ESTAMOS PARA CUIDARTE
“Somos una policía cercana a los vecinos con tecnología de avanzada para combatir los delitos”. Este es el primero de los slogans con el cual Rodríguez Larreta presenta a la Policía de la Ciudad en su portal de internet, el segundo va en la misma sintonía y asegura risueñamente que están: “LISTOS PARA ACTUAR”. “Nos capacitamos constantemente para seguir mejorando la seguridad de los vecinos”, reza otra leyenda que forma parte de la gráfica. En otra de las fotos que ilustra la presentación, que invita a sumarse a la fuerza policial de la Ciudad de Buenos Aires, se lo ve al mismo Larreta de espaldas, ante un agente sonriente por los deberes cumplidos y a cumplir. Impresa sobre la imagen se lee: “CONÓCENOS y forma parte de este equipo, que vela por la seguridad de todos los vecinos”.
Sin embargo, muchos hechos desalientan depositar confianza en el supuesto cuidado y seguridad que pueda otorgar una fuerza de choque, involucrada en diversos casos de corrupción y delitos violentos, como lo es el robo a mano armada por parte de sus integrantes o de bandas delictivas formadas por los propios policías, que operan en los territorios de las en distintas comisarías. Las noticias sobre robos a mano armada cometidos por efectivos policiales no suelen tener mucha trascendencia y cuando lo hacen es por un tiempo fugaz en los medios hegemónicos ligados al larretismo y a la derecha en general.
A pesar de esas operatorias de silenciamiento, muchas veces se torna difícil barrer debajo de la alfombra. En su edición del 26 de marzo de 2019, el diario Popular en su portal de noticias de internet informaba la detención en el centro de Moreno de los policías Guillermo Ariel Zacaríaz, de la División Poder Judicial de la Nación de la Policía FederalArgentina (PFA) y Julio Ricardo Vázquez, de la comisaría 33 de la Comuna 3 de la Ciudad de Buenos Aires, quien estaba con licencia psiquiátrica en el momento de cometer el robo.
El arresto de ambos polichorros, se realizó minutos después del atraco y estuvo a cargo del personal policial motorizado de la Jefatura Departamental de Moreno, de la Policía Local y del Comando de Patrullas, que fueron alertados mediante un llamado al 911 sobre un robo en la inmobiliaria “Ruiz”, situada en la esquina de las calles Joly y Vera, de Moreno. Para perpetrar el atraco, contaron con la complicidad de Yamila Acuña, novia de Vázquez, quien meses antes había trabajado en la inmobiliaria y era conocedora de los movimientos internos del comercio. Antes de huir, dejaron atado al dueño de la misma, un hombre de unos setenta años, quien describió a Vázquez, como a un hombre de andar errático como para cometer robos a mano armada. Sin embargo, cuando los efectivos de la bonaerense, asignados al programa de saturación “Calles Seguras”, acudieron al lugar y los detuvieron después del llamado anónimo, constataron no solo las identidades, sino también el profesionalismo de los dos policías detenidos, a quienes le secuestraron dos pistolas -una calibre 38 y otra 9 milímetros-, un teléfono, un Nextel, 29.875 pesos, una credencial de la PFA, una chapa de pecho y bolsos con herramientas. También se incautaron de un Volkswagen Gol rojo, en cuyo interior había varios bolsos que contenían, entre otros elementos, una credencial de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), un cargador con 15 proyectiles, teléfonos celulares, herramientas de diversos tipos, una caja de seguridad de mano y una planilla con anotaciones. Entre otros delitos, Zacaríaz y Vázquez, fueron imputados por robo calificado por el uso de arma en poblado, en banda y el agravante de ser policías.
