Por Constanza Estepa
En el marco de la VII cumbre de Jefas y Jefes de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que tuvo lugar el pasado enero en la Ciudad de Buenos Aires y con motivo de la visita oficial a la República Argentina del Presidente de la República Federativa de Brasil de Luiz Ignacio Lula Da Silva, Argentina y Brasil firmaron un acuerdo bilateral que busca profundizar y extender la integración entre estos dos países en materia económica, energética, industrial, ambiental, financiera, científico-tecnológica, agroalimentaria, educativa, cultural y turística. Si bien la reunión de la CELAC estuvo marcada por la presencia de los 33 países que integran el foro y el retorno de Brasil -quien había abandonado el bloque por decisión del entonces presidente Jair Bolsonaro en 2020-, el Presidente Alberto Fernández y Lula Da Silva concertaron una agenda bilateral para reunirse y suscribir en Buenos Aires un acuerdo que reafirma la alianza estratégica entre la República Argentina y la República Federativa del Brasil en el que manifiestan su intención de “profundizar e intensificar el diálogo bilateral en todos los ámbitos de la relación y los asuntos de importancia regional y global con el objetivo de impulsar y fortalecer las positivas e históricas relaciones bilaterales entre ambos países”.
Desde el punto de vista económico, no es un dato menor que a tan sólo tres semanas de asumir la presidencia de Brasil, Lula da Silva y Alberto Fernández hayan logrado concretar un acuerdo bilateral. Para Argentina, Brasil significa uno de sus tres principales socios comerciales junto con China y Estados Unidos, que en 2022, tan sólo estos tres países absorbieron en conjunto 29,4% de las exportaciones y abastecieron 53,4% de las importaciones de enero a septiembre (Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación Argentina, 2022). Por su parte, Argentina en 2022 se consolidó como el cuarto socio comercial de Brasil después de China, la Unión Europea y EEUU. Para ilustrar la importancia de la relación comercial entre estos dos países sudamericanos, si se revisa el PIB per cápita de Brasil y Argentina en los últimos 20 años puede comprobarse la existencia de una relación positiva en tanto siempre que la economía brasileña creció también lo hizo la argentina.
PIB per cápita de Brasil y Argentina (2002-2020)
Respecto del acuerdo bilateral, buena parte de las noticias, análisis y opiniones especializadas se ocuparon de explicar la importancia del proyecto de moneda común Argentina-Brasil para reemplazar al dólar en los intercambios comerciales entre éstos países. La iniciativa se configuraría como una alternativa regional en busca de mayor soberanía económica. El actual intercambio de mercancías entre Brasil y Argentina fluctúa entre los USD 24 y USD 29 mil millones anuales y el de servicios es de USD 1,2 mil millones aproximadamente. Estas cifras serían la demanda con motivos transaccionales que tendría la nueva moneda regional (CELAG, 2023).
Más allá de que todas las luces del acuerdo se hayan puesto sobre la nueva moneda -que no pretende sustituir las monedas nacionales sino convivir con éstas en miras de compensar las cuentas comerciales internacionales-, como así también en alertar la necesidad de que Argentina ponga la lupa en la letra chica de los acuerdos comerciales que se suscriban posteriormente en tanto lo que deberá evitar es una caída en la producción industrial de nuestro país por eventuales importaciones que provengan desde Brasil cuyo nuevo gobierno se plantea como política central la reindustrialización (EDUCAS, 2023); lo que nos trae este relanzamiento de la relación política y económica entre Brasil y Argentina y el acuerdo bilateral son 7 puntos claves relativos a la soberanía energética.
- Gasoducto Presidente Néstor Kirchner: ambos países se comprometieron a evaluar conjuntamente, con sentido de prioridad y urgencia, el financiamiento de proyectos estratégicos de interés binacional especialmente en lo relativo al Gasoducto Presidente Néstor Kirchner
En este aspecto existe la posibilidad concreta de llevar el gas de Vaca Muerta de Argentina a Brasil (inicialmente a los estados del sur) por medio de la construcción del segundo tramo del Gasoducto Néstor Kirchner. Actualmente, el gobierno argentino se encuentra en tratativas con el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil para acordar un financiamiento por más de U$S 800 millones, de hecho, el pasado 9 de febrero la secretaria de Energía Flavia Royón encabezó una misión a Brasil en búsqueda de financiamiento e inversiones. Durante el encuentro, el lado argentino solicitó conocer la demanda actual y proyectada de gas natural en Brasil, así como de inversiones proyectadas en la infraestructura gasífera, para poder evaluar las eventuales oportunidades ofrecidas por el mercado brasileño. También se mencionó que la materia prima para la construcción de la red de gasoductos argentinos y el eventual suministro futuro de gas argentino al Brasil, configuran una oportunidad mutuamente benéfica.
