Apertura y después

En este tiempo de verdades bien relativas y efímeras, que abrir de a poco no sea el origen de un pico de contagios. Por este motivo, el Estado y la responsabilidad social e individual van de la mano.

El Triunvirato que forman Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof a la hora de anunciar la evolución de la cuarentena, fue acompañado por tres gobernadores el 17 de julio: dos del norte (Chaco y Jujuy) y una del sur (Río Negro). Un poco de federalismo era necesario para ampliar un poco la mirada, siempre puesta en el AMBA. La graciosa escena de la gobernadora rionegrina Arabela Carreras -cuyo micrófono estaba muteado al comenzar a hablar-, podría tomarse como la metáfora de un país que no siempre escucha a las provincias, drama histórico en la Argentina y no privativo de gestiones de uno u otro color político. Un verdadero país federal debería nutrirse de la diversidad de vocabularios, énfasis y culturas enriquecidas en el intercambio. “Qué aburrido el acento”, me dijo mi mujer mientras hablaba uno de los gobernadores del interior. En contraste al tono pausado que el porteño percibe, el oriundo del interior remarca el hablar histérico de los habitantes del AMBA.
La diversidad aporta, enriquece y hasta pone a prueba nuevas formas de aceptación, removiendo prejuicios hijos del excesivo autocentramiento. Se oxigenó la conferencia de prensa habitual con aportes y nuevas voces, bienvenido. La amplitud lógica de la duración del mensaje no hizo mella sobre el cariz federal que tuvo.

El prólogo a la cuarentena estricta -que tuvo como lapso los primeros diecisiete días de julio-, se anunció con la reproducción de una grabación de los tres expositores, lo cual tal vez se traduce en la poca voluntad de responder en ese momento inquisiciones periodísticas. La vuelta atrás, el virtual retroceso pareciera mejor anunciarlo en diferido y las preguntas incomodan cuando todo es insuficiente para detener la caída económica: entre el IFE y los ATP se nos acabaron casi los cartuchos de las políticas sociales. Se perdonaron los impuestos y se otorgaron créditos a tasa cero. Pero un crédito significa endeudarse, y si bien la tasa es cero, muchas veces las ventas también lo son.

En cambio, a la hora de anunciar una etapa más promisoria (por llamarla de alguna manera) no se ocultó el cuerpo para exponer en directo los resultados de la cuarentena, que son innegables y constituyen la base de la argumentación que legitimó la apertura gradual de las actividades autorizadas. No una vuelta a la normalidad brusca, sino segmentada y avanzando día a día, semana a semana. La heterogeneidad manifiesta entre distintas regiones del país volvió imposibles las especificaciones, exponiéndose la postura general, pero dejando las resoluciones concretas en la letra chica de los decretos presidenciales y de las autoridades locales. Casi que se citó el Preámbulo, como lo hacía Alfonsín en su campaña electoral del 83, y en estos días es cuestión de internarse en el articulado de las disposiciones -a veces engorrosas- sobre cómo se implementará esta nueva fase en la lucha contra la pandemia.

Más allá de todo, lo que quedó claro fue la fundamentación de una apertura. Como en los torneos cortos de la poco ortodoxa Asociación del Fútbol Argentino, el torneo Apertura se jugará en la segunda parte del año, habiéndose disputado el Clausura (o cuarentena rígida) en la primera. Apertura que puede ser vista de diferentes formas: como una muestra de que la cuarentena se hacía insostenible, con las autoridades cediendo a la presión social; pero también, como la planificación y cumplimiento de las fases que se tenían previstas desde un principio y fundamentándose en los datos. Hasta podríamos concluir que hay verdad en ambas proposiciones. Incluso podría argumentarse que, en todo caso, el Presidente tuvo la habilidad de presentar como resolución lo que la sociedad ya estaba ejecutando en su desenvolvimiento diario, con una cuarentena relativamente cumplida en los últimos días. Este Estado, como cualquier otro, no tiene la capacidad de controlar acabadamente a cuarenta millones de personas, por más que instalemos la aplicación Cuidar en el celular. No se puede poner un policía en cada esquina para preguntar a cada transeúnte si está concurriendo al comercio de proximidad o qué diablos está haciendo en la calle. Se vuelve entonces necesario conjugar el esfuerzo de la sociedad y del Estado, actuando en conjunto para superar este momento extraordinariamente difícil y adverso.

La apertura, y sus riesgos, incluye la posibilidad de volver atrás. Como dijera en su inolvidable canción el inmortal Homero Manzi, la imagen del “paredón y después”. La clausura, el límite de la pared y la apertura hacia lo desconocido.

Arriesgando un poco más, con el número de casos creciendo pero el ritmo de contagios insinuando una meseta. Todos esperamos, en este tiempo de verdades bien relativas y efímeras, que abrir de a poco no sea el origen de un pico de contagios. Por este motivo, el Estado y la responsabilidad social e individual van de la mano. Paso a paso. No será sencillo, ya que hay necesidades sociales urgentes que vuelven difícil la circunspección y la reflexión, pero el primer paso se dio el viernes 17. La comunicación y organización de las nuevas disposiciones exigirá capacidad de comunicación, claridad en el mensaje, permeabilidad y empatía. Y la capacidad de avanzar y retroceder sin frustrarse. Una apertura que no quiere ser un salto al vacío sino que significa el empezar a planificar un después que, de una vez por todas, sea para todos y todas.

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