La operatoria de ocultación de los delitos cometidos por policías de la fuerza ciudadana muchas veces pasa por presentar las noticias como notas de color, es decir, como noticias intrascendentes que muestran un hecho anecdótico y que se usa para llenar espacio en las páginas impresas o se muestran con mínima información en sitios digitales de poca difusión. Así sucedió con la noticia del robo al dueño de un kiosco en la avenida Independencia y Dean Funes en el barrio de Balvanera, por parte de un efectivo de la Policía de la Ciudad, que aburrido de custodiar a un menor judicializado en el Hospital Ramos Mejía, salió a recorrer el barrio y al ver la oportunidad –según el saber popular la ocasión hace al ladrón- asaltó al kiosquero y a dos clientes ocasionales. El poliladrón fue detenido a los pocos metros por efectivos de la comisaría Vecinal 3B, pero en la escueta nota publicada por Telam, no se brindan datos identificatorios del agente apresado. El hecho delictivo ocurrió durante la noche del 30 de agosto de 2020.
También, unos días antes, el 8 de agosto de ese mismo año, en el barrio de Villa Urquiza, otro efectivo de la Policía de la Ciudad vestido de civil fue detenido después de haber asaltado con el arma reglamentaria otro kiosco, ubicado a ocho cuadras de la comisaría 12B en la cual había terminado de cumplir el supuesto servicio a la comunidad. El hecho lo llevó a cabo a las 22.40 –las horas de la noche vuelven a las víctimas más vulnerables- en el local situado sobre la avenida Triunvirato al 4400, donde ingresó exhibiendo una pistola 9 milímetros y se robó la recaudación. El ignoto policía, de quien no se brindó ningún dato identificatorio, fue apresado luego de un rastrillaje por la zona, mientras entraba al edificio donde vivía en el mismo barrio de Villa Urquiza. Lo cual habla también de cierta impunidad auto percibida y solo manifestada en una mentalidad psicopática; cualquier delincuente avezado tiene como norma no robar en el lugar donde vive. La noticia, tuvo como es debido, escasa repercusión en los medios.
En verdad se trata de ladrones poca monta, que parecieran obrar en la modalidad de robos al voleo, como el perpetrado por otro integrante de la Policía de la Ciudad, en la localidad de Derqui el 12 de enero de 2022, donde el también el anónimo policía que revistaba en la comisaría 53 y era vecino de la zona, asaltó a punta de pistola a la dueña de una verdulería, de donde se llevó un botín de escasos $4000; tras cometer el delito, se escapó en un Ford K color blanco. A partir del apoyo de las cámaras de vigilancia y del sistema de lectores de patentes, se constató que el auto usado para la fuga había ingresado al estacionamiento del Hospital Austral, ubicado en Ruta 234 y Alfonsina Storni. En ese lugar fue detenido. En su poder llevaba el dinero robado, una pistola 9mm marca Beretta con 13 proyectiles en el cargador, una munición en recámara y un chaleco antibalas marca FM modelo 3.2. También contaba con la Credencial de Policía de la Ciudad a su nombre. Intervino el Comando de Patrulla y la causa fue caratulada como «Aprehensión por robo calificado» por la UFI Nº4 de Pilar.
Estos hechos pueden ser considerados menores por las sumas de dinero robadas, pero no por ello faltos de gravedad por el hecho de por quienes son realizados. Al ser juzgados tienen penas muy graves, ya que se trata de robos calificados al ser cometidos por funcionarios que deberían velar por la seguridad pública. Si ya es grave la ocultación y el maquillaje perverso que se le da a este tipo de noticias desde los medios hegemónicos que manipulan la realidad a su antojo, qué se puede decir de cuando en el lugar del manejo maniqueo de esta información está involucrado personal con cargos jerárquicos, como comisarios y oficiales de mayor rango que cometen delitos de altísima gravedad e importancia, aún peores que los del policía que sale a delinquir de manera solitaria, amparado tan solo por la prepotencia de su psicopatía.
