Después del impacto que generó en las primeras horas el triunfo electoral de Javier Milei, llegó una frenética semana de anuncios, rumores, designaciones, desmentidas y marcha atrás, que van dejando una estela de aún más confusión de cara al nuevo gobierno que asume el próximo 10 de diciembre.
Pero más allá de la incertidumbre asoman algunas pocas –pero no por eso menos preocupantes— certezas. El gobierno de Javier Milei (y de Mauricio Macri) avanzará sin sorpresas en dos caminos que el libertario había anunciado en campaña: el ajuste y la entrega del patrimonio nacional.
Los primeros movimientos y trascendidos que deja ver el hombre de los perros clonados y sus allegados muestran por un lado que su plan de gobierno aprendió de la experiencia fallida del macrismo y avanzará apresuradamente con propuestas de recorte, achicamiento del Estado y las recetas de ajuste de siempre del neoliberalimo, pero esta vez con motosierra y no con bisturí.
Sin embargo, muchos de los anuncios de campaña empiezan a desteñirse de la mano de la real politik y el pragmatismo que la delicada realidad argentina impone. El plan de reducción del gasto choca de frente con una ya complicada situación social que amenaza con estallar ante los primeros aprietes del liberal.
Así, el anuncio de la posible eliminación de los aguinaldos a empleados públicos fue puesto en duda por el mismo equipo de Milei al día siguiente, la eliminación de ayudas sociales no apareció todavía entre las medidas anunciadas, y el recorte de la obra pública fue cuestionado hasta por algunos gobernadores de Juntos por el Cambio.
Habrá que ver hasta dónde avanza teniendo en cuenta que, como se advirtió en campaña, el famoso “ajuste a la política” no alcanza ni a hacerle cosquillas al déficit fiscal que representa apenas una ínfima porción del gasto. ¿Aplicará la motosierra socavando su propia base social? No está claro.
Lo que sí aparece con más claridad, al revisar sus primeros movimientos, alianzas, reuniones y viajes públicos es que no habrá tregua en el plan de entrega planteado y alentado por los principales referentes económicos y políticos de las potencias extranjeras que se relamen ante el reparto de las riquezas de los y las argentinas.
Las felicitaciones de las embajadas de Estados Unidos e Inglaterra en las primeras horas de la victoria libertaria fueron señales claras de lo que vendrá. Exultantes por la sintonía ofrecida en campaña por Milei, tanto EEUU como el Reino Unido no disimulan su entusiasmo por la influencia creciente que tendrán en el nuevo escenario argentino, en medio de la agudización de las tensiones geopolíticas en el mundo, y el avance de China en la región.
Tampoco los libertarios intentan ocultar su afinidad con los principales imperios que históricamente dominaron la región. Milei realiza en estos días su primer viaje como presidente electo a Washington junto a Caputo en busca de financiamiento en dólares para resolverle el problema de las Leliqs a los bancos y endeudar aún más a la Argentina.
Mientras tanto, varios miembros de la troup libertaria como el futuro ministro de Justicia Cúneo Libarona, Diana Mondino, futura canciller, y el nuevo titular del CONICET, Daniel Salamone, festejan en Buenos Aires el cumpleaños número 75 del rey Carlos III de Inglaterra en una ceremonia que agrupó a los principales vínculos de los usurpadores de las Islas Malvinas en el país.
Rumores y versiones sobre la entrega de los ferrocarriles, los canales públicos, Aerolíneas Argentinas, ARSAT y hasta la eliminación de nuestra moneda, vislumbran un futuro negro para la soberanía económica.
Sin embargo, en ese mar de anuncios de privatizaciones y entregas se destacan tres que podríamos decir son los pilares de cualquier posibilidad de proyecto autónomo de país y hoy están en serio peligro: el Paraná, Vaca Muerta, y el litio.
La vuelta del rio privado
Guillermo Ferraro, próximo ministro de Infraestructura de Javier Milei, no oculta su plan de trabajo para volver a privatizar la vía navegable troncal del Paraná por donde circula el 80% de las exportaciones argentinas.