- Exploración off shore: instrucción a los equipos de trabajo de cada país para que incentiven proyectos relativos éste tipo de exploración
Este aspecto resulta fundamental, ya que, el 84% de la energía que se consume a nivel mundial proviene de los combustibles fósiles y el 95% del transporte del mundo se mueve con derivados del petróleo. Por su parte, el 30% de los hidrocarburos del mundo provienen de la producción costa afuera y aquí la exploración off shore juega un papel clave. Respecto a Brasil vale destacar que en el año 2006, Petrobras descubrió el Presal, una formación geológica en aguas de 7000 metros de profundidad frente a las costas de San Pablo y Río de Janeiro con enormes reservas de hidrocarburos. El país vecino gracias a la explotación offshore hoy se ha convertido en el tercer productor petrolero de América, el primero en offshore y uno de los principales exportadores de crudo a China. Por su parte, nuestro país podría cambiar su mapa económico si encontrase petróleo económicamente extraíble en el mar argentino. Luego de un fallo habilitase la exploración -que se encontraba judicializada por amparos de organizaciones ambientales- este año comenzará la operación que se realizará a 300 kilómetros de la costa de Mar del Plata con el objetivo de detectar si hay petróleo en la Costa Atlántica. Al momento, hay tres zonas que fueron aprobadas para la exploración por el Ministerio de Ambiente y la Secretaría de Energía: CAN 114 (Equinor e YPF), CAN 108 y CAN 100 (Shell e YPF). Tal como queda visible, la transferencia tecnológica y de experiencias que pueda brindar Brasil a Argentina en este asunto posiciona la exploración offshore como un tema estratégico para la soberanía energética y el crecimiento económico de la región.
- Conformación de un Grupo de Trabajo: será coordinado por las máximas autoridades de cada país y tendrá como objetivo profundizar las discusiones sobre la integración energética bilateral, incluyendo el mercado de gas natural y las posibilidades de desarrollo conjunto del sector
Indudablemente que Vaca Muerta llegue a Brasil es una prioridad para que ambos países cristalicen la llamada integración energética bilateral en el corto plazo. Por el momento, frente a la baja de reservas de gas de Bolivia, principal proveedor de Brasil, Argentina podría posicionarse como el principal exportador de energía al país vecino. Por un lado, Brasil necesita comprar gas a un precio más económico, por otro, Argentina tendría la oportunidad de exportar parte de un recurso estratégico que hoy se encuentra inexplotado o subexplotado por falta de infraestructura. Al respecto, el ministro de Economía Sergio Massa sostuvo “en los próximos 90 días se licitará el segundo tramo del gasoducto Néstor Kirchner 1 para garantizar el abastecimiento y a la vez, se avanzará con la obra Salliqueló-San Jerónimo, para explorar desarrollo de infraestructuras y abastecer a Río Grande do Sul”.
- Transición energética: estudio de proyectos para potenciar encadenamientos y complejos productivos binacionales y regionales a partir del financiamiento, la confluencia en estándares comunes y las herramientas comerciales, con particular énfasis en los sectores de los biocombustibles, el hidrógeno, la hidroelectricidad y las energías eólica y solar, así como en las cadenas de litio
Posiblemente cada uno de los sectores mencionados en el acuerdo bilateral para la transición energética merezca un análisis pormenorizado, en este aspecto, interesa destacar lo relativo a los biocombustibles en tanto la producción de biocombustibles es un punto en común entre Argentina y Brasil. En nuestro país, la Provincia de Santa Fe lidera la industria de biodiesel, 16 de las 33 plantas de biodiesel de Argentina se emplazan en Santa Fe (mayoritariamente en la región del gran Rosario); por la capacidad de éstas plantas, Santa Fe está en condiciones de producir 3,2 Mt de biodiesel por año sobre los 3,9 Mt de capacidad instalada a nivel nacional; asimismo, más de la mitad de la producción se exporta y posiciona a Argentina como el principal exportador de biodiesel a nivel mundial.