La constitución como fuerza de choque todopoderosa, más que como una fuerza policial que vele por la seguridad de los vecinos, tal vez sea una razón absurda, que lleve a un integrante de la Policía de la Ciudad auto percibirse como un ser inmune a ser alcanzado por la justicia, cuando se apresta a delinquir o delinque en solitario o en patota, muy al estilo de los Grupos de Tarea operativos durante la última dictadura.
El 24 de julio de 2021, un efectivo de la Policía de la Ciudad fue detenido acusado de haber cometido dos asaltos junto a un cómplice, en el partido de Avellaneda. Uno de los hechos se registró en el cruce de Arredondo y Condarco, de la localidad de Wilde. Las fuentes policiales informaron a la agencia Télam que personal del Comando de Patrullas Avellaneda fue alertado a través del centro de monitoreo, cuando observó a dos hombres, uno de ellos con ropa de la Policía de la Ciudad, descender de un Chevrolet Prisma negro. Después de bajar del vehículo, ambos asaltaron a un grupo de personas que estaba en la parada de colectivos, es decir, trabajadores y trabajadoras que regresaban a sus hogares o iban hacía sus lugares de trabajo. El destino les jugó una mala pasada y a pocas cuadras del lugar fueron aprehendidos por efectivos de la fuerza provincial.
Según las fuentes, uno de los acusados fue identificado como el oficial primero Norberto González, integrante de la División Operaciones Urbanas de Contención de Actividades Deportivas (Doucad) de la Policía de la Ciudad. En su poder, sus pares de la provincia de Buenos Aires secuestraron tres billeteras, cuatro celulares, 4.440 pesos, un cargador de calibre 9 milímetros con 17 municiones y dos tonfas o bastones de goma, entre otros elementos. Los voceros policiales de la Bonaerense, añadieron en ese momento que también investigaban si horas antes habían cometido un hecho de similares características en la misma zona. El polichorro González y su cómplice, quedaron a disposición del personal de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 1 del Departamento Judicial Avellaneda–Lanús en una causa caratulada como “robo agravado”. El mísero botín encontrado, tal vez, tenga un justificativo en la altura del mes en que fue cometido el delito.
Sea de manera individual o en banda, los robos a mano armada cometidos por integrantes de la Policía de la Ciudad, dada su numerosidad y más allá de las prácticas de encubrimiento político y mediático que opera la gestión de Larreta, deberían ser tenidos en cuenta y registrados por las estadísticas criminales, ya que no se trata de casos aislados. El sábado 21 de junio de 2021, en el partido de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires, efectivos de la policía y miembros del Grupo Táctico de Operaciones arrestaban a otro miembro de la Policía de la Ciudad, el cual fue interceptado en un vehículo sospechoso de distintos delitos denunciados en la zona. El auto fue interceptado en la colectora de la ruta 205 entre las calles Ñandubay y Las Lilas, en la localidad de La Unión de ese partido. El apresado, tan anónimo como la mayoría de los policías apresados en esas contingencias delictivas, ostentaba el grado de Oficial en la Policía de la Ciudad y en el baúl de su auto guardaba una pistola 9 milímetros, cargadores, esposas, teléfonos celulares, chalecos antibalas y otros seres enseres ligados al doble trabajo de policía y atracador.
INTERROGANTES
El 30 de mayo de 2018 los portales de Infobae y La Nación informaban del allanamiento a la comisaría 33 en el barrio de Belgrano, el título y el lugar no dejaban de ser impactantes. La comisaría integraba dos años antes el circuito de comisarías de Belgrano; Coghlan y Saavedra, implicadas en la recaudación ilícita de coimas y protección a comerciantes, por el cual estuvo detenido y fuera dado de baja de la fuerza el primer jefe de la misma, José Carlos Potocar, luego absuelto en una resolución cargada de polémica.
