LOBOS
Cuando en una charla hablamos de Lobos, siempre asoma la laguna, donde muchos lugareños y visitantes suelen pasar sus fines de semana, convocados alrededor de las parrillas humeantes, donde a pesar de la crisis no falta un pedazo de carne para compartir. La pesca de carpas y pejerreyes cuando hay pique, también tiene sus adeptos. Alejada de la ciudad unos 30 kilómetros, la laguna es uno de los atractivos lobenses, a esa suerte de atracción recreativa, se le puede agregar la casa abandonada, donde vivió el legendario malevo Juan Moreira. Solo 100 kilómetros separan a Lobos de la Ciudad de Buenos Aires, fundada hace poco más de 200 años a partir de una estancia de las misiones jesuíticas, el pueblo tiene unos 45.000 habitantes, una población que fue cambiando sus medios laborales de subsistencia, a medida que avanzaron los modos de la producción agrícola ganaderos de la zona. A ambos lados de la ruta nacional 205, se pueden observar las plantaciones de soja extendidas sobre la llanura pampeana y a las vaquitas ajenas junto a los rebaños de ovejas, paciendo en las pasturas verdes. En otros tiempos, la industria textil tuvo una actividad importante en la zona y se nutria de una masa laboral constituida por una mayoría de mujeres, que los viernes tomaban el tren rumbo al barrio porteño del Once, donde vendían la producción de tejidos confeccionados por ellas. Los años 90 arrasaron con esa actividad y el ferrocarril no cerró el ramal, pero las frecuencias de los horarios de traslado se achicaron en las vías del Ferrocarril Roca o Sarmiento que llegan al pueblo.
CULTIVOS
Unas 50.000 hectáreas se dedican en Lobos a la agricultura industrial, es decir al agronegocio, de esa extensión, un 50% es abarcado por el cultivo de soja y el resto se divide en los de trigo, maíz, girasol y forrajes para el ganado. Estas cifras, que muestran ciertos índices de prosperidad en las estadísticas, se desmienten en la realidad, con el alto número de desocupados y la proliferación de comedores y merenderos, incrementados hoy por la pandemia. Pero no solo esta situación aqueja a los pobladores de Lobos en estos días. Siempre que hablamos de agroindustria hablamos de contaminación y ahí damos cuenta que, la mentada prosperidad tiene un costo bastante alto que perjudica a la mayoría y como siempre, la ganancia es para unos pocos. Ante esto y preocupados por los males acarreados por las fumigaciones, meses atrás se conformó la Alianza Clima, Vida y Salud Lobos, integrada por la Junta Vecinal Laguna de Lobos; Casa de la Cultura de Lobos; FIT; Fuerza Ecológica; Ecolobos y CoPLASA. Esta alianza, presidida por el Técnico en Gestión Ambiental y Salud, Marcelo Vassaro, fue la encargada de solicitar estudios sobre el agua y el medio ambiente, al Laboratorio de Plaguicidas del INTA Balcarce, a cargo de la Dra. Virginia Aparicio. Estos estudios, se solventaron con el aporte monetario de muchísimos vecinos y vecinas.
AGUAS. Alarmados por el cambio en el gusto del agua y su coloración, a partir de un pequeño grupo convocante al cual se sumaron organizaciones y vecinos independientes, se decidió meter mano en el asunto. La sorpresa y no tanto, llegó con la conclusión de los estudios realizados y encendieron la alarma. Es Marcelo Vassaro quien nos brinda datos de los mismos: “En el agua de consumo humano encontramos 11 plaguicidas en aguas subterráneas a diferentes profundidades, incluso las utilizadas por las estaciones de bombeo municipales (a 50 m de profundidad). Para que entendamos la gravedad de esta situación, tomemos como ejemplo uno de los herbicidas encontrados, el 2,4 D. En la bomba 19, perteneciente a la red de agua corriente de Lobos encontramos niveles del herbicida 2,4 D, que están 45 veces por arriba de lo aceptado por la Unión Europea, que es la referencia tomada por el INTA en estos casos. También genera contaminación del agua de lluvia: En el informe se registra el hallazgo de 10 plaguicidas en la muestra de agua de lluvia tomada en la plaza principal de Lobos el 8 de abril de este año. Nos llueven en la cabeza herbicidas e insecticidas, las mayores concentraciones fueron de Atrazina, Fipronil y otra vez 2 4 D. Se tomaron muestras además de los árboles dentro del casco urbano para medir el impacto de estas aguas y vapores contaminados en el material vegetal, y nos encontramos para nuestra sorpresa, con 6 plaguicidas a pesar de que esperábamos encontrar 1 o 2. Hablemos ahora de la Contaminación de los suelos en los espacios verdes de uso público, las plazas y los sectores recreativos de escuelas: Tomamos muestras en la Escuela N 3 de Chacras y en la plaza 1810. Allí también encontramos 5 plaguicidas. Debajo de los juegos de la Escuela N°3 registramos importantes cantidades de glifosato y también en la plaza principal de Lobos. Y por último, contaminación de los arroyos y canales que llevan agua y sedimentos a nuestra querida Laguna de Lobos. En estos cursos de agua encontramos 12 plaguicidas, debido posiblemente al lavado de los campos de cultivo durante los eventos de lluvia, y en los sedimentos también encontramos 7 plaguicidas mayormente glifosato, 2,4D y clorpirifos”. Como vemos, el agua lobense está muy lejos de ser saludable y con valores de contaminación que sobrepasan los estándares marcados por la Unión Europea establece en sus parámetros.