Brasil por su parte, es uno de los principales productores de biocombustibles a escala global, está segundo en el ranking luego de Estados Unidos que lidera el sector. El país vecino muestra un alto consumo interno de biocombustibles e importa alrededor del 30% del biodiésel que consume. El actual gobierno de Lula Da Silva, está estudiando la posibilidad de aumentar el porcentaje de corte obligatorio de biodiésel con gasoil para elevarlo del 10 % al 15 % durante el primer semestre del 2023.
Con relación al litio resaltan en el gobierno argentino la posibilidad de pensar proyectos que coloquen al litio como un engranaje de desarrollo interno para el desarrollo automotriz con componentes latinoamericanos y las potencialidades de las llamadas nuevas energías a partir de las disponibilidades de litio en Argentina y de níquel en Brasil. En la reunión bilateral de Brasilia del 9 febrero, destacaron el potencial en materia de reservas y recursos minerales de Argentina y la oportunidad que ello representa en la atracción de inversiones extranjeras para su desarrollo. Ambos países coincidieron en la importancia del proceso de industrialización y desarrollo de la cadena de valor del litio a nivel local y regional, teniendo en cuenta el contexto internacional, los desafíos de la electromovilidad y la necesidad de garantizar una transición energética justa.
- Hidroelectricidad: ambos países reafirmaron el interés en desarrollar los potenciales binacionales en el sector y acordaron reactivar el Comité Técnico Mixto (CTM), con el objetivo de retomar los estudios técnicos relativos a los emprendimientos binacionales, en el marco del Tratado para el Aprovechamiento de los Recursos Hídricos Compartidos de los Tramos Limítrofes del Río Uruguay y de su afluente el Río Pepirí-Guazú.
Este Tratado Internacional fue suscrito en el año 1980 y aprobado por Ley N° 22.740 en 1983. En él Brasil y Argentina en 16 artículos convienen realizar en común el aprovechamiento de los recursos hídricos compartidos en los tramos limítrofes del río Uruguay y de su afluente el río Pepirí-Guazú, el aprovechamiento hidroeléctrico, mejoramiento de las condiciones de navegabilidad del río Uruguay, la atenuación de los efectos de las crecidas extraordinarias y utilización racional de sus aguas para usos consuntivos.También, se comprometen a que los proyectos y obras a ser ejecutados tendrán presente la necesidad de preservar el ambiente, la fauna, la flora y la calidad de las aguas de los ríos, evitar su contaminación y asegurar condiciones de salubridad en el área de influencia de los aprovechamientos que se proyecten. El Protocolo Adicional del Tratado plantea la creación de una Comisión Técnica Mixta, el Ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, del gobierno de Mauricio Macri mediante la resolución 68/2016 había nombrado a cargo de dicha comisión al entonces Secretario de Energía Eléctrica, Alejandro Sruoga.
- Mercado energía: acordaron impulsar el mercado sudamericano y aumentar el intercambio de gas natural, de gas licuado de petróleo (GLP) y de energía eléctrica entre ambos países en el marco del Memorándum de Intercambio de Energía suscripto el 16 de noviembre de 2022 con el objetivo de reforzar la seguridad energética
El Memorándum de Intercambio de Energía “Memorando de entendimiento sobre intercambio de energía eléctrica con Brasil” (MOU) fue el antecedente directo en materia energética de los puntos cristalizados por el Acuerdo Bilateral que firmaron el Presidente Alberto Fernández y Lula Da Silva. Éste memorándum persigue como fin regular el abastecimiento de energía eléctrica y gas entre ambos países y habilita el uso de las monedas locales para la compra-venta del suministro, de esta manera, ambos países podrán abastecerse de una fuente de energía fundamental sin recurrir a la erogación de divisas. El acuerdo fija las modalidades de intercambio en materia de electricidad y le permitirá a la Argentina abastecerse en época invernal desde Brasil y reducir las necesidades de importación de combustibles líquidos para generación. Este Memorando implica una actualización del convenio de 2019 y regirá hasta el 31 de diciembre de 2025 con la posibilidad de prórroga por otros cuatro años.
