Por CEPA*
Desde la asunción de Cambiemos, la pérdida de jerarquía y autonomía de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ha sido una constante. Primero a fin de 2015, al pasar a depender de la subsecretaría de energía nuclear, y luego en 2018, con la reducción del número de ministerios, quedó relegada a un organismo de quinto orden: la subsecretaría de energía nuclear.
Si bien entre las energías renovables la energía nuclear resulta más eficiente, el Gobierno impone un fuerte sesgo a la promoción de las energías eólica y solar.
Al caerse los proyectos de financiación de energía nuclear por parte de Rusia, esto deriva en que la Central Nuclear China Hualong I se convertiría en la 4o central y no en la 5°. La priorización de la financiación china también significa construir una central nuclear con uranio enriquecido, producto atado a la importación. Esto además deja de lado un proyecto de Central Nuclear tipo CANDU, que implica un sustento al desarrollo tecnológico nacional. Reemplazar la tecnología de uranio natural y agua pesada por la de uranio enriquecido implica caer en la dependencia de la provisión de uranio enriquecido, altamente condicionada por las grandes potencias y sus intereses geopolíticos.
Mediante el Decreto N° 882/2017, el Ministerio de Energía (actualmente secretaría) descapitalizó al CNEA al transferir el 51% del paquete accionario de la empresa pública Dioxitek a la misma Secretaria. Esta decisión prepara el terreno para una eventual privatización de dicho paquete accionario.
Este redireccionamiento de la política energética significa un fuerte impacto en las empresas estatales del sector nuclear. Especialmente en la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), una de las pocas proveedoras de agua pesada en el mercado internacional y la de mayor capacidad de producción en el mundo. La planta queda definitivamente perimida a partir del acuerdo con China y genera incertidumbre en la estabilidad laboral de más de 400 trabajadores.
En términos presupuestarios, la llegada de Cambiemos implicó un recorte del 57% correspondiente al presupuesto del sector medido en dólares El presupuesto destinado a CNEA se redujo de US$ 363 millones en 2015 a US$ 161 millones, cuatro años después.
Otro dato refiere a la relación entre el presupuesto destinado a CNEA y el presupuesto nacional: aquél representa en 2019 sólo el 0,16% del Presupuesto General de Gastos. En los últimos cuatro años se redujo a un tercio su participación en un tercio.
Desde la asunción de Cambiemos, la política en relación al personal no se centró en reducir la cantidad de trabajadores, como sucedió en otros organismos, sino en la reducción del salario real a través de la no recomposición mediante paritarias. En el periodo, se registró una pérdida del poder adquisitivo de los empleados del 42% a 44% entre diciembre de 2015 y mayo de 2019.
En el marco de un modelo de desarrollo hacia el futuro que se proponga delinear una matriz energética diversificada, el objetivo que manifiestan los científicos del sector tiene que ver con insertar la CNEA como un organismo central.
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