En declaraciones radiales Ferraro anunció no sólo avanzar en la reprivatización, como reclaman los agroexportadores, sino en la desarticulación de la Administración General de Puertos, el organismo del Estado que hoy tiene a su cargo la administración de la vía troncal y del cobro de su peaje.
El reclamo de las multinacionales que manejan nuestro comercio exterior, y de la embajada estadounidense, empieza a materializarse de la mano de la llegada de Milei.
«Necesitamos darles competitividad a nuestras cadenas exportadoras y, para ello, licitar el dragado y balizamiento para profundizar el río y hacerlo a riesgo empresario con un peaje lo más bajo posible, que pague la carga y no requiera aportes del Estado es el mejor camino. Hay que trabajar rápidamente en los pliegos y en los estudios que demuestren que la obra no perjudicara el medioambiente», asegura Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara de Puertos Privados de la Argentina y CEO de la francesa Dreyfus.
En el mismo sentido se expresó Miguel Simeoni, el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, órgano que expresa los intereses de los grandes propietarios de la tierra y de las exportadoras extranjeras. Además pidió que el nuevo gobierno avance sobre la baja de las retenciones, los biocombustibles, la mejora de los accesos a puertos y el fortalecimiento del ferrocarril.
En consonancia con el camino de entrega que toma el tema Paraná esta semana la Legislatura de Santa Fe se va acomodando al nuevo escenario y convoca a una audiencia pública que se expresará en el mismo sentido de la mano de la entidad agraria.
Y no es extraño que incluso el presidente de Paraguay, el economista Santiago Peña, ex funcionario del Banco Mundial y del FMI, y el delfín de Estados Unidos en la región, que venía presionando por el peaje de la hidrovia de la mano de las agroexportadoras extranjeras hiciera en ese marco declaraciones de regocijo por la victoria de Milei, e incluso por la posible designación de Luis Caputo al frente del Ministerio de Economía.
El vuelo de los buitres sobre Vaca Muerta
Quien mire hoy hacia arriba podrá ver más que a las fuerzas del cielo que invoca como aliados el libertario a los buitres imperiales, y sus socios locales sobrevolando las enormes riquezas del país a la espera de quedarse con su parte.
Algo que se ve claramente en el sector energético. Por un lado, las empresas del sector ven en Javier Milei la posibilidad de la desregulación de las tarifas de energía, lo que permitirá el crecimiento meteórico de sus ganancias a costa de un empobrecimiento generalizado de las grandes mayorías y una traba para cualquier plan productivo.
Pero la pelea energética central está sin dudas en torno a Vaca Muerta, la segunda reserva de gas del mundo y la cuarta en petróleo no convencional, que atraviesa cuatro provincias argentinas y que en el mes de septiembre alcanzó un récord de producción superando en 14% la actividad de agosto.
Milei volvió a ratificar su intención de privatizar YPF y su principal activo, una obra en la que el Estado hizo los principales aporte de inversión para la exploración (que es lo que más dinero insume), y que ahora en el momento de empezar a recaudar lo invertido será entregado al mejor postor. Y postores hay muchos, e invirtieron mucho para intentar quedarse con el premio gordo. Así como Mauricio Macri impulsó la llegada de Milei al poder e intentó colar a Javier Iguacel al frente de la petrolera estatal, el empresario Paolo Roca (dueño de Techint) fue quien financió gran parte de la campaña del libertario con el mismo objetivo.
La empresa Inversiones Urbanas Nuevo Milenio, del grupo Techint, figura como única empresa aportante a la campaña de Javier Milei presidente. Y el empresario parece haber ganado la pulseada con el anuncio de que el actual director de Exploración y Producción de Tecpetrol, la empresa petrolera del Grupo Techint, Horacio Marín, ocupará el cargo unificado de presidente y CEO (director ejecutivo) de YPF.