- MERCOSUR: coincidieron en fortalecer el Subgrupo de Trabajo de Energía del MERCOSUR (SGT-9) en miras de promover sinergias con el Sistema de Integración Energética del SUR (SIESUR) e impulsar otras iniciativas relativas a la integración gasífera y de nuevas tecnologías, que podrían apoyar al SGT-9 con elementos relativos al diseño de políticas de intercambio de energía en el corto y largo plazo, incluyendo aspectos tributarios y mecanismos de apoyo en condiciones críticas de operación.
Posiblemente el séptimo punto del acuerdo es el que mejor refleja el horizonte político de Brasil y Argentina en lo que respecta al Acuerdo Bilateral: pensar la energía desde una perspectiva regional. Aquí se plantea el desafío más ambicioso que tiene que ver con la construcción de un Mercosur como algo más que sólo intercambios comerciales, es decir, que la conformación de ésas cadenas regionales de valor sean un pilar en la integración regional y al mismo tiempo una manera de mejorar la vida de la población. Recordemos que la integración energética fue uno de los primeros ejes de trabajo de la UNASUR, que pretendía una integración real en contracara de la mera interconexión o intercambio de mercancías, en este punto, resulta necesario entender la energía como un camino para la soberanía de los pueblos, y no como el mero debate sobre la manera de optimizar los negocios. Por ello, este apartado del acuerdo debe leerse como una apuesta por la integración de América del Sur, de América Latina y el Caribe, y un esfuerzo de los mandatarios por defender los proyectos como el Mercosur, la UNASUR, la CELAC y los BRICS.
En Argentina estamos en un punto de inflexión y en un momento único e irrepetible, ya que, van a ingresar dos actores en la economía que antes no estaban: Vaca Muerta y el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner. Por su parte, respecto al mineral litio existen proyecciones respecto a que puede generar ingresos de aquí a 5 años de más 4 mil millones de dólares anuales. Además, se estima que con el gasoducto funcionado, habrá condiciones de exportar energía, que no sólo permitirá mejorar el desempeño comercial energético en la balanza de pagos, sino que tendrá la capacidad para reducir los costos hasta 4 veces en las industrias nacionales. Con relación a esto, Royón afirmó “el desarrollo de Vaca Muerta, el offshore y todo el sector hidrocarburífero es fundamental para Argentina, ya que tiene el potencial para que nuestro país pase de una balanza negativa a un saldo positivo de 8 mil millones de dólares en el 2026”.
Dado que la matriz energética en Argentina es un vector central del desarrollo económico, la política económica y la política energética deben tener un enfoque conjunto y articulado. En otras palabras, la política económico-energética si bien muestra potencial para cambiar la matriz del crecimiento económico, ésta debe promover el desarrollo desde un paradigma que no reproduzca las desigualdades preexistentes. Esto quiere decir que el crecimiento económico proyectado no debe fortalecer la brecha entre ricos y pobres, ni las desigualdades geográficas, de géneros, étnicas, etarias, salarial, económica y social.
En el marco de una crisis energética a nivel mundial, que alcanzó su cénit con el conflicto Rusia-Ucrania, y que trae consigo un aumento exponencial de precios a países importadores de energía -como Argentina-, emerge como una necesidad el desarrollo de estrategias de cooperación bilateral, regional e internacional en las diversas áreas económicas con el fin de fortalecer la soberanía de los estados latinoamericanos y morigerar las cambiantes condiciones impuestas por los países centrales. Brasil y Argentina muestran fuertes capacidades en biotecnología, nanotecnología, tecnologías de la información y comunicación, campos donde los cambios tecnológicos nos están poniendo frente a un nuevo paradigma fruto de la convergencia entre éstos. Si ambos países logran diseñar e implementar estrategias soberanas para fortalecer sus capacidades individuales y colectivas en la generación de riqueza, no caben dudas de que podrán aumentar su potencial de desarrollo, que hoy plantea como desafío producir condiciones de vida dignas en regiones que exhiben alarmantes índices de desigualdad social y pobreza. Ciertamente, con la llegada de Luiz Ignacio Lula Da Silva a la presidencia de Brasil por tercera vez, se abre una nueva etapa que buscará una mayor integración comercial e industrial con Argentina, renovando las esperanzas por dejar atrás la larga noche neoliberal de los gobiernos de Michel Temer y Jair Bolsonaro.