En medio de la profundización de los cambios impulsados por el primer gobierno indígena del altiplano, la llegada de Néstor Kirchner a Santa Cruz de la Sierra el 19 de octubre significó un potente espaldarazo para ahuyentar los fantasmas de desestabilización que impulsan opositores locales y extranjeros contra Evo Morales. El acuerdo energético que firmaron los presidentes de la Argentina y de Bolivia es de una gran magnitud e importancia para la economía de los dos países y garantiza a la Argentina la provisión de 27,7 millones de metros cúbicos diarios de gas natural por espacio de 20 años.
La nueva diplomacia energética articulada entre Buenos Aires y La Paz abrió un nuevo capítulo que le da oxígeno económico al nuevo gobierno boliviano a cambio de una gran dosis de gas a la potencial crisis energética que la Argentina tiene en ciernes, a raíz de su crecimiento y la falta de inversión en el sector energético local para hacer frente a una demanda de provisión energética que requiere más recursos, para aprovechar una coyuntura económica en donde la industria ya funciona por encima de su capacidad instalada.
Nadie puede negar que la firma entre Kirchner y Morales sea un acontecimiento histórico que va mas allá del gas, aunque éste sea uno de sus componentes, que está abriendo las puertas de una nueva relación bilateral. Bolivia y Argentina necesitan mucho más que un acuerdo energético. Hasta ahora han firmado acuerdos en materia migratoria, llamado Patria Grande; en materia de infraestructura -a un costo a cargo de la Argentina-, la construcción del puente Salvador Mazza-Yacuiba, además del envío de 60 funcionarios del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en todos los departamentos de Bolivia.
«Siento admiración por el trabajo que están llevando adelante. No desmayen ante las primeras trabas, mucha fuerza, mucho coraje y mucha pasión y decisión por la construcción de un nuevo tiempo», dijo Kirchner mirando a los ojos a Morales, ante más de 4000 personas congregadas en Coliseo Gilberto Pareja de Santa Cruz de la Sierra.
Las «trabas» a las que aludió Kirchner son los obstáculos que están poniendo las empresas multinacionales petroleras al proceso de nacionalización de los hidrocarburos. Pero eso no es todo. También se suman las consecuencias de la crisis en la mina de Huanuni que hace quince días desembocó en la muerte de 16 trabajadores, y la oposición de los terratenientes del sur próspero al proyecto de distribución de las tierras ociosas encarados por la actual administración.
Las palabras de Kirchner fueron una crítica implícita a los sectores empresarios. Les advirtió que «si algunos pícaros no hacen las inversiones que tienen que hacer, no tengan dudas de que la Argentina va a estar ayudando en las inversiones que correspondan. Venimos a hacer un acuerdo serio, pero firme. Si los que no hacen las cosas que tienen que hacer o los que las tienen que hacer quieren tomar caminos de extorsión, sepa el pueblo boliviano que la Argentina los va a ayudar a consolidar las reservas tan importantes que tienen».
Evo resaltó la «lucha del pueblo boliviano» para cambiar la Ley de Hidrocarburos, que permitió mejorar sensiblemente los ingresos del país. «Gracias a la lucha del pueblo boliviano se cambió la ley de hidrocarburos y ha mejorado los ingresos del país. Antes de la modificación de la ley, los ingresos por petróleo y gas no pasaban los 250 millones de dólares, después de la modificación pasan los 500 millones. Ahora, tras la nacionalización decidida el primero de mayo pasado, en un año pasarán a ser 1.000 millones de dólares».
El mensaje estaba dirigido al corazón de sus opositores, que observaron a Morales y a Kirchner desde abajo del escenario montado en el Coliseo Gilberto Pareja, en una platea especialmente montada en el campo de juego con un estricto cordón policial. Allí estaban los principales funcionarios departamentales, encabezados por el prefecto Rubén Costa, un declarado opositor contra el gobierno del MAS. Desde el momento en que anunció la decisión de distribuir entre la gente de escasos recursos las tierras improductivas de la región, Morales mantiene serios enfrentamientos con este sector.
La tensión ha sido mayor desde que Evo denunció que el comandante de la policía le advirtió que «veinte especialistas, militares veteranos, habían venido de Santa
Cruz» para asesinarlo. El mandatario hizo estas declaraciones durante una entrevista con el periódico francés Le Monde, publicada justo antes de una concentración que se celebró en La Paz al cierre del primer Encuentro de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala (América). Morales explicó en la entrevista que tuvo que utilizar un chaleco antibalas ante la existencia de una «terrible conspiración» en curso, en la que según denuncia está implicado el prefecto (gobernador) del departamento de Santa Cruz, Rubén Costas, transformado ya en uno de los principales dirigentes de la oposición.