CULTIVOS II
Con tantos miles de hectáreas dedicadas al agronegocio, en Lobos ni siquiera se plantaba ni una lechuga. Los quinteros que en los años 60 abastecían el consumo interno, fueron decreciendo hasta desparecer, la razón: Sus tierras fueron absorbidas por los monocultivos. Pero algo comenzó a cambiar cuando a instancias de la concejala del Frente de Todos, Milagros Moya, se establecieron cuatro polos productivos agroecológicos de aproximadamente una hectárea cada uno y cuyos nombres son: Barrio República, Empalme Lobos, La Misión y Laguna de Lobos y cuatro más que no superan la media hectárea ubicados en otros lugares de esa geografía. Las producciones se comercializan a través de bolsones y se distribuyen por delibery y en verdulerías de la zona. Daniela González y Cecilia Deri, nos cuentan cómo comenzó todo: “Nosotras recibimos uno de los tantos planes que daba el macrismo, no era mucho, pero nos sirvió -una vez que algunos vecinos con lotes de tierra sin uso alguno nos la cedieron en comodato- para ir comprando las herramientas, ya sea las palas, los rastrillos, todo lo que hace falta para trabajar la tierra. Muchas veces vos escuchas como insulto que a los pobres los mandan a agarrar la pala, nosotras la agarramos y sentimos que vamos transformando las cosas, con muchas dificultades, pero las cosas van cambiando”. Esto nos dice, Daniela y es Cecilia quien agrega: “Muchas de nosotras antes de esto trabajábamos como empleadas domesticas, cuidábamos niños, ancianos o trabajábamos como bacheras en algún bar o restaurante, teníamos esos trabajos de servicios, ahora sentimos que tenemos otro valor, porque estamos produciendo alimentos sanos, que llegan a la mesa de muchos lobenses, pero también abastecemos en estos momentos de pandemia a varios comedores comunitarios y venimos entregando producción para hacer 600 raciones diarias”. Estos testimonios, tomados hace uno meses atrás, visibilizan la importancia de la agricultura familiar en la zona, para resolver problemas de abastecimiento local, de desocupación y de arraigo de población, antes de la existencia de estos polos, todo el suministro de verduras y hortalizas, provenía del Mercado Central de Buenos Aires y de La Plata. La mayor preocupación hoy de los referentes agrarios, es la de preservar el trabajo de estas compañeras y el de los concejales del Frente de Todos, frenar otro embate del intendente de Juntos por el Cambio, Jorge Etcheverry, quien ejerce su segundo mandato y cuya misión principal es promulgar una ordenanza que permita el uso a mansalva de agroquímicos, deslindándolos del daño perjudicial a la población. Etcheverry, antes de ser intendente, presidió a la selecta Sociedad Rural de Lobos, por lo cual sus actos de gobierno, van en sintonía con los intereses económicos de ese grupo integrado por menos de 500 socios y las 400 empresas ligadas a ese sector que operan en el territorio, según datos del último censo agropecuario.
