Arde la ciudad…

La gestión Macrista en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires después de 29 meses.

Las últimas noticias sobre el gobierno porteño no hacen más que confirmar lo que venimos sosteniendo desde el primer día que asumió Mauricio Macri, que iba a ser uno de los gobiernos más reaccionario y descarado que haya tenido la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en su corta vida institucional.

Casi a modo de balance queríamos marcar los datos positivos que puede tener cualquier gobierno pero no encontramos ninguna política sustantiva, algún hecho central que tenga peso, pese a que repasamos con gran esfuerzo los 29 meses de “gestión”. Sin embargo, cuando de errores se trata, la lista es interminable.

Lo primero que recordamos es el impuestazo, ni bien se acomodo en sillón de la calle Bolívar 1. A eso le siguió el despido de 2400 empleados municipales y la revisión de 18.000 casos que supuestamente eran “ñoquis”. Por esos mismos días de principios de enero de 2008, Macri vetaba la ley que promovía la fabricación estatal de medicamentos a bajo costo en beneficio de la salud pública e intervenía la obra social de los municipales (OBSBA). Otra medida popular que, como tantas que impulsó, no tuvo mayor acatamiento, fue la iniciativa para que en los hospitales públicos de la Ciudad sólo puedan atenderse ciudadanos de la capital, y suponemos que si eran “blancos” mejor. Asimismo, propuso que las manifestaciones que se hicieran fueran notificadas al gobierno de la Ciudad y que éste las autorizaría.

De los diez kilómetros de subte que haría por año, ni uno hizo. La gran obra pública que se vaticinaba sólo quedó en negociados para empresas amigas y un “bacheo” bobo que complicó aún más el tránsito por la ciudad, arreglando muchas calles cuatro veces en dos años sin razón alguna.

Llegó junio de 2008 y el Instituto de Vivienda de la Ciudad anunciaba que no daría más planes de viviendas y sólo ofrecería créditos. De esta forma comenzaría un nuevo negociado de la “gestión” Macri ahora con la urbanización de las villas. En julio llegaría la alarma por el desabastecimiento y el estado de emergencia de muchos hospitales porteños, entre ellos uno de los más importantes y que más pacientes atiende como el Hospital Argerich. Se hacía costumbre para el gobierno PRO una macana por mes. El siguiente estaría marcado por sobreprecio en obras públicas, problemas edilicios que llevarían a conflictos en los secundarios porteños y “listas negras” a los jóvenes alumnos que tomaban el colegio reclamando sus legítimos derechos a tener estufas y becas para poder estudiar. Septiembre sería el mes de los conflictos salariales con los docentes.

Octubre, momento del año en que las mujeres no quedan embarazadas y las personas no se contagian HIV, el gran Mauricio dejó de entregar preservativos gratis en los hospitales públicos. Pero quizás el hecho más significativo de este mes haya sido la aprobación en la Legislatura de la Policía Metropolitana, la misma que a partir del 2009 tendría al frente a Jorge “Fino” Palacios (procesado y encarcelado por el atentado a la AMIA), el “mejor policía de todos” y al que le “confiaría la seguridad de mi familia” como dijo el jefe de Gobierno.

Noviembre inauguró con la noticia de la muerte de un bebé. El juez Roberto Gallardo comprobó que el gobierno de Macri no cumplió con una orden judicial de dar asistencia médica las 24 horas en un centro de evacuados. Macri sólo tuvo que pagar 1500 por su responsabilidad. Además fue el mes donde quedó de relieve, en la discusión por el presupuesto para el próximo año, la esencia de las políticas de Macri: baja de recursos destinados a políticas sociales, baja a educación, a vivienda y a cultura.

En el 2009 hubo conflictos con los docentes nuevamente, los hospitales continuaron sin insumos, las calles con pequeñas obras de maquillaje, y a esto se sumó el traslado del Borda para un negociado, el grupo de tareas UCEP, el escándalo de la Policía Metropolitana. La lista es muy larga y la podremos completar entre todos. Para muestra sólo falta hace un botón.

Pero en toda esta recorrida las escuchas ilegales es el punto más alto, porque no es ya un problema de “gestión” sino de formas de hacer políticas que se asemejan más a las épocas oscuras de la dictadura que a la democracia alcanzada luego de tanto dolor. Y no sólo por la gravedad de espiar a adversarios políticos, parientes, etc, sino por la crisis institucional que se está desarrollando a medida que avanza la causa, que casi indefectiblemente terminará -como mínimo- en la interpelación del jefe de Gobierno. Y a un paso de la destitución. Si la Cámara le da nuevamente la derecha al juez Norberto Oyarbide el tiempo de Macri estará agotado.

Recordemos que Aníbal Ibarra, que ni siquiera fue procesado por la justicia ni llamado como testigo de la causa Cromañón, fue destituido por una componenda en la cual justamente el brazo legislativo del macrismo fue el eje central de esa maniobra.

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