La Ley de Presupuesto 2011 de la ciudad que se aprobó semanas atrás prevé un aumento de 1500 millones de pesos para Educación. Sin embargo, en 2010 uno de los principales problemas de la gestión macrista fue la subejecución: se usó, por ejemplo, solo un 17 por ciento de lo destinado a la infraestructura de los edificios escolares. Opinan: Daniel Filmus, Carlos Montero, Diego Kravetz, Gonzalo Ruanova y Eduardo López.
En la Capital, la Ley de Presupuesto 2011 fue aprobada al comenzar el mes de marzo y el PRO demostró una vez más que, durante lo que resta del año, las deudas sociales no serán saldadas.
El ministro de Educación porteño Esteban Bullrich (no quiso declarar ante este medio), pidió y le concedieron un 23 por ciento de aumento en sus partidas presupuestarias. Es decir, unos 1500 millones de pesos más que los 6700 millones de 2010. ¿Para qué? El ex ministro de Educación de La Nación y senador nacional por el FpV, Daniel Filmus, señaló a ZOOM que “sirve que aumenten las partidas presupuestarias, después habrá que ver para qué las usan”. A su vez, el diputado Diego Kravetz, integrante de la comisión de Educación, Ciencia y Tecnología en la legislatura de la Ciudad, completó: “por suerte se votó un presupuesto con algunos de los pedidos de la oposición, pero los aumentos son sólo por los mayores ingresos que percibe la ciudad”.
La frase del pre-candidato a Jefe de Gobierno viene a cuento de que el pasado año se utilizó sólo el 17 por ciento del dinero enviado para la infraestructura de los edificios escolares. “Macri tiene la costumbre de no usar el presupuesto que se aprueba. Será trabajo de los legisladores exigir que se use lo que corresponda a cada partida. Pero cada vez que sub-ejecuta, demuestra cómo piensa”, señaló Carlos Montero, dirigente del Cabildo Abierto del Peronismo Porteño.
En 2010, el 95 por ciento de los educadores cesaron en sus actividades en más de cuatro jornadas en reclamo de mejoras salariales y (ya con el acompañamiento de los alumnos) y perfeccionamientos edilicios en las escuelas públicas. Por eso, Eduardo López, secretario general de la Unión de los Trabajadores de la Educación (UTE), subrayó que “esto ya lo hemos declarado decenas de veces pero en la Ciudad, de cada 100 pesos que se invierten, 23 van hacia Educación, cuando en otros distritos como la Provincia de Buenos Aires o la de Santa Fe, se invierte más del 35 por ciento del presupuesto. Esto no puede seguir sucediendo”.
El dirigente sindical también lamentó que la oposición al gobierno de Mauricio Macri se encuentre tan fragmentada: “la Coalición Cívica, el FpV, Proyecto Sur y Nuevo Encuentro deberían unirse para evitar el avance de las políticas públicas que está llevando a cabo el Estado de la Ciudad”. De todas formas, ve unidos a quienes integran la comisión de Educación en la Legislatura porteña: María Elena Naddeo (Diálogo por Buenos Aires), Delia Bisutti (ex Proyecto Sur), Laura García Tuñón (Proyecto Sur), Francisco “Tito” Nenna (Encuentro Popular para la Victoria).
Por su parte, el legislador porteño por Nuevo Encuentro, Gonzalo Ruanova, manifestó su disgusto y destacó que el dinero para Educación siempre estuvo, aunque la “ineficiencia de quienes deben emplearlo generó mucha tensión”.
“La ideología de este gobierno (siguió Ruanova) siempre fue muy clara: se recortaron 43 millones de pesos destinados a comedores escolares y los enviaron hacia la pauta oficial. En el nuevo presupuesto se prevé duplicar los contratos con las empresas privadas de basura, que irían de 700 millones a 1500 millones de pesos. Seguro que los contratos de basura se deben actualizar, porque aumentan los sueldos y los impuestos laborales, pero de ninguna manera se duplican. Ningún presupuesto se ha actualizado de esa manera, ni el de Salud, ni el de Educación.”
Si el dinero está, ¿por qué no se gasta? Quedó demostrado que la inoperancia de algunos funcionarios porteños genera fricción en la sociedad; discriminación y muerte en el Parque Indoamericano; o las tragedias del boliche Beara y el gimnasio de Villa Urquiza. Por ineptitud, por ideología o por ambas, Macri gobierna mirando a los ’90 y hace que el Estado abandone sus responsabilidades.