Costas se sumó a sus colegas de Beni (noreste), Pando (norte) y Tarija (sur) en un paro cívico que cumplieron las cuatro regiones de la llamada «media luna», en rechazo a la postura del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) en la Asamblea Constituyente.
Al respecto, el diputado César Navarro, del MAS, señaló que en los informes conocidos en el palacio de gobierno se hablaba de «la intención de algunos sectores ultra-radicales de derecha que estaban con la intención de atentar el proceso democrático, (e) incluso atentar contra la vida del presidente Morales».
«Se recomendó que el presidente no asista más a las concentraciones masivas que han sido organizadas por diferentes sectores sociales, pero consideramos que la presencia de él es muy importante para una relación muy estrecha con los sectores sociales», aunque por prevención se decidió que «use chaleco antibalas».
En ese contexto, Evo aprovechó el espaldarazo de Buenos Aires para mandar un contundente mensaje a su frente interno al asegurar que su gobierno no firma «acuerdos secretos, sino de cara al pueblo y con el pueblo, para luego acotar que estaba «muy contento de escuchar que la Argentina está dispuesta a invertir para extraer el petróleo y el gas natural en territorio boliviano».
«Después de duras negociaciones acodamos ampliar el mercado de gas a la República Argentina», dijo el presidente boliviano, para luego agregar que “ser presidente de Bolivia es hacer buenos negocios para Bolivia y hemos empezado a hacer buenos negocios para Bolivia».
El acuerdo
La operación no es menor e implica uno de los primeros acuerdos de gran magnitud y a largo plazo que firma el nuevo gobierno del altiplano, mientras la relación con Brasil continúa tensa luego de la nacionalización de los recursos en manos de Petrobras, la empresa hidrocarburífera de bandera carioca que logró retener el control de la destilería más grande del país luego de una ofensiva diplomática que el gobierno de Evo resistió como pudo. En ese contexto llega el acuerdo con Buenos Aires.
Según un comunicado emitido por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolvianos (YPFB), el contrato firmado con Enarsa permitirá a la nación indígena ingresos por 32.300 millones de dólares a lo largo de veinte años y un adicional de 7.900 millones de dólares por la comercialización de hidrocarburos que se produzcan en el futuro en la planta refinadora en el sur del país.
«El contrato suscripto prevé la venta de 27,7 millones de metros cúbicos de gas diarios a partir del 1 de enero del próximo año, cifra que será alcanzada gradualmente hasta 2010, a un precio base de cinco dólares por millón de unidades térmicas británicas (BTU), cuyo valor podrá variar de acuerdo con una formula establecida», sostuvo el presidente de YPFB, Juan Carlos Ortiz.
El contrato contempla que el volumen de gas que Bolivia destinará a la Argentina hasta diciembre del próximo año será de 7,7 millones de metros cúbicos diarios.
A partir del 1 de enero de 2008 la provisión subirá a 16 millones de metros cúbicos y dos años más tarde, en 2010, debiera alcanzar los 27,7 millones de metros cúbicos.
En la actualidad, Argentina recibe 4,5 millones de metros cúbicos por día y si bien el documento no menciona en forma explícita la prohibición de vender gas boliviano a Chile, uno de las principales críticas surgidas desde sectores nacionalistas, el contrato hace referencia a «el compromiso de Enarsa en torno a que los volúmenes acordados serán destinados a satisfacer la demanda interna de gas natural a la República Argentina».
La firma del acuerdo llega en un momento clave del proceso de nacionalización. En los días previos a la llegada de Kirchner, el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera advirtió que «algunas petroleras» buscan dilatar las negociaciones para la firma de nuevos contratos, en un intento de conseguir que se amplíe la fase de 180 días estipulada en el decreto de nacionalización.
“Les decimos (a las petroleras) de una manera muy firme y respetuosa, pero nuevamente firme: las fechas no se van a mover», sentenció en ese entonces García Linera, mientras que el ministro de Hidrocarburos, Carlos Villegas, también apoyó la ofensiva al asegurar que de no llegarse a un acuerdo con las petroleras se aplicaría lo estipulado en la nacionalización, con lo que se impediría a estas empresas continuar sus operaciones en el país.
El decreto de nacionalización definió un plazo «no mayor a 180 días» para que las petroleras regularicen «su actividad, mediante contratos, que cumplan las condiciones y requisitos legales y constitucionales. Al término de este plazo, las compañías que no hayan firmado contratos no podrán seguir operando en el país», prevé la medida.
Desde entonces el país andino -que posee las segundas mayores reservas de gas natural de la región- mantiene negociaciones con la multinacional Repsol-YPF, la brasileña Petroleras y la francesa Total, entre otras. Esto ha desatado maniobras y los peores oficios de “las multis” para impedir la concreción de acuerdos que las obligue a pagar a los bolivianos lo que les corresponde por el valor de su subsuelo nacional.
