Por Guillermo Waksman, gentileza Semanario Brecha, especial para Causa Popular.- El camino de La Haya parece a esta altura tan inexorable como la interrupción de los cortes de los puentes. Aunque Uruguay prepara su defensa ante la Corte, aspira a dirimir en el MERCOSUR la cuestión del bloqueo. Kirchner pide nuevamente tres meses de suspensión de las obras de Botnia y asegura que si un estudio de impacto ambiental imparcial llega a sostener que no habrá contaminación, dará luz verde al emprendimiento.
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Foto: Más de 1.000 uruguayos han trabajado en la planta Botnia.
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El enfrentamiento entre Argentina y Uruguay sigue creciendo en intensidad. El miércoles 19 el presidente Néstor Kirchner volvió a pedir a Botnia -que desoyó la solicitud conjunta que él y Vázquez formularon el 11 de marzo en Chile- que pare sus obras. “¿Por qué no cortan por 90 días? ¿Qué problema tienen? ¿Por qué no nos arriman, señores empresarios, los elementos que tienen para que podamos verificar? Por ahí tienen razón ustedes.
Si es así, bienvenidos. ¿Pero, por qué no con claridad, con cristalinidad, aportan documentación para terminar con las dudas a los ojos de la sociedad?”, imploró el presidente argentino. A la misma hora, en otro palacio de gobierno, la Casa de López, en Asunción, Tabaré Vázquez se reunía con sus pares de Paraguay, Venezuela y Bolivia, para discutir sobre un gasoducto que a su juicio no debería pasar por territorio argentino (véase página 15), y declaraba que el MERCOSUR, así como está, no sirve. Motivo: los países más chicos no pinchan ni cortan.
Poco antes, Eduardo Bonomi anunciaba que no asistirá a la reunión de ministros de trabajo del MERCOSUR, prevista para hoy, viernes, en Buenos Aires, porque así lo había resuelto el presidente Vázquez. Motivo: una demostración de protesta ante la no convocatoria del Consejo -solicitada por Uruguay- por parte de Kirchner, su presidente pro témpore.
En esas mismas horas, el canciller Reinaldo Gargano iniciaba el procedimiento para pedir la convocatoria del Tribunal de Solución de Controversias del MERCOSUR. Motivo: plantear allí el incumplimiento por parte de Argentina del artículo 1 del Tratado de Asunción, porque el gobierno de Kirchner no evita que se impida el libre tránsito de personas, bienes y mercaderías entre los países de la región.
Finalmente, Kirchner recibía malas noticias desde Finlandia y por partida doble: el gobierno finlandés le respondía que no intervendrá en el conflicto entre Argentina y Uruguay, ni pedirá a Botnia que detenga las obras, y el presidente de esta empresa trasnacional, Erkki Varis, en una entrevista concedida a la revista argentina Debate, explicaba por qué decidió instalarse en Uruguay. Motivos: es un país bastante bueno para realizar inversiones, es uno de los más estables del hemisferio sur -a la par de Chile-, tiene un régimen democrático, cuenta con un alto nivel educativo y “si tomamos en cuenta los índices sobre corrupción, Uruguay es uno de los mejores en América del Sur; como Chile, al mismo nivel”. Y, por si no se hubiera entendido bien, aclaraba: “cosa que no sucede con otros países de la región, pero no hay que dar nombres, ¿no?”.
Dios mediante
La magnitud que a esta altura tiene el conflicto no permite imaginar que se pueda solucionar por la vía de la negociación bilateral. Ni siquiera prosperó el intento de una mediación de los obispos católicos, una gestión prematuramente difundida por el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, que finalmente terminó con un planteo más modesto del obispo de San José, Pablo Galimberti: que ambos países se presenten en forma conjunta ante la Corte Internacional de Justicia, como dos hermanos que se quieren y se llevan bien pero tienen una diferencia, como ocurre hasta en las mejores familias.