SALUD
Una de las cosas destacables, es el compromiso de la comunidad, que con sus aportes solidarios de menor a mayor, porque como destaca Vassaro: “Hubo quien colaboró con $500 y quien los hizo con $30.000”. Ahora que ya se saben los grados altísimos de contaminación del agua y plantas en espacios públicos, el objetivo de la Alianza y los vecinos es ir por más. El próximo paso es la realización de un relevamiento sanitario en los hospitales y salas de salud del partido y una encuesta epidemiológica. Según nos dice Marcelo Vassaro: “Es llamativo la cantidad de casos tratados en el ámbito de la salud pública, de alergias, hipertiroidismo y cáncer, todas enfermedades provocadas por los altos índices de presencia de agroquímicos en el agua y devenidas de las practicas de la agroindustria”. Los resultados de los estudios dan cuenta de esto, tanto la Atrazina como el 2,4 D y el glifosato, encontrados en casi todas las muestras en cantidades alarmantes, son considerados disruptores endocrinos o sea que pueden provocar enfermedades de la glándula tiroides y de otras glándulas del sistema endócrino. Además, muchas de las sustancias encontradas son frecuentes causantes de cáncer en humanos. Existen estudios científicos muy confiables tanto a nivel nacional como internacional, que demuestran los impactos nocivos de los plaguicidas hallados en Lobos.
ETCHEVERRY
En las últimas elecciones Jorge Oscar Etcheverry fue elegido para un segundo mandato como intendente con un 53% de los votos sobre el candidato del Frente de Todos “Tacho” Sobrero, que alcanzó un 43%, estas cifras nos muestran como pegó el discurso macrista en una población en nada beneficiada por las políticas neoliberales. Después de ser elegido presidente de la Sociedad Rural de Lobos, Etcheverry pretendió ser diputado por la Coalición Cívica liderada por Carrió, pero no le alcanzaron los votos para llegar a la banca, pero, ambicioso como todo buen emprendedor político, en el 2015 llegó a la intendencia de la mano de sus socios y en el 2019 fue reelegido. Hoy la realidad en tiempos pandémicos ya no muestran a un Jorge Etcheverry tan exitoso como entonces, los medios virtuales de Lobos, publican en estos días noticias funestas sobre su desempeño al frente de la comuna, la primera de ellas es la relacionada con esta nota, las siguientes denuncias hablan del ocultamiento de datos relativos a los contagios de Covid. Los suministrados por el municipio son mucho menores que los aportados por los hospitales públicos, lo cual habla de un desempeño fraudulento y como frutilla del postre, la entrega de bolsones con comestibles adulterados dirigidos a la población vulnerable. Hablamos de bolsones con paquetes de envoltorios dudosos y con menor gramaje que el impreso en las etiquetas y de azúcar mezclada con harina. Sin embargo, este accionar no es extraño, en todos los lugares donde Juntos por el Cambio gobierna, aplica la lógica malthusiana de: Que mueran los que tengan morir.
ESPERANZA
Es nuestra obligación alertar sobre estas cuestiones –dice el comunicado de la Alianza Clima, Vida y Salud Lobos- para prevenir los daños que pueden ocasionar en la salud humana la exposición crónica a estas dosis múltiples de plaguicidas presentes en el agua de consumo. Debemos poner en alerta a las autoridades municipales, para que actualicen las normativas, monitoreen sistemáticamente el impacto en la salud de la población y en el ambiente, y tomen medidas que aseguren la protección de los acuíferos de los cuales se extrae el agua que abastece a la ciudad. Hay evidencias que certifican que alejar las pulverizaciones y reducir las cantidades aplicadas disminuyen los residuos en el ambiente con el paso de los años. Estamos a tiempo aún de revertir esta situación, en la medida en que actuemos responsablemente y con celeridad. Debemos darle continuidad a estos estudios para monitorear el impacto de nuestras acciones. Lobos está contaminado con plaguicidas. Tenemos las pruebas científicas frente a nuestros ojos. La buena noticia es que aún estamos a tiempo de hacer algo para cuidar nuestra tierra, nuestra salud y la de nuestros hijos e hijas. La esperanza, tal vez no radique en la pretensión de que los cambios los produzcan aquellos que ejercen la gestión política en beneficio de un sector privilegiado, sino que el cambio provenga de la misma comunidad organizada y siempre perjudicada por las prácticas inhumanas de la derecha, porque tan inhumano es el sojero que amontona envases de plaguicidas al aire libre, como el funcionario, en este caso el intendente Etcheverry que promueve la instalación de un centro regional de envases agroquímicos. En una nota recientemente publicada, Noam Chomsky, advierte que los nuevos desplazamientos de población en el mundo, se deberán a la falta de agua o a la contaminación de la misma y agrega, que la única manera de detener este desastre es la organización popular, algo que en Lobos comenzó a ocurrir.