En Buenos Aires, el mercado mostró una coyuntura favorable para las inversiones en el país, por lo que las preocupaciones en torno de la crisis energética disminuyeron un poco gracias al acuerdo firmado para el suministro de gas. Hasta el director del Grupo Techint, Luis Betnaza, salió en respaldo de los acuerdos alcanzados: «Se está cerrando un convenio con Bolivia para facilitar la posibilidad de incorporar entre 20 y 27 millones de metros cúbicos diarios de gas para lo cual pareciera que las gestiones del ministro De Vido han llegado en término», dijo Betnaza en el marco de la 12da Conferencia Industrial Argentina.
El directivo del principal grupo siderúrgico argentino consideró que tales gestiones «van a ser coronadas con un acuerdo entre el presidente (Néstor Kirchner) y el presidente de Bolivia, Evo Morales» y opinó que sería importante para el país «cumplir la tarea de la producción de gas».
El escueto mensaje no es menor y si bien hay muchísimo dinero en juego, las palabras del principal fabricante de caños sin costura para gasoductos, resultan un contrapeso favorable en la puja que mantiene el gobierno de Evo con las multinacionales energéticas y con el gobierno de Brasil.
Hacia el mar
Para el economista y director de Enarsa, Aldo Ferrer el acuerdo firmado se trata de «un paso muy positivo porque los dos gobiernos convergen en una solución conveniente:
Bolivia necesita producir y exportar junto con apoyo financiero, mientras que Argentina puede hacerlo y esto le permite ampliar a su vez, el abastecimiento de gas».
También remarcó la «importancia de la existencia de Enarsa» en este marco, debido a que actuará como «un instrumento en esta negociación porque le da al Estado un instrumento de
colaboración».
Para Ferrer, con el acuerdo «se establecen fuentes de abastecimiento externo para incorporar a la economía argentina, aunque es preciso seguir avanzando en el autoabastecimiento de otras fuentes energéticas que el país impone como hidrocarburos, hidroeléctricas, energía nuclear y energía no convencional con los biocombustibles».
En este sentido, el economista recordó que «Argentina tiene una matriz energética diversificada, la capacidad técnica industrial para desplegarla y cuenta con recursos financieros para llevar adelante los distintos proyectos que se están impulsando desde el Gobierno Nacional.
El cumplimento de estos proyectos van a permitir, junto con el programa con Bolivia, un crecimiento de la oferta de energía que acompañe el crecimiento económico, pero también es cierto que habrá que hacer un esfuerzo para racionalizar el uso energético como lo hacen los países industrializados». Por ejemplo, mencionó a los países que hicieron políticas «muy eficaces de ahorro de energía, que les permitió disminuir el insumo por producción lo cual fue una demostración».
En esa línea está Uruguay junto a Bolivia. Esta semana, los cancilleres de Reinaldo Gargano, y David Choquehuanca, anunciaron la decisión de crear un grupo binacional de trabajo para estudiar la posibilidad de instalar en territorio boliviano una planta transformadora de gas en energía eléctrica, que permita abastecer la red uruguaya. El propósito es «crear una empresa mixta de carácter estatal, para transformar el gas en energía eléctrica en Bolivia».
Además se comprometieron a seguir impulsando
la hidrovía Paraguay-Paraná para que pueda mejorarse su utilización por parte de Bolivia en el transporte de sus productos de exportación. Es que Bolivia tiene facilidades para el uso del puerto de la capital uruguaya, Montevideo, y el de Nueva Palmira, a 270 kilómetros, en la desembocadura del río Uruguay, configurando una virtual salida al atlántico para los bolivianos.
Aunque parezca una paradoja para un país que está a pocos kilómetros del Océano Pacífico, Bolivia cuenta a partir de ahora con una diplomacia energética a favor de su pueblo, que buscará salidas a todos los mares como quien busca alimento para sus hijos. Sin duda la salida al pacífico es, probablemente, uno de los puntos centrales de la política boliviana en los últimos 100 años, pero el conflicto limítrofe con Chile parece de lejana solución, al menos por ahora.
El 52 por ciento de los chilenos no está de acuerdo con iniciar conversaciones con Bolivia para que ese país tenga una salida al mar y el 54 por ciento rechazó que esa eventual salida al Pacífico pueda marcar el final de los desacuerdos con la nación andina.
Según una encuesta realizada por la consultora internacional Ipsos, los chilenos consultados consideran que Bolivia es la nación latinoamericana con la cual
Chile tiene las peores relaciones.
Con esa perspectiva no hay tiempo que perder. Tras el acuerdo con Argentina, Bolivia cuenta con un fuerte respaldo para multiplicar sus operaciones energéticas y transitar el segundo año del gobierno de Evo con un objetivo central: construir una coyuntura regional favorable que permita el marco para negociar una salida al pacífico.
Ver discurso de Néstor Kirchner en Santa Cruz de la Sierra