Los cortes de los puentes parecen llegar a su fin y no precisamente por decisión del gobierno argentino; lejos de ello, el presidente Kirchner anunció el miércoles 19 que nunca usará el bastón para disuadirlos. La división de los vecinos de Colón integrantes de la Asamblea, el lunes 18, facilitó a la mañana siguiente el desalojo de la ruta -mediante incendio de las barreras- de quienes decidieron mantener la medida. En Gualeguaychú, la presidenta de la Asamblea renunció a ese cargo y a seguir integrando el órgano, invocando razones personales.
En ambos casos, los participantes están divididos entre quienes sostienen que llegó el momento de facilitarle las cosas al gobierno en su demanda ante la Corte de La Haya y quienes entienden que es necesario quedarse en la ruta y presionar al gobierno para que finalmente inicie ese trámite hasta ahora postergado. Otros factores favorecen el quiebre de la unidad de los asambleístas: el inevitable desgaste de las relaciones humanas que produce el paso del tiempo, las bajas temperaturas nocturnas y la reducción de los efectos sobre la economía uruguaya, con motivo de la finalización de la temporada turística.
Mientras tanto, la movilización de las organizaciones ambientalistas europeas tuvo éxito en el frente financiero: el jueves 12 el ing Bank, de Holanda, anunció que había decidido retirarse del emprendimiento de construcción de Botnia en Uruguay. Era, después del Banco Mundial, el mayor inversor en la planta de esta empresa en Río Negro.
En España, mientras tanto, los grupos ecologistas se han estado movilizando para que el Estado no participe en la financiación de las obras de ence en Uruguay. A principios de abril voceros de la empresa anunciaron que ésta había recibido un préstamo de 480 millones otorgado por un consorcio de bancos, pero debe tenerse en cuenta que se trata de instituciones privadas -Santander, bbva y Banesto, entre otras-; que el monto concedido fue para la empresa en su conjunto y no está destinado exclusivamente a la planta de Uruguay; y que las instituciones públicas españolas, en cambio, se han mostrado reticentes, en las últimas semanas, a conceder los préstamos y las garantías solicitados con ese fin.
Esto último explicaría la actitud de ence, que a diferencia de Botnia, sigue dispuesta a parar las obras durante 90 días. La otra explicación es que los únicos trabajos realizados hasta ahora en M’Bopicuá son de movimiento de tierra, preparatorios de la construcción. La iniciación de esas tareas le ha servido además para que no caducara la habilitación que concediera a fines de 2003 la DINAMA, en la cual se fijó -como es habitual en estos casos- un plazo de dos años para el comienzo de las obras.
No hay dos sin tres
Stora-Enso, la mayor empresa de la industria papelera mundial, de capitales suecos y finlandeses, confirmó esta semana la instalación de su planta de celulosa, de dimensión igual a la de Botnia, en el centro del país, a orillas del Río Negro (aún no ha definido si se ubicará en Durazno o Tacuarembó). La empresa ya compró unas 50 mil hectáreas y piensa duplicar esa superficie mientras construye la planta. Su presidente regional, Nils Grafström, en declaraciones a la radio
El Espectador el miércoles 19, aseguró que el conflicto entre Argentina y Uruguay no había alterado los planes de la empresa, subrayó la importancia de que la gente esté informada sobre las fábricas de celulosa y su funcionamiento, anunció que la pastera trabajará con la tecnología ECF y opinó que las recomendaciones contenidas en el informe a la CFI de la consultora Hatfield eran atendibles y que era posible tenerlas en cuenta.
La aparición pública de este alto ejecutivo de Stora-Enso fue precedida, dos días antes, por la publicación de extensas notas en los matutinos El País, El Observador y La República -en los dos primeros casos anunciadas en tapa-, en las que se abunda en información sobre las plantas de la empresa, con un gran despliegue de fotos, infografías y cuadros, y se insiste en la limpieza de la producción, señalándose al respecto que los planteos de los ecologistas son anacrónicos y que los actuales sistemas de control eliminan los daños ambientales. Las notas fueron publicadas por periodistas que viajaron a Finlandia invitados por la empresa.