El motivo del allanamiento realizado por un grupo de funcionarios de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) fue debido al presunto robo de una importante suma de dinero, en el que parecían estar implicados unos diez efectivos de esa seccional, quienes fueron detenidos, y algunos de los cuales fueron liberados tras una indagación de rutina, después de acudir al salvataje de un ciudadano francés, vecino de la zona, que habría querido suicidarse. En realidad las informaciones que circulaban estaban cargadas de aristas confusas, algunas daban al suicidio como concretado y del supuesto dinero denunciado por un amigo del suicida. La cifra también estaba envuelta con cierto manto sospechoso, ya que iba desde los 30 mil dólares a los 370 mil. Un vocero afirmaba ante las cámaras de televisión que cubrían el espectacular allanamiento: «La PSA aún no encontró ningún monto de dinero en ningún lugar». Y aclaraba la misma fuente de ese organismo a la cronista del diario La Nación: «Son falsas todas las imágenes que se están difundiendo con billetes». Hacía referencia a imágenes que circulaban en las redes sociales, en las cuales se mostraban paquetes con dólares, pero en realidad habían sido levantadas del banco de fotos de Pinterest.
En el operativo también participaba personal de la Oficina de Transparencia de la Policía de la Ciudad en calidad de veedores, mientras que el allanamiento fue pedido por el juzgado Nacional y Correccional Nº 41 a cargo de un viejo conocido de la comisaría, el juez Ricardo Luis Farías, el mismo que dejara en libertad bajo fianza a José Pedro Potocar. Tanto Larreta, como Diego Santilli y Marcelo D’Alessandro, ministro de Seguridad del gobierno cambiemita, se desvivían por aclarar qué se trataba de una falsa denuncia y a las pocas horas la noticia dejó de ser emitida y nada más se supo de los diez policías posteriormente liberados por Farías, ni quién o por qué razón, alguien realizó una denuncia tan grave por sus características, que ya de por sí, requieren un grado muy alto de audacia para realizarla.
Si el hecho de la comisaría 33 aparece como sospechoso y sombrío a ojos vistas, no lo es menos, el video difundido por el canal de Crónica TV, en la plataforma Youtube el 9 de enero de 2021. En un informe periodístico de catorce minutos brindado por los periodistas Armando Frascarelli y Gustavo D´Elía, se daba cuenta del allanamiento y detención del comisario, subcomisario y cuatro oficiales mayores de la División Sumarios y Prevención de la Policía de la Ciudad, cuya sede se encuentra en Avenida de los Inmigrantes al 2200, en la comuna 1. La división entre otras cosas, se encarga de coordinar el trabajo operativo de todas las brigadas que deberían prevenir el delito en el área metropolitana, por lo cual manejan una información privilegiada, acerca de sumas de dinero, movimiento de remesas de empresas y particulares, como así también de horarios y personal de empresas y comercios.
Sobre la plana mayor de la comisaría y los oficiales detenidos, de quienes tampoco se divulgaron sus nombres, pesaba una denuncia por extorsión y otras por robo a mano armada. Desde el momento en que comenzaron a operar como banda, en el cual tampoco se privaron de realizar arrebatos en una moto Honda 250, que también fue secuestrada en el allanamiento, habían reunido un botín de $2.000.000. Durante el operativo realizado por la PSA, se encontraron otros elementos que coincidían con la investigación que incluyó escuchas telefónicas, lo cual nos dice que no se trataba de un operativo menor, ya que el mismo incluyó tecnología sofisticada para realizar el espionaje telefónico. Sin embargo, la promesa de “ampliaremos”, como siempre promete el canal de noticias, no se cumplió y la noticia tampoco fue difundida por otros medios y portales. Cabe interrogarse entonces, acerca de qué modo el gobierno de Larreta, en estos casos, silencia desde el poder político, la difusión de noticias que involucren a los integrantes de una policía a la cual se quiere presentar como modelo, pero en la que a diario sus integrantes cometen delitos de toda naturaleza, en ese sentido, vale también preguntarse irónicamente: ¿De la policía, quién nos cuida?