El último contrapunto que se conoce entre el líder cubano Fidel Castro y la prensa opositora de Miami, fue en julio pasado durante la Cumbre del MERCOSUR en Córdoba, cuando Juan Manuel Cao, un cronista del canal 41 de la Florida recibió como respuesta a su pregunta una acusación a viva voz por parte de Fidel. ¿Y a ti quien te paga?, le preguntó el presidente cubano, y al presunto periodista no le quedó otra que ampararse en supuestos ataques contra la prensa.
Pasaron dos meses y la pregunta que Cao tuvo que enfrentar delante de todos sus colegas ahora encontró su respuesta: tres reporteros del principal diario en español de Miami, El Nuevo Herald, fueron despedidos por recibir pagos del gobierno estadounidense para comparecer en programas de propaganda anticastrista, según una investigación interna de la publicación. Pero eso no es todo, entre los “beneficiarios” del dinero de los contribuyentes estadounidenses se encuentran, un mínimo de 10 de las figuras más notables en el tema Cuba entre los medios del sur de la Florida.
La pesquisa, llevada a cabo por el diario en inglés The Miami Herald, denunció que Pablo Alfonso, Olga Connor y Wilfredo Cancio Isla, reporteros de la plantilla regular del Nuevo Herald, así como otros colaboradores del diario, específicamente: Carlos Alberto Montaner y Helen Aguirre Ferré aparecen junto a otros siete influyentes trabajadores de los medios del sur de Florida que recibieron pagos por participar en programas de la Radio y TV Martí.
En el listado, en el que se destaca el columnista independiente cubano Carlos Alberto Montaner, también aparecen en la ruta del dinero el columnista y reportero Ariel Remos, Miguel Cossío, director de noticias del Canal 41, Juan Manuel Cao, un periodista del mismo canal y Ninoska Pérez-Castellón, locutora de Radio Mambí.
Hasta hace un mes atrás, eran las caras y voces habituales en Radio y TV Martí, medios de comunicación financiados por la Oficina de Transmisiones hacia Cuba, una agencia adscrita al gobierno federal de los Estados Unidos.
Según un reportaje de Oscar Corral publicado por The Miami Herald: Pablo Alfonso, quien reporta sobre Cuba y escribe una columna de opinión, recibió casi 175 mil dólares desde el 2001 por conducir programas en Radio y TV Martí. La reportera independiente de El Nuevo Herald Olga Connor recibió unos 71 mil dólares, y el reportero Wilfredo Cancio Isla, quien cubre temas relacionados con la comunidad exiliada y políticos, recibió casi 15 mil dólares en los últimos cinco años.
Los pagos, amplía Corral, fluctuaron entre 75 y 100 dólares por nota, como presentadores o simplemente invitados en programas de ambas emisoras gubernamentales.
Los pagos fueron hechos por la Oficina de Transmisiones hacia Cuba, que opera Radio y TV Martí, y están involucrados otros periodistas como Helen Aguirre Ferré, editora de la página de opiniones del Diario Las Américas; el columnista y reportero Ariel Remos; Miguel Cossío, director de noticias del Canal 41, Juan Manuel Cao, reportero del Canal 41, que recibió 11 400 dólares de TV Martí; y el columnista sindicado Carlos Alberto Montaner, cuyas opiniones se publican en El Nuevo Herald y en The Miami Herald.
Ni Wilfredo Cancio ni Pablo Alfonso hicieron comentarios, pero el presidente y editor del The Miami Herald Media Co., Jesús Díaz Jr., apoyó la decisión del despido alegando que los pagos recibidos violaron «la sagrada confianza entre los periodistas y el público».
Según el Miami Herald, los pagos fueron descubiertos en documentos obtenidos recientemente por The Miami Herald tras una solicitud, el 15 de agosto, amparada en la Ley de Libertad de Información.
Alfonso y Cancio fueron despedidos inmediatamente luego que Jesús Díaz Jr., presidente y editor de The Miami Herald Media Co., quien también supervisa las operaciones de El Nuevo Herald, notificara a Humberto Castelló, director ejecutivo del diario en español. De igual manera la empresa puso fin a sus vínculos contractuales con Olga Connor.
“No creo que puedan asegurarse la integridad y la objetividad si alguno de nuestros reporteros recibe compensación monetaria de cualquier entidad que puedan cubrir o hayan cubierto, particularmente si es una agencia de gobierno”, dijo en el diario su presidente y editor, Jesús Díaz.
