Como nos tiene acostumbrados, el jefe de gobierno porteño se desayunó hace pocos días con un exabrupto, que no es una excepción en su extenso recorrido para denostar al presidente del Partido Justicialista, Néstor Kirchner. Tan harto dice estar Macri del titular de la agrupación política más numerosa del país, que planteó que si fuera necesario lo tiraría por la ventana para sacarlo del escenario político. Ante semejante agravio, no hemos escuchado a los demócratas de doble estándar salir a decir que se trata de una afrenta a nuestro sistema democrático. Tampoco los medios hegemónicos sacaron a relucir sus titulares en letra catástrofe ni sus tapas que todo lo tapan para señalarle que no puede un jefe de un estado municipal (y de la magnitud de la Capital) y con aspiraciones presidenciales decir semejante disparates.
En la ciudad, hay muchos ciudadanos que sufren como consecuencia de las políticas del gobierno de este señor lenguaraz. Miles de estudiantes a los que les falta de todo en las aulas. Maestros que cobran cuando pueden. Cientos de enfermos mal atendidos. Horas interminables de cola para conseguir un turno (cuando Macri había prometido acabar con eso de un plumazo en campaña). Podríamos seguir largo rato la enumeración. Lo sustantivo aquí es que nunca escuché a estos ciudadanos, en el marco de sus quejas o reclamos, decir que a este jefe de gobierno había que tirarlo por la ventana porque nos tiene hartos con sus políticas neoliberales atrasadas.
Porque hasta el hombre de a pie más despistado sabe que en democracia hay una sola forma de cambiar un gobierno, y es con el voto. Ahora, tan cierto como lo anterior es que para eso nos tenemos que organizar. Hay fuertes rumores de que el jefe de gobierno adelantaría para marzo las elecciones a jefe de gobierno y legisladores porteños. Más allá de las triquiñuelas propias de la política, más allá de la fecha elegida, ese será el momento en el que hombres y mujeres de nuestra querida Buenos Aires tendremos la posibilidad de sacar legítimamente al señor Mauricio Macri del lugar en que lo puso un muy alto porcentaje de estos mismos ciudadanos. Y no tirarlo por la ventana. Aunque mienta involucrando, inclusive, a una embajada extranjera para tapar sus desaguisados con el espionaje. Aunque la justicia lo ponga contra las cuerdas. Aunque la Legislatura se ponga a investigar su responsabilidad política por las escuchas ilegales. A Macri no hay que tirarlo por la ventana, hay que sacarlo de la cancha en las urnas. Tal vez, de paso, ahí aprenda de una buena vez lo que significa la democracia representativa.