Para triunfar en una competencia, o en cualquier orden de la vida, lo primero que se impone es desearlo mucho, querer ganar. Luego confiar en que es posible hacerlo. Este es el primer desafío que tenemos como oposición al gobierno de Macri para 2019.
El camino a la unidad
Pero para ganar, el sencillo cálculo aritmético exige la unidad de la oposición, algo que parece difícil, pero no lo es tanto. Sí es necesario rechazar la idea de unidad como “universión” o pensamiento único. No hay un manual obligatorio de cómo ser opositor al gobierno nacional, pero existe una primera condición que suena necesaria: oponerse a Macri con sus políticas de ajuste y ahogo social, y las prácticas que afecten la lógica democrática, que incluyen las trampas en el poder legislativo y judicial. Si no lo que hacemos, es colaboracionismo o “macrismo blando”.
El segundo paso consiste en escuchar a la gente y no tanto a los dirigentes, empatizar con nuestra sociedad ¿Cuáles son los problemas de los argentinos? ¿Qué nos demanda la sociedad como opositores? ¿Cuáles son las preocupaciones? ¿De qué manera logramos interpretar a un segmento de más de 70% de la población que rechaza a Macri y sus políticas?
En tercer lugar, recogiendo las demandas y a partir de un diagnóstico común, debemos elaborar un programa que recoja las prioridades y genere un acuerdo entre toda esa oposición, de no más de 10 puntos de coincidencias, con eje en trabajo, producción, precios y salarios.
En último lugar, debe aparecer el protagonismo de los dirigentes. Ya sea para acordar quien será el que exprese la propuesta al electorado o si se dirimen las candidaturas en una PASO. Esto puede sonar a teoría pero en el post-pinochetismo a la “Concertación” chilena le dio resultado. Lo entendió y confluyeron 16 partidos, que integrada desde los socialistas hasta los demócratas cristianos, lograron colocar los presidentes por veinte años.
Defender el trabajo argentino
El otro eje determinante y prioritario para este duro presente como oposición, y futuro como gobierno consiste en defender el trabajo argentino. Hay que oponerse fervientemente a cualquier medida que lo afecte y como gobierno debe ser prioridad.
De esta idea fundamental se desprenden dos muy importantes derivados. Defender el trabajo de los argentinos, es tanto el empleo formal como informal. La dignidad de las familias y el pan en la mesa. Y en segundo lugar, cuando decimos priorizar el trabajo argentino hablamos de defender la industria nacional, su producción y a las Pymes frente a la apertura indiscriminada de la economía o a las medidas que generan recesión y matan el consumo interno.
Dos ideas fuerza -unidad y defensa del trabajo- que requieren firmeza, convicciones, generosidad política y tender puentes. Tomemos conciencia que cuatro años más de Macri serían una catástrofe para Argentina. Pero tengamos la esperanza de que otro país es posible.