Pero no sólo el empresario siderúrgico y Macri pretenden un trozo de la mayor joya de la abuela que hoy tiene la Argentina, sino que los fondos especulativos extranjeros también movieron sus piezas en el nuevo escenario.
En jugada preparada, y a sólo dos días de la victoria del libertario, la jueza estadounidense Loretta Preska, que entiende en la causa por la expropiación de YPF, accedió a que el país no deba depositar los 16.100 millones de dólares que le reclama de indemnización el fondo yanqui Budford, pero ordenó que el país debe aportar otros activos como garantía para evitar embargos, abriendo la puerta a la entrega de acciones de la estatal YPF.
El triángulo del futuro
La otra gran joya (que la Argentina comparte con Bolivia y Chile) deseada por las grandes potencias de cara al desarrollo tecnológico del futuro, es sin duda el litio. Quizás, por eso, uno de los primeros en felicitar a Milei en la red social de la que es dueño fue Elon Munsk, el magnate estadounidense y dueño de la empresa de autos eléctrico Tesla, que en su momento llegó a decir públicamente en el marco del golpe de Estado a Evo Morales, que si necesitaba el litio haría eso y mucho más por conseguirlo.
Los salares del triángulo del litio albergan más del 50% de las reservas globales de ese metal blando, según un informe sobre la industria de minerales no combustibles del Centro Nacional de Información sobre Minerales del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), publicado en enero de 2023.
“La seguridad del suministro de litio se ha convertido en una máxima prioridad para las empresas de tecnología en Asia, Europa y Norteamérica”, afirma el informe, respaldando las palabras de Laura Richardson (jefa del comando sur de EEUU) que afirmó hace unos meses que estos recursos son una cuestión de “seguridad nacional” para EEUU.
Argentina ya tiene en la actualidad una legislación que limita la soberanía nacional sobre el recurso, y que tanto empresas estadounidenses como chinas vienen aprovechando para tomar posiciones, y esto seguramente facilitará el camino a los planes de profundizar su extranjerización y entrega.
La soberanía como trinchera
Ante este siniestro panorama se impone la necesidad de concentrar los esfuerzos por defender el patrimonio de todos los argentinos y argentinas.
Sin dudas, el tema de la defensa de la soberanía cobra fuerza por varias razones. Y no es que el ajuste a los ya flacos y golpeados bolsillos de las mayorías argentinas no tenga peso o importancia, pero existe la posibilidad como sucedió en el primer gobierno de Carlos Menem, que la entrega del patrimonio permita en una primera etapa ocultar los efectos devastadores de las políticas liberales con el ingreso de dólares frescos al país.
El crecimiento record de la cosecha que se espera para 2024 con la llegada de las lluvias, así como el achicamiento del déficit comercial por la producción petrolera que permitirá reducir los gastos de importación, sumado a la ola de privatización de empresas estatales, pueden generar una sensación de salida económica que por experiencia será transitoria y culminará en tragedia social, pero que mientras tanto brinde sustento político y sobre todo social al gobierno de Milei.
La defensa de la soberanía, entendida como una totalidad, brinda también un paraguas de unidad a la lucha social, que como sucedió en el gobierno de Macri puede tender a verse atomizada por la metralla de medidas antipopulares que –como anuncia el gobierno libertario— disparará hacia todos los sectores apenas asuma. El vórtice común de las luchas ambientales, obreras, feministas, etc., tienen en la pelea por los bienes comunes un punto de unión ineludible para entender los que está en juego en el país y enfrentar a los enormes poderes que se han coaligado para la etapa que viene.
Pero sobre todo la entrega desmiembra y priva al país de cualquier posibilidad de proyecto futuro, y de una base para cualquier proyecto de desarrollo a mediano o largo plazo. ¿Cómo pretende Milei llegar a ser Alemania en 35 años sin el control de la energía, el petróleo, el litio y el comercio exterior? ¿Lo pretende?
La falacia del sufrimiento y la entrega total ahora para disfrutar del crecimiento después es el principal espejismo a combatir, y para hacerlo la defensa de la soberanía nacional es la trinchera.