La Editorial Punto de Encuentro lanzó en el verano el nuevo libro del historiador y ensayista Norberto Galasso, para que los lectores repasen y/o conozcan la vida de quienes, con sus plumas, dejaron una marca impregnada en la historia argentina.
Los hombres que reescribieron la historia, de Norberto Galasso, es una gran oportunidad para conocer o repasar las biografías de algunos de los estandartes que dejaron su huella a través de sus plumas: Manuel Ugarte, Juan José Hernández Arregui, John William Cooke, Homero Manzi, Ramón Carrillo, Raúl Scalabrini Ortiz, Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo Walsh, Enrique Santos Discépolo, Agustín Tosco, Rodolfo Puiggrós, Arturo Jauretche y Ricardo Carpani.
El libro surge de una serie de cursos dictados por el historiador nacido en 1936, en los cuales se generaron debates e intensas disputas que dieron por resultado el contenido de la obra. Y es interesante la manera que tuvieron Galasso y sus colaboradores de redactarlo, ya que no cumple el rol de un denso libro de historia si no de una suerte de charla de café amena para el lector y quien quiera comprender ciertos aspectos de la historia argentina y, por qué no, de Sudamérica.
Las charlas quedarán en manos de los lectores, tal como surgieron, sin verdades absolutas. “Las semblanzas biográficas que integran este libro provienen de cursos a los cuales ha concurrido un número muy importante de compatriotas, no a escuchar pasivamente, sino a participar asintiendo o disintiendo, interrogando y evaluando, poniendo las viejas verdades en la cuerda floja y cruzando tácticas y estrategias para ganar un futuro. Porque sabemos –y nos ha costado aprenderlo- que la verdad no viene en envases adornados, ni vestida como para concurrir a un baile de embajada, sino que anda por las calles, en alpargatas y seguramente con las rodillas peladas por algún tropezón producto de la ansiedad por alcanzar la meta y también transpiradas y seguramente con una vincha en la cabeza, como avanzan los pueblos y por eso mismo, porque son verdad, ganan la partida”, concluye Galasso.