Al aceptar estos pagos, ellos transgredieron la “sagrada confianza” que se establece “entre los periodistas y el público”, aseveró Díaz, quien agregó:”no podemos perdonar siquiera la apariencia de que la objetividad e integridad haya estado comprometida, no en nuestro negocio”.
Las confesiones del editor del diario han cosechado toda la ira de los grupos gusanos de la Florida. Se esperan acciones de boicot contra The Miami Herald Media Co. Luego de que la aplastante mayoría (sic) de los lectores que tomaron contacto con el diario revelaron que contemplaban la posibilidad de suspender la suscripción de El Nuevo Herald al considerar que el despido de los tres periodistas de alguna manera favorece al gobierno cubano.
Según los especialistas “quizás sea el comienzo de otra “Batalla contra el Herald” como la desatada por el fallecido líder de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), Jorge Más Canosa en 1992. Entonces The Miami Herald cometió el “pecado” de investigar las conexiones con el narcotráfico de los más reconocidos líderes de lobby anticubano, principalmente Mas Canosa.
Ante el peligro de que sus relaciones con el tráfico de drogas llegaran a publicarse, a partir del 22 de enero de 1992, la FNCA emprendió una enorme campaña de descrédito contra el Herald.”
Se constituyó un “Comité Antidifamatorio” y paralelamente los ejecutivos del periódico recibieron amenazas de muerte, mientras los cintillos lumínicos del diario fueron torcidos y embarrados con heces fecales. Con la aparición de la versión en español, los conflictos parecieron terminarse pues El Nuevo Herald ha sido un incondicional de la ultraderecha cubanoamericana.
Pero recientemente la FNCA criticó duramente al periódico por publicar las acusaciones hechas por José A. Llama, las cuales dieron a conocer que era la Fundación, quien estaba detrás de las acciones terroristas contra Cuba en las últimas dos décadas.
Para Jon Roosenraad, profesor de Periodismo de la Universidad de la Florida, el caso es “un error de escuela. Es exactamente como si un reportero de negocios trabajara también a tiempo parcial como agente de relaciones públicas para una compañía local en sus horas extra, y que regresara a su periódico al día siguiente y escribiera sobre `su’ compañía’.
Otros han señalado los puntos de contacto con el caso que tuvo en el centro a Armstrong Williams, quien cobró decenas de miles de dólares por escribir favorablemente sobre un programa educativo para niños impulsado desde Washington. También han advertido las similitudes con la denunciada estrategia del Departamento de Defensa para que una compañía de relaciones públicas insertara reportajes favorables a EE.UU. en medios iraquíes.
El Nuevo Herald, el principal diario en español de Miami, y The Miami Herald, en inglés, son publicados por la compañía editorial McClatchy, que compró este año a la gigante de los medios impresos Knight Ridder, y publica más de 32 diarios en el país.
El proyecto de Radio y TV Martí se creó mediante la Ley de Transmisiones Radiales para Cuba de 1983, durante la presidencia de Ronald Reagan, y Radio Martí comenzó a transmitir en mayo de 1985 desde Washington.
TV Martí inició a principios de agosto las transmisiones televisivas diarias hacia Cuba desde un avión C-130, y, a manera de prueba, trasmitió un mensaje de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, al pueblo cubano para garantizarle que podía contar con el apoyo incondicional de Washington en su “lucha por la democracia”. Una supuesta lucha apoyada por millones de dólares para sobornar periodistas.
¿Quién te paga? Le preguntó Fidel Castro a Juan Manuel Cao, tras una de sus agresivas preguntas durante la visita del mandatario a Argentina para la cumbre del MERCOSUR.
“Nadie me paga por hacer preguntas, ése es mi trabajo”, contestó Cao, visiblemente alterado. El supuesto periodista apareció luego por distintos medios argentinos hablando a favor de la libertad de expresión, mientras una nómina de periodistas locales le hacían las preguntas más cómodas para que siguiera manteniendo su pose.
Es probable que ninguno de ellos vuelva a sus andanzas, al menos públicamente, pero queda por verse qué hará la prensa ahora que quedó al descubierto la frondosa ruta del dinero que mojaba la mano de decenas de amanuenses que se hacían llamar periodistas.