Lobbys: Entre el delito y el terrorismo

Por Enrique Oliva, especial para Causa Popular.-
En estos tiempos, el uso y abuso del lobby, aunque viene de tiempos remotos, se ha generalizado al extremo de que la lenta Real Academia Española terminó por incluirla en su diccionario. Allí lo señala como “grupo de personas influyentes, organizado para presionar a favor de determinados intereses”.
La palabra lobby, de origen inglés, en la lengua de británica de origen alemán, se la define así: “paso, pasillo, corredor: salón de entrada (de un hotel); antecámara, vestíbulo”. Hasta aquí coincide con la Academia madrileña, pero agrega que en Estados Unidos, en política, quiere decir “camarilla de cabilderos”.
Luego veamos que camarilla, en criollo y en castizo significa “conjunto de personas que influyen subrepticiamente en los asuntos de estado o en las decisiones de alguna autoridad superior”. En cuanto a cabildero es simplemente “persona que cabildea”, cuando cabildear es “intrigar”.

Es decir , tanto en inglés como en español, la palabreja no tiene buena prensa, cuando su uso práctico busca privilegios en las determinaciones políticas, recurriendo al soborno. Y es creencia que el lobbysta actua contra sus compatriotas como terrorista de guante blanco. Se lo compara al depredador lobo, aunque no sea ese el origen de la palabra.

Los lobbys en Argentina

En una ocasión un periodista argentino se quedó sin poder subir a un ascensor repleto del Congreso Nacional. Mientras esperaba para tomar otro, un diputado de su amistad, que estaba a su lado, le comentó irónicamente: “Paciencia, muchacho, los lobbystas tienen prioridad”.

En 1989, al asumir Carlos Menem el gobierno, dispuso reformas en la Casa Rosada, comenzando por precisar qué funcionarios ocupaban los distintos lugares del Palacio. Así se descubrió a un sujeto con oficina y teléfono exclusivos, pero sin tener cargo alguno. Se trataba de un lobbysta, un falso influyente.

En Argentina tenemos varias clases de lobbistas que actúan a plena luz del día o encubiertos. Transitan cómodamente por pasillos muy custodiados y de difícil acceso para la gente común. A veces el lobbysta es un alto funcionario que continúa trabajando para empresas multinacionales.

También se dan casos de periodistas, profesores, consultoras de imagen o relaciones públicas, corporaciones, etc, etc. En los múltiples etcéteras, es más común de lo imaginable, quienes se sirven de algunas ONG como tapadera, difundiendo informaciones y encuestas harto sospechosas. Asimismo, menudean los que hacen “abuso de apellido o parentesco”, prestando sus nombres para integrar (bien remunerados) directorios y servir simplemente de abrepuertas sin uniforme. No faltan por supuesto innumerables estudios jurídicos “asesores de empresas”, y hasta agencias de seguridad. .

Un caso lamentable para el prestigio argentino fue el atribuido públicamente al ex embajador de nuestro país en Estados Unidos, cuando luego fuera Secretario General de la OEA, doctor Alejandro Orfila. Este tuvo serios problemas en Washington por trabajar, bajo pago, en relaciones públicas para el ex dictador de Haití Jean-Claude Duvalier, más conocido como “Baby Doc”, sin estar registrado como agente.

Los lobbys en Estados Unidos

En 1938, los norteamericanos se dieron la Foreign Agents Registration Act (Ley de Registro de Agentes Extranjeros). Los fundamentos de la creación de ese organismo, oficialmente son:

“La política y el objetivo de esta “Act” es proteger la defensa nacional, la seguridad interna y las relaciones exteriores de los Estados Unidos requiriendo el registro de toda persona que se dedique a actividades de propaganda u otras tareas en nombre de gobiernos extranjeros, partidos políticos extranjeros y otras actividades extranjeras; de manera tal que, el gobierno y el pueblo de Estados Unidos estén informados de la identidad de dichas personas y puedan evaluar sus declaraciones y acciones a la luz de sus asociaciones y actividades”.

Este organismo depende de la Secretaría de Justicia, a través del Procurador General.
Allí se registran diversos ex agentes de los múltiples servicios de inteligencia que pasan a trabajar para personas, gobiernos o empresas de su país o del exterior..
No es nada serio para un norteamericano figurar en ese registro, comúnmente llamado de “espías acreditados”.

El ex secretario de estado Henry Kissinger, multimillonario y cabeza de una empresa especializada en lobbysmo, es decir intrigas, trabaja para Bancos y multinacionales de su país, tanto allí como en el exterior, se ha negado a registrarse públicamente, por no figurar como “agente extranjero”.

Los privilegios de Henry Kissinger

Henry Kissinger, a pesar de no estar registrado como “agente”, igual practica lobby con millonarios honorarios. Varios medios de Estados Unidos lo señalaron como responsable de una grave crisis con Irán, porque hacía lobby para el exiliado Cha de Persia Mamad Reza Pahlevi, logrando que fuera admitido dentro del territorio norteamericano, contra la voluntad de buena parte del Departamento de Estado.

El gobierno integrista iraní reaccionó tomando como rehenes a todos los diplomáticos yanquis en Teherán. En aquel momento, los intentos de rescates costaron varias vidas de comandos yanquis y la pérdida de helicópteros. Otra consecuencia importante de ese fiasco, fue el descrédito de Jimmy Carter, perdiendo su reelección como presidente.

También a Kissinger le debemos los argentinos por lo menos dos aventuras, rentadas por supuesto, aun sin conocer los objetivos de todos los viajes a nuestro país.. La menor y sin éxito, fue venir a Buenos Aires en su jet privado, para interceder por Alfredo Yabrán, aunque a él poco le importa el fracaso, pues cobra por adelantado, tal como hacen los abogados que defienden a delincuentes.

Más grave aun para los criollos fue su intensa actividad desplegada por el Kissinger Premio Nobel de la Paz durante la Guerra de Malvinas.

Operó por distintas ciudades del mundo a favor de la colonialista Gran Bretaña, afirmando que, agredida, libraba una guerra “justa” y debía ser apoyada.

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