términos proporcionales, el más importante del país.
Con más de dos millones de habitantes y un padrón que ronda los 800 mil votantes, es determinante para el resultado general de cualquier elección nacional. La paradoja del distrito es que su importancia política no se traduce en su infraestructura ni en sus recursos presupuestarios: La Matanza tiene aproximadamente la mitad de población que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y casi la duplica en superficie, sin embargo, mientras que la capital cuenta con 33 hospitales, el municipio que gobierna Fernando Espinoza cuenta con apenas cuatro nosocomios. El presupuesto matancero, sumándole la inversión nacional y provincial, alcanza los 1500 millones de pesos. Tierra del Fuego, para sólo 140 mil habitantes, dispone de dos mil millones.
Podríamos seguir enumerando las inequidades que asolan a este gigante dormido, pero se nos acabarían los ocho mil caracteres que disponemos para hacer la nota en meras enumeraciones aritméticas.
En términos políticos, desde 1999 hasta hace unos meses, La Matanza tenía en Alberto Balestrini un liderazgo político indiscutido.
Como es de público conocimiento, el grave problema de salud que afecta al actual vicegobernador, no sólo ha impactado en la interna del Partido Justicialista del Provincia de Buenos Aires, sino que también ha repercutido negativamente en este distrito.
Daniel Castro, presidente del Concejo Deliberante, definió de manera impecable a Revista Zoom, cuál era el rol de Balestrini en todo ese complejo entramado político que es el pejota matancero: “Balestrini era el paraguas de todos nosotros. No es que con su ausencia temporaria el peronismo de La Matanza vaya a sufrir algún daño. Pero algunos compañeros se van a mojar, y parece que el agua mucho no les gusta”.
¿A qué viene todo esto? Es que con este panorama, como diría el gran Mario Wainfeld, “las intrigas de palacio” auguran cierta caída en desgracia del actual Intendente Fernando Espinoza, y coinciden en señalar al Jefe Comunal como único artífice de su propio destino: las mezquindades políticas en las que ha incurrido, sumadas a la falta de dinámica de su gestión, han dado como resultado que hasta el mismísimo Néstor Kirchner repare en la situación que atraviesa el distrito.
Históricamente, Espinoza ha sido bastante reacio a abrirle el juego a los Movimientos Sociales. Eso, dicen en el Gobierno, podía perdonarse cuando Balestrini gozaba de buena salud y las únicas alternativas piqueteras eran Luis D’Elía y Jorge Ceballos. Pero ahora, con el Movimiento Evita y otras organizaciones más afines al kirchnerismo desplegadas por todo el Conurbano, la avaricia política del Intendente es imperdonable.
Los Protagonistas
Daniel Castro es un dirigente del balestrinismo puro. Se trata de un hombre con una historia de vida muy especial: es un ex oficial de la Fuerza Aérea que pidió la baja siendo muy joven: en diciembre de 1982, con solo 22 años de edad y luego de ver cómo se comportaron sus superiores en la Guerra de Malvinas, decidió irse.
A la edad en que muchos jóvenes todavía están abandonando la adolescencia, Castro ya había vivido una de sus vidas.
En 1984 entró a trabajar como empleado administrativo en el Mercado Central, y a partir de allí comenzó a interesarse por la actividad política y sindical. Pero a principios de los noventa, cuando el pierrismo tomó el control del Mercado, Castro se fue. Más o menos para esa época conoció a Alberto Balestrini, con quien transitaría un largo camino de militancia política que llega hasta nuestros días.
Es Concejal desde 2003, y en 2005, cuando Espinoza asumió la Intendencia por la ida de Balestrini a la Cámara de Diputados, Castro fue electo Presidente del Concejo Deliberante por sus propios pares. Desde entonces, es el hombre clave de Alberto Balestrini en el distrito, y por estos días, en privado, ha dado la orden a los suyos de que el balestrinismo no puede ceder ni un centímetro de las posiciones de poder que conserva en La Matanza.
