El próximo jueves 13 de octubre a las 18.30, se presenta el libro nunca editado del notable filósofo y escritor. Será en Archibrazo, Mario Bravo 437. Participarán Fernando Spiner, Pablo De Santis, Claudio Zeiger y Liza Casullo, entre otros.
Nicolás Casullo (1944-2008) publicaba una novela por década hasta que la vida se lo llevó temprano y descubrimos, repentinamente, que había quedado una sin publicar. Casi sobre el final inesperado de su vida nos enteramos que en los años noventa había escrito una novela de ciencia ficción, de título Orificio, bastante más oscura e inflamable que las otras, bastante más dura. ¿Por qué no la había publicado? ¿Por qué postergó su corrección final hasta ese momento de extinción en que la vida se le iba y no quedaba más tiempo?
Antes que responder eso vale la pena preguntarse por Casullo de manera integral. Casullo acuñó la idea del pensar entre épocas como corte inexorable de tiempos históricos fenecidos y por venir, entre los cuales, sin embargo, se movían bisagras oxidadas y latían, como gustaba decir, antiguas reyertas que volvían transfiguradas. No había un despegue histórico incomunicado, indiferente, pero tampoco había con los años del horizonte revolucionario una continuidad lineal. Uno de sus conceptos metáfora más difundidos fue el de revolución como pasado, es decir, la idea de que vivimos un tiempo donde la transformación radical de estructuras es más un fondo histórico, un repertorio baldío, que un horizonte a futuro. Pero que el presente, de algún modo, le debe algo, en su configuración fantasmal, a esas ideas de cambio. Otro concepto fuerte es el del peronismo como memoria popular, como repertorio de prácticas, de gestos, de escisiones, que son pasibles de inscripción en nuevas telas, en nuevos andamios, sobre nuevos caballetes. Y, también, otra concepto imaginario que es el de mutantes, o sea el modo en que ciertas cosas se metamorfosean, se encriptan, se encarnan en otras… La novela Orificio fue escrita a comienzos de los noventa, en pleno auge menemista. Al peronismo desfigurado de los ochenta lo heredaba un peronismo traidor que liquidaba socialmente la Argentina. En esa escena política desoladora, mientras Ricardo Piglia escribe La ciudad ausente y el guión de La sonámbula, la película de Fernando Spiner; mientras Osvaldo Soriano escribe Una sombra ya pronto serás y Feinmann la emprende con su desbordada La astucia de la razón; Casullo escribe en voz baja, sin aspavientos, Orificio. Pero decide no publicarla. Sobreviene la crisis del 2001, y entonces el reloj empieza a correr nuevamente con rapidez.
La novela se compone de diez capítulos en los cuales, como una cámara subjetiva o una tercera persona con foco en el protagonista. Un hombre extraño, a quien le dicen Orificio, se mueve frenéticamente, con su ametralladora, liquidando uno y otro ser, de calle en calle. El relato nunca se aparta de Orificio, y lo sigue en su carrera loca, en su ascenso y acumulación, de barrio en barrio. Una sociedad de mutantes que viven en la anomia, en el año 2117, habita los antiguos barrios de la ciudad de Buenos Aires. Viven en tribus encapsuladas, con escasa relación y extraviadas a su libre albedrío y desesperación. ¿Quién es Orificio? En la composición de ese imaginario de una Buenos Aires de 2117 hay mutantes, seres que no son personas, acaso replicantes como en Blade Runner, acaso clones, copias como en Inteligencia artificial. De a ratos surgen retazos de un pasado distinto: guerrilleros, marxismo, luchadores, hordas psíquicas, talleres obreros, obispos, toda una nomenclatura y una toponimia que remiten a pasados sociales donde otras cosas han ocurrido y se han buscado, deseado. Quizás allí pone en juego, bajo otras ropas, las ideas de revolución como pasado y peronismo como memoria popular. Hay algo irreductible, negativo, imposible de resucitar. Hay algo indesmontable: el pasado. Nada vuelve de la misma forma, nunca, y si vuelve lo hace metamorfoseado, como un mutante. ¿Cómo, qué es lo viejo y lo nuevo?
Orificio se publica ahora, en 2011, al cumplirse tres años del fallecimiento de su autor. Se enmarca en el proyecto editorial ASTIER, una colección de novelas que propone una vuelta a la literatura argentina desde el placer y la voluntad del cambio social. Se trata de reencontrar las leyendas, las fábulas y las palabras de antaño, no donde permanece y se fosiliza el costumbrismo sino donde renace la extraordinaria singularidad de las identidades. No se trata de defender el realismo social contra una supuesta vanguardia formalista, ni los temas mal llamados sociales por sobre los mal llamados frívolos. Lo social en la literatura hoy aparece interrogado de un modo bastante distinto al de la polémica entre Boedo y Florida. Una muestra interesante de lo que puede hacer hoy la política con el arte es el NÉSTERNAUTA, aunque no se haya profundizado demasiado en ese poderoso símbolo. ¿Qué significa, en la Argentina de hoy, que el político más importante de la última década aparezca reconfigurado en un personaje de comic tan particular como Juan Salvo?