El Ministerio de Educación de la Nación lleva a cabo el programa Federal de Turismo Educativo y Recreación. Los chicos de cualquier colegio público pueden ser parte del proyecto. La antítesis son las colonias de la ciudad de Buenos Aires, que recibieron denuncias durante el verano por mal estado de los predios, falta de comida y de baños químicos.
Bajo la consigna Los chicos tienen que ser niños y no adultos pequeños, el Programa Federal de Turismo Educativo y Recreación, del Ministerio de Educación de la Nación, propuso darles a ellos el lugar que la sociedad no les dio. De esta manera pueden conocer, comprender y apropiarse de la diversidad geográfica y cultural de Argentina, realizando actividades socio-recreativas, formativas e integradoras.
“El destinatario principal de este proyecto es la escuela pública y los chicos como actores pertenecientes y protagonistas de ella”, dijo Claudio Cincotta, Coordinador General del programa. También señaló que los padres mandan a sus hijos sin conocer a los profesores, y eso subraya la confianza que hay con el colegio estatal.
Muy distinto fue el verano de los jóvenes porteños, que a la hora de ir a divertirse, se encontraron con predios llenos de basura, sin seguridad, comida racionalizada y falta de baños químicos. Todas estas falencias fueron publicadas promediando enero en el diario Tiempo Argentino tras una denuncia de la defensora adjunta del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Graciela Muñiz, pero nada hizo el Estado porteño y así, como muchos de los reclamos en el distrito, quedó en la nada.
Otro de los reclamos fue el de UTE –Unión de los Trabajadores de la Educación-, que ante la posibilidad de un cierre temprano de estas colonias, pidieron que continúen. Además, manifestaron su enojo por los sueldos, ya “que son más bajos que en la gestión de Jorge Telerman (jefe de Gobierno que sucedió a Ibarra en 2006)”.
El proyecto nacional comenzó en 2004 con algo más de mil jóvenes y algunos maestros que reconocieron haber aprendido y corregido algunas cuestiones pedagógicas “sobre la marcha” y con el correr de los días se fueron afianzando en el programa que en la actualidad convoca más de 30 mil alumnos por año.
Las actividades se llevan a cabo durante el receso de invierno y verano en Chapadmalal, provincia de Buenos Aires, y en Embalse Río Tercero, Córdoba. Ésta última suele utilizarse para la época invernal, ya que en “Chapa” –así la llaman los docentes- los chicos conocen y disfrutan del mar en verano.
Cintia Callo, maestra del Programa, dio su opinión respecto a los establecimientos donde se desempeñan las tareas: “yo estoy desde que esto empezó y fui a los dos lugares, pero prefiero ir a ‘Chapa’ porque cuando uno ve a los pibes hasta llorando de emoción por la inmensidad del mar, son recuerdos imborrables, sentimientos únicos”.
Esta propuesta trascendió los marcos del sistema educativo formal y acompañará a los jóvenes durante toda su vida. La educación se entiende como un proceso integral: los niños y niñas que lo aprovechan, dieron cuenta de que las múltiples experiencias generaran un valioso aporte para su vida diaria.
El Programa aportó a la construcción de la justicia social en el plano educativo al favorecer sectores de bajos recursos con la distribución de bienes materiales pero sobre todo, culturales. Asimismo, fomentó el turismo escolar nacional y contempló el desplazamiento de grupos de niños y niñas a las unidades turísticas de la Secretaría de Turismo de la Nación.
Adrián Di Lizio es uno de los fundadores del plan y trabaja dentro del Ministerio de Educación de la Nación elaborando los proyectos que los alumnos realizan antes de llegar al Programa. En charla con Revista ZOOM, reflexionó: “La perspectiva del proyecto le hizo cambiar la cabeza a mucha gente dentro del ámbito educacional. Muchos creían que nosotros sólo nos íbamos con la guitarrita para Córdoba o Chapadmalal y que la recreación era cagarnos de risa de cualquiera cosa. No es así, la recreación es una forma de educar y, para que quede claro, los chicos no faltan a clase para venir a los campamentos, es un lugar donde incorporan una cantidad de conocimientos que quizás en el aula no los aprenden”.
“Yo soy profesor de educación física y cuando veo a un colega dando la misma clase todos los días en el patio de un colegio por 30 años, ahí me doy cuenta de que lo que hacemos sirve”, sentenció Di Lizio.
También reconoció que si lo que realmente quieren es generar mecanismos de igualdad socio-económica, no alcanza con lo hecho hasta aquí y por eso se está trabajando para que más provincias se integren al proyecto y mayor cantidad de alumnos puedan aprovecharlo.