Castro estuvo reunido con Néstor Kirchner en Olivos a fines de julio, y en esa reunión habría recibido el visto bueno del ex presidente para encarar un armado propio en el distrito, y al mismo tiempo empezar a caminar la Provincia en busca de apoyos para una eventual candidatura suya en 2011. Y acá viene el dato curiosísimo que tenemos para dar: después de reunirse con un par de Intendentes históricos del Conurbano, Castro se reunió el viernes pasado, nada más y nada menos que con Pablo Bruera, el Intendente de La Plata que hasta hace algunos meses muchos daban como fuera del kirchnerismo.
Otro de los protagonistas en esta historia interna del justicialismo de La Matanza, es Julio Rubén “el Negro” Ledesma.
Ledesma maneja una estructura gremial silenciosa pero fenomenal. Es el histórico Secretario General de la regional oeste del Sindicato de Empleados de Comercio, y un alfil del peronismo matancero que no puede ser descartado en ninguna de las disputas interna del Partido. En realidad, si hacemos una analogía seria de Ledesma con el ajedrez, más que alfil es un caballo, porque en los últimos años ha realizado algunos movimientos en el tablero político, que no siempre fueron lineales.
Ledesma fue el primer dirigente de peso en el Conurbano que le dio crédito a la candidatura presidencial de Néstor Kirchner, allá por noviembre de 2002, cuando el entonces gobernador de Santa Cruz tenía una intención de voto del 2 por ciento en La Matanza.
Ledesma organizó el primer acto multitudinario del kirchnerismo en el Conurbano, y era su referente en La Matanza. Para su desgracia, Kirchner terminó acordando con Eduardo Duhalde, y como el combo duhaldista incluía a Alberto Balestrini (que hasta entonces se había cortado solo y apoyaba la candidatura de Adolfo Rodríguez Saá), el dirigente mercantil tuvo que conformarse con una banca en la Legislatura provincial primero, y otra en el Congreso nacional dos años después.
Aún herido por no haber sido el “elegido” de Kirchner, en 2007 tomó venganza y se fue con Francisco De Narváez.
Con Unión-Pro renovó su banca el año pasado, pero al poco tiempo anunció que abandonaba ese bloque. Cuando en el entorno del diputado colombiano lo acusaron de “panqueque”, Ledesma se defendió diciendo que nadie lo podía acusar de haberse ido de un lugar en el que nunca había estado, y aclaró, textual “en ese bloque, algunos diputados me veían cara de inodoro. Por eso me fui”.
Juan Carlos Sluga, líder de la Federación de Trabajadores Municipales, es otro de los que históricamente ha aspirado a ocupar el sillón de Ricardo Eastman (N. de Autor: el primer Intendente de La Matanza). Sluga es un hombre de muy buena llegada con dirigentes históricos el kirchnerismo como Oscar Parrili y Carlos Zanini, pero actualmente se encuentra bastante abocado a la conformación de la Federación Sindical que encabeza, donde le disputa a Alfredo Atanasoff la representación de los trabajadores municipales de la República Argentina.
La estructura político-sindical que lidera Sluga también es muy importante, pero por ahora no se muestra muy proclive a involucrarse en una pelea interna de la que pueden salir algunos heridos, y que en estos momentos suma muy poco al contexto general.
Sluga, además, tiene fama de hombre orgánico y leal a las decisiones partidarias, con lo cual por ahora simplemente se muestra como un custodio de las decisiones que se tomen en la cúpula partidaria.
Por supuesto que, todavía, la suerte no está echada para el Intendente Fernando Espinoza. Nadie descarta que ante la falta de opciones consolidadas, el kirchnerismo decida indultarlo y darle la oportunidad de renovar su mandato. En esta historia, más que nunca, habrá que seguir el consejo de Juan Perón y “desensillar hasta que aclare”.
Por último, vale la pena contar una bizarreada política de la oposición. En el medio de todo este panorama, los pescadores que quieren hacer ganancia con el río revuelto están al acecho. Habida cuenta de la importancia electoral que tiene el distrito, La Matanza es (o debe ser, supongo) el único Municipio de todo el país en el cual en Grupo A funciona más o menos de manera articulada. Se trata de la “Multisectorial de La Matanza”, un espacio político en el cuál conviven desde la Corriente Clasista y Combativa hasta el Peronismo Federal, pasando por el ARI, Proyecto Sur y el MST. Increíble ¿no?