No es con más PJ sino con mejor PJ que garantizaremos la profundización del proyecto político. Tampoco es diluyendo el FPV o subordinándolo a las tensiones del PJ que lo lograremos. La única garantía para conseguir ese objetivo, y con la mirada puesta no sólo en 2011 sino cuatro años más adelante cuando Cristina ya no pueda ser candidata, es fortalecer el armado transversal y darle programa, estructura, y organicidad.
La pelota quedó en poder de los dirigentes nacionales y populares.
El conmovedor “Gracias Néstor” y el contundente “Fuerza Cristina” del pueblo en la Plaza de Mayo y en la Casa Rosada demanda de esa dirigencia una respuesta urgente y clara que permita transformar número en fuerza, que permita a esa masa identificada con las políticas implementadas por Néstor y Cristina disponer de un espacio que los contenga, que les dé organicidad y que les ofrezca amplias y variadas formas de participación y niveles de compromiso.
Contra lo que algunos sostienen, el fenómeno político entendido como kirchnerismo es más que una expresión del peronismo. No es una corriente interna del justicialismo, y no debe serlo. Todo lo contrario, el peronismo es una parte, ciertamente hoy mayoritaria y decisiva, de este kirchnerismo entendido como corriente de opinión y voluntades, como proyecto, como identidad, no aún como organización política.
Es lo que se ha ido construyendo a partir del apoyo y la defensa de las políticas más importantes y decisivas impulsadas por Néstor y Cristina por parte de las organizaciones políticas, sindicales y sociales, peronistas y no peronistas, y que constituyen hoy el soporte militante del kirchnerismo. Y es lo que han demostrado los varios miles de personas, en su mayoría jóvenes, que sin haber sido jamás peronistas, sin haberse sentido jamás interpretados y contenidos por el peronismo, sí se sienten parte de esta nueva síntesis, se ofrecen para sostenerla, y exhortan a la Presidenta a que siga y vaya por más.
El peronismo ha tenido en sus 65 años de existencia distintas interpretaciones acerca de lo que expresa y contiene. Y entonces vemos un abanico de concepciones en su integración que van desde la izquierda más revolucionaria a la derecha más conservadora, y todas se identifican y se sienten peronistas.
En el kirchnerismo esa diversidad antagónica es incompatible con su propia existencia.
Es imposible concebir que puedan convivir en su seno aquellos dirigentes y sectores que se han manifestado y han trabajado en contra de la redistribución de la renta; de la recuperación de los fondos previsionales para el Estado; de la democratización de los medios audiovisuales y la eliminación de las posiciones dominantes de algunos grupos; del rol del BCRA y el uso de las reservas para liberar recursos para la inversión pública; de la Memoria, la Verdad y la Justicia, y el juicio y castigo a cada genocida y apropiador; del rol del Estado como impulsor de la actividad económica, del mercado interno y la generación de empleo; de la integración regional y de la UNASUR; y en contra de tantas medidas más que han impulsado ambos gobiernos kirchneristas y que son los ladrillos que van dando forma a un proyecto nacional y popular que se va consolidando y que se debe profundizar.
Es precisamente a través de la heterogeneidad del peronismo, a través de las estructuras del PJ, por donde ya intentan inocular y neutralizar al kirchnerismo. Con distintos argumentos y desde distintos focos de la derecha peronista, que abarcan desde el indisimulado oportunismo de algunos intendentes, pasando por el grosero viraje de algún ex gobernador (que ahora dice que un peronista debe estar donde está el pueblo pero desde la 125 sistemáticamente trabajó en contra de ese pueblo), hasta la pretendida instalación del poco confiable gobernador bonaerense como candidato de la unidad peronista, juegan ahora sus fichas a condicionar y vaciar de contenido el proyecto nacional y popular desde adentro.
El objetivo necesario e ineludible de ampliar la base política del kirchnerismo no se va a lograr recibiendo a esos traidores del peronismo que sistemáticamente se han manifestado y han obrado en decidida oposición a las políticas del Gobierno, y que se han ubicado claramente del lado del poder agromediático. No es abriéndole la puerta a un caballo de Troya, sobre todo cuando ése es tan transparente y permite ver con absoluta claridad lo que trae en su interior.
No es con más PJ sino con mejor PJ que garantizaremos la profundización del proyecto político. Tampoco es diluyendo el FPV o subordinándolo a las tensiones del PJ que lo lograremos. La única garantía para conseguir ese objetivo, y con la mirada puesta no sólo en 2011 sino cuatro años más adelante cuando Cristina ya no pueda ser candidata, es fortalecer el armado transversal y darle programa, estructura, y organicidad.
Cuando Néstor Kirchner planteó la transversalidad como necesaria ampliación de la base política de su proyecto, lo hizo a sabiendas de que la profundización de las contradicciones dejaría de nuestro lado a lo mejor y más combativo del peronismo, y en la vereda de enfrente a aquellos que con fraudulenta identidad peronista se dedicarían a combatir el modelo de desarrollo productivo con inclusión social y a defender los intereses del poder dominante que los sostiene.
La demostración más cabal de la necesidad de aquella transversalidad, y de su efectiva existencia hoy, queda plasmada en la multiplicidad de sectores políticos, gremiales y sociales que apoyan y sostienen el proyecto nacional y popular que conduce la Presidenta, y en el eterno dolor y enorme respaldo de esa peregrinación infinita, todo pueblo y diversidad, que expresó su agradecimiento e instó a continuar y profundizar.
Esa es la transversalidad que Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner a pura política y desafiando al poder han sabido parir.
La tarea es ahora canalizar ese aluvión de apoyo y transformarlo en fuerza organizada.
Hoy no sólo es una necesidad sino también una cierta posibilidad. Están dadas las condiciones para conformar ese gran frente nacional que plantean las plataformas del Frente para la Victoria, del Encuentro Nacional y Popular, de la Concertación Forja, y de innumerables partidos y organizaciones que comparten el rumbo iniciado el 25 de mayo de 2003.
Decíamos que la pelota quedó en poder de los dirigentes nacionales y populares.
Esperemos que sepan jugarla.