El resultado de las PASO abrió un escenario de absoluta complejidad para Unión por la Patria. El triunfo sorpresivo de Javier Milei compromete seriamente las chances del oficialismo por retener el ejecutivo. En ese escenario, la situación endeble de la economía atenta contra las posibilidades de Sergio Massa, que tiene por delante la administración de la volatilidad típica en momentos postelectorales.
Para profundizar en varios de estos temas hablamos con Martín Burgos, licenciado en Economía (UBA) y Master en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS-París, Francia). Burgos fue coautor de los libros La soja: entre el monocultivo y la necesidad de divisas, y El nuevo modelo económico y sus consecuencias, y jefe de Gabinete de Asesores, de la Secretaría de Política Económica entre diciembre de 2019 y enero de 2021.
La actualidad económica
¿Cuáles son las principales causas de la inflación? ¿Qué análisis haces de las políticas del gobierno para combatirlas?
La inflación tiene varias causas. Una es estructural mientras que otras tienen un carácter político-coyuntural. En cuanto a la estructural, la dificultad para generar divisas hace subir el tipo de cambio arrastrando los precios locales atados al dólar. Las causas de la coyuntura política son aquellas medidas que se toman y tienen una naturaleza inflacionaria. Algunas se implementaron durante el macrismo, por ejemplo: las unificaciones de tipos de cambio y los tarifazos.
La inflación actual es inercial. Como todos los precios están indexados (alquileres, salarios, tipos de cambio) la inflación del pasado se traslada al futuro. Asimismo, ocurrieron una serie de episodios que tendieron a incrementar todavía más los precios, por ejemplo, el alza del valor de la energía a nivel global fue un “shock inflacionario” que generó una suba del 10% a nivel mundial y que empujó a la Argentina a niveles de tres dígitos.
A inicios de este gobierno hubo un consenso entre los economistas heterodoxos sobre la necesidad de un tipo de cambio alto que por definición es inflacionario. Algo similar ocurrió durante el mandato de Néstor Kirchner, cuando empezamos a tener una inflación de dos dígitos.
Después de la pandemia, se trató de contener el impacto del dólar sobre la inflación, pero ya era tarde. Nos instalamos en 50% de incremento anual, la misma inflación que generó el macrismo. El acuerdo con el FMI, las disputas en el seno del gobierno y la guerra en Ucrania empeoraron aún más la situación. En poco tiempo alcanzamos una inflación de tres dígitos. Es la que tenemos actualmente.
Para enfrentar esa situación se requiere poder político, ya que el Estado se tiene que poner por encima de los actores para poder estabilizar los precios y los ingresos.
¿Qué te parece la administración de Massa en el Palacio de Hacienda?
Massa hace una gestión pragmática en medio de la tormenta. Tiene lazos con los actores económicos, políticos, y sociales que pocos tienen, y creo que la inflación hoy se resuelve más desde la política que desde la técnica económica.
Intuyo que su plan era ralentizar la economía en el segundo semestre de 2022 para poder crecer este año y llegar bien posicionado a las elecciones. El obstáculo de ese plan fue la sequía. Eso complicó todo.
El gobierno sufrió la pérdida del 25% de las exportaciones. A pesar de ello, los indicadores son positivos y tenemos un tercer año de crecimiento económico consecutivo. El escenario es alentador. Es muy importante para Argentina luego de los estancamientos de 2011-2017 y las crisis de 2018/19.
¿Qué evaluación haces de las gestiones con el Fondo Monetario?
Creo que la deuda con el FMI es impagable. En esas circunstancias, es lo mejor que se puede hacer, es decir, patear la deuda hacia adelante. El problema es que en el debate se malinterpretó mucho lo ocurrido entre 2001 y 2005. Se sacaron conclusiones políticas erróneas.
Se dijo que en 2001 se defaulteó con el FMI, cosa que no es cierta. Se incumplió el pago de los bonos, pero los organismos internacionales acreedores siguieron cobrando. Se habló sobre el pedido de un recorte en la deuda, algo que por estatuto históricamente el FMI no puede conceder.
Se habla de la soberanía económica lograda por la gestión de Néstor Kirchner pero no se dimensionan las circunstancias que lo ayudaron. Las exportaciones se habían duplicado en tres años, la recaudación pasó de 25 mil millones de dólares en 2003 a casi 50 mil millones de dólares en 2006. Así es más fácil pagar nueve mil millones de dólares “cash».
Esto no es como ir al banco y negociar tu deuda. El FMI es un organismo de poder político que maneja Estados Unidos y sus aliados occidentales. Por el acuerdo sellado, las relaciones de poder político internas del gobierno no fueron bien atendidas. Creo que la negociación con el FMI falló en lo político, y eso terminó resquebrajando la construcción política que había llegado al poder en 2019.
¿El acuerdo reciente que el gobierno cerró con el Fondo puede impactar en la inflación?
Definitivamente, sí. Empeora la situación porque las políticas que reclama el FMI son inflacionarias. Te pide las medidas típicas: devaluación y ajuste de tarifas. A la vez, hay que mirar el problema inflacionario interno. La escasez de divisas implica una mayor inconsistencia entre las exportaciones y el mercado interno. Creo que el sector energético puede ser una clave para salir del impasse en el que nos encontramos hoy en términos de inflación y de crecimiento económico.
Las PASO
¿Podes establecer una relación entre el triunfo electoral de Javier Milei y la situación económica?
Hay una relación muy fuerte. Si uno mira en términos de objetivos, los indicadores, sobre todo la actividad industrial (tercer año consecutivo creciendo), se observan resultados positivos. Incluso en un contexto tan hostil como la post pandemia, la guerra con Ucrania, etc.
El problema sigue siendo la inflación. Por más que tengas buenos resultados en algunas variables, la inflación te destruye ingresos. Además, te rompe una institución clave del Estado como la moneda. Te derrite el sentimiento de comunidad, de unión social.
Milei conecta con la gente porque para la sociedad, que ya está haciendo sus cuentas en dólares, hay una clara aspiración a la dolarización. La dolarización para el imaginario de la gente es el fin de la inflación. Es un poco parecido a lo que ocurrió con la convertibilidad. A cualquier costo, la dolarización. A pesar de que los costos sean enormes.
Años de problemas económicos y de incapacidades en la gestión política están entre las causas de los resultados.
¿Qué políticas crees que Unión por la Patria tiene que implementar para incrementar sus chances de forzar un ballotage?
Lo más urgente es la suba del salario mínimo para que impacte positivamente en los ingresos de los trabajadores informales. Actualmente el salario mínimo está en el 50% de la canasta básica de alimentos que necesita una familia para no ser pobre. En 2015 estaba en 70%. El fenómeno del asalariado pobre no es solo un fenómeno económico, sino, en gran medida, institucional. No se están poniendo en práctica las políticas necesarias para mejorar sus ingresos y sus condiciones de trabajo.
Lo que viene
Durante la campaña se discutió la eliminación del cepo cambiario y de las retenciones al complejo agroexportador ¿Es viable un proyecto de país sin esas políticas? ¿Cuál es su importancia para las arcas del Estado?
Son las medidas que tomó Macri y que fracasaron rotundamente. La quita de retenciones y la eliminación del cepo implica una distribución del ingreso regresiva y un nuevo nivel de inflación con posibilidades de llegar a una hiper. Quitar el cepo puede ser una receta para llegar a la hiperinflación. Lo hizo el ministro de Economía, Juan Carlos Pugliese en 1989 y fracasó. En esto no hay muchas diferencias entre los que ofrecen un macrismo más rápido o los que ofrecen un macrismo en cuotas.
La unificación del tipo de cambio actual no sería la misma que en 2015, porque en ese momento se pudo sustentar con endeudamiento externo. Eso se sostuvo con una devaluación que generó inflación y recesión. Hoy, con los mercados financieros cerrados y la inercia inflacionaria existente, quitar el cepo nos llevaría a una hiperinflación.
En cuanto a las retenciones, la suba de precios no debe dejar pasar que el impacto fiscal será muy negativo. Gran parte del incremento del déficit fiscal del macrismo se debió a la reducción de impuestos como las retenciones. Tanto fue así que hasta el FMI le pidió que la vuelvan a poner para estabilizar las cuentas.
Los mejores años de Argentina son cuando las retenciones tienen un peso relativo importante en el conjunto de la recaudación. Es un indicador de equilibrio entre mercado interno y exportaciones. Además, te permite tener margen de maniobra para hacer políticas públicas.
¿Estás de acuerdo con el diagnóstico de algunos especialistas respecto a que Argentina tiene por delante un año de bonanza económica debido a la exportación de gas no convencional y litio?
Soy optimista. El 2024 será un buen año para las exportaciones. Pero se repite la misma pregunta con la que evaluamos al gobierno de Alberto Fernández: ¿que se hace con los excedentes de divisas? Si vamos a seguir pagando deudas privadas, es una cosa. Si vamos a usarlo para que las pymes produzcan en base a insumos importados, es otra.
El gobierno que asuma tendrá por delante muchos desafíos. Por un lado, hay que renegociar el acuerdo con el FMI y una voluminosa deuda con los bonistas privados. Por otra parte, los conflictos geopolíticos son cada vez más graves, se está disputando la transición por la hegemonía entre Estados Unidos y China.
No hay que olvidar que estos contextos históricos también son el momento para el surgimiento de movimientos políticos revolucionarios como lo fue el peronismo. Las transiciones mundiales abren espacios de autonomía política que pueden ampliarse en provecho de la soberanía.