“La independencia no es un sueño”

Reproducimos completa esta entrevista publicada en el semanario Miradas al Sur el pasado domingo 24 de octubre.

“La forma como nuestros países atraviesan la gran crisis capitalista actual es el mayor salto de la región