POLICÍA DE LA CIUDAD: GATO NEGRO, GATO BLANCO

Breve racconto sobre el historial de gatillo fácil y otros crímenes de la policía porteña.
policia de la ciudad

GATO NEGRO 

En sus cinco años de existencia, la Policía de la Ciudad es culpable de ciento veintiún casos de gatillo fácil, lo cual marca una estadística atroz de dos crímenes mensuales. Esta es una cifra que espantaría en Europa, pero no en otros países de la región, como Colombia, el país enclave del capitalismo corporativista armado y en el cual no solo existen los casos de gatillo fácil, sino también el de dirigentes sociales, campesinos y políticos. 

Formados con las lógicas del liberalismo populista, por el cual todo chorro debe ser muerto y donde la premisa de Patricia Bullrich: “Quien quiera andar armado, que ande armado”, deriva la Doctrina Chocobar. Su comienzo ya estuvo teñido de un tinte oscuro, la mayor parte de los integrantes de los policías federales que pasaron a la Metropolitana, para inaugurar la fuerza, tenían causas judiciales abiertas por distintos delitos, incluido su jefe, Jorge “El Fino” Palacios, implicado en las escuchas ilegales de la causa AMIA, en la que fue procesado por el entonces fiscal Nisman. 

Palacios, fallecido en marzo del 2020 de un infarto mientras tomaba mate en su casa, tenía una estrecha amistad con Macri y fue jefe de seguridad de Boca Juniors. Sin embargo, el vínculo amistoso comenzó a forjarse cuando Macri aun no era Macri, sino tan solo el hijo de Franco y fue secuestrado en los años 90. Un secuestro con visos sospechosos. 

El proceder de las policías de los EE. UU. e Israel, con una formación basada en el racismo y la discriminación, sirven también para ver parte del sustento ideológico de la Policía de la Ciudad. En su momento, el ex presidente Mauricio Macri declaró haber elegido al Fino Palacios por consejo de las embajadas de esos dos países. Aunque a los pocos meses y debido al procesamiento judicial, debió renunciar y cederle el cargo a quien fue su ladero en el club de la ribera, Eugenio Burzaco, el cual fue responsable de la represión en el Hospital Borda y de la masacre del Parque Indoamericano, un operativo salvaje que dejó decenas de heridos y dos muertos. Burzaco, además, presidió la Fundación Pensar, junto al ex agente de inteligencia del Batallón 601, Julio Cirino, célebre por la detención y tortura de desaparecidos, durante la dictadura cívico-militar.

GATO BLANCO 

Los índices electorales marcan que en la Ciudad de Buenos Aires el discurso de derecha y ultraderecha se encuentra bien acendrado en un 65% de su población, la cual legitima el abuso de la fuerza policial e insiste en que no es lo mismo ser un habitante de un barrio de la zona sur, que uno de la zona norte como Belgrano. Los medios hegemónicos se encargan de construir ese sentido común; por el cual se admite que una mujer furiosa que mantiene una discusión con su pareja pueda ser contenida emocionalmente por el personal policial femenino, al mismo tiempo que puede rechazarla por tratarse de “negras que usan ojotas de indios” y “porque me hace mal que me toquen las negras”, lo cual es mostrado tan solo como un suceso desagradable, en el cual el código contravencional porteño solo lo castiga con 10 días de prisión y trabajo para la comunidad durante una semana.

Pero las cosas empeoran si el suceso involucra alguna muerte, como sucedió con el quiosquero asesinado por una pareja de ladrones en Ramos Mejía, en plena campaña electoral, donde la muerte del mismo permaneció como noticia reiterada hasta el hartazgo, en aquellos medios afines a la oposición al gobierno. El mismo Jonatan Viale en uno de sus programas declaró: “Estuvimos quince días dándole manija a esto, para nada”. 

El suceso infausto sucedió en Ramos Mejía, distrito perteneciente a La Matanza, donde la derecha sufrió una derrota por veinte puntos frente al gobierno. El uso de las víctimas y la victimización es un recurso propio de la derecha para sus fines políticos y personales. El caso de Carolina Piparo, sirve como ejemplo al arribar ella misma a la política, después de perder un embarazo, al ser atacada en una salidera bancaria. El uso también se convierte en justificación y en justicia por mano propia. Su marido y ella atropellaron con una 4×4 a unos pibes en La Plata, después de los festejos navideños, porque los confundieron con pibes chorros que les habían robado el celular minutos antes.  

GATO NEGRO 

Las cifras hablan por sí solas y están disponibles con solo googlearlas en el sitio indicado. Un mapa de la violencia policial en el AMBA muestra que el año pasado murieron ochenta y un personas en hechos donde intervinieron las fuerzas de seguridad, de ellos setenta y dos eran particulares y nueve agentes. El mismo mapa nos muestra que cinco mujeres son asesinadas cada año, por sus compañeros policías, en hechos de violencia de género y con el uso del arma reglamentaria. Los datos también muestran que durante los cinco años de gobierno macrista, terminaron muertas mil cuatrocientas cuarenta y un personas en hechos policiales. 

Estos índices podrían significar que las fuerzas de seguridad no se encuentran bien preparadas o que la violencia institucional es promovida o tolerada por las autoridades y la sociedad. El grupo más vulnerable de este accionar y que tiene un setenta por ciento de víctimas es el de los varones de entre 15 y 27 años. El ochenta y tres por ciento de los varones y el cuarenta por ciento de las mujeres murieron en presuntos enfrentamientos armados –como apunta siempre la versión policial– porque el policía utilizó el arma estando fuera de servicio. 

Muchos de los jóvenes muertos por la Bonaerense pertenecen a barriadas marginales del conurbano, quienes como Luciano Arruga, son incitados a robar para la policía con todo tipo de amenazas, que hasta incluyen la violación en alguna comisaría. Si la extorsión para cometer delitos no prospera, la muerte y la desaparición están a la orden del día. Tal como sucedió con el muchacho ya mencionado, cuyo cuerpo apareció diez años después de su asesinato, en un depósito del cementerio de La Chacarita como NN. Luciano padeció el hostigamiento de las prácticas policiales desde la adolescencia.

GATO BLANCO

Un infomano es aquel –según lo apunta Byung-Chul Han- que consume información digitada con un fin político e ideológico preciso. La información en esa estructura no se realiza para mostrar una verdad, sino para construir un relato que justifique entre otras cosas, como el abuso de las fuerzas policiales. Los algoritmos juegan su partida en la parcialización, segmentación y viralización de un discurso hegemónico que solo informa sin decir la verdad. 

La masa o multitud de infómanos está construida no para buscar o discernir una verdad, sino para crear subjetividades donde primen los razonamientos básicos que cimentan el odio, el machismo y el racismo, donde las vidas y muertes son manejables según los tiempos de las coyunturas políticas y con un sesgo netamente clasista. La seguridad no solo es un negocio, por el que pasan cámaras, armas, espray de gas pimienta y bastones de goma, es también un problema generado siempre por los “negros”. Esa estigmatización tiene sus frutos y es la que hace, más allá de su uso maquiavélico, que el quiosquero muerto en Ramos Mejía sea incluso una víctima que se puede vengar en un acto de justicia por mano propia. O por otro lado, que la muerte de Lucas González, asesinado en Barracas por tres policías de la CABA, quiera ser presentado por la ex ministra Patricia Bullrich como un hecho confuso donde los agentes sin uniformes, ni credenciales, balean a un pibe de una barriada humilde, por el solo hecho de ser morocho y llevar una gorra con visera. 

En los paradigmas que emanan de la llamada “Doctrina Chocobar”, este accionar está legitimado, porque más allá del supuesto error, un policía siempre obra en defensa de la seguridad de los ciudadanos y en ese sentido no deben ser separados de sus funciones, porque el fin supremo es como dijimos anteriormente, la seguridad de la comunidad.

GATO NEGRO 

El día en el cual se iba a celebrar la gala en el Colón para celebrar los cinco años de la creación de la Policía de la Ciudad, fue suspendido el espectáculo debido a la implicancia de  tres agentes en el asesinato de Lucas González. La institución postergó la celebración hasta nuevo aviso. Una parte importante de la población se indignó ante un hecho atroz, perpetrado por integrantes de esa fuerza. La cancelación, debido a la gravedad del acontecimiento, era algo lógico y hasta podría ser interpretado como un gesto solidario hacía las familias y amistades de la víctima, pero también es permitido dudar ante esa medida, puesto que la mentada policía está a estructurada a la manera de una fuerza de choque, de una milicia al modo de las SA hitlerianas. 

Además del asesoramiento recibido por parte de Israel y los EE. UU., Mauricio Macri también fue asesorado por Umberto Bossi, fundador de la fascista Liga del Norte en Italia. La estructura de rangos, fidelidad y lealtad de la policía porteña tiene muchos puntos de contacto con la estructura policiaca de los Camisas Negras de Mussolini. Estas también se encuentran en las estructuras mafiosas, como el cerrar filas para encubrir a un compañero, y la protección de la omertá, o sea la del silencio, que es inherente a esas formaciones. 

El día en que se produjo el asesinato, en la web de la fuerza los posteos se centraban en las felicitaciones propias y ajenas hacía la fuerza, la pertenecía se exhibía con orgullo. Entre tanto posteo laudatorio se colaban algunos que exigían justicia por Lucas González. Las críticas y pedidos de justicia se incrementaron con el correr de las horas y la página fue cerrada, una actitud que muestra no solo la soberbia, sino también el abroquelamiento ante lo que se considera un ataque. 

Ese acto de silenciar tampoco es nuevo y es una conducta manifestada también hacia adentro. En los primeros meses de 2019, el oficial primero Arshak Karhanian, quien trabaja en la división de delitos informáticos y también realizaba informes periciales sobre la muerte de Nisman, desapareció misteriosamente luego de encontrarse con dos compañeros. La familia de la víctima sospecha de la misma policía; el entorpecimiento de la investigación, tanto en el aporte de pruebas y otras actitudes corporativas en los estrados judiciales, acrecientan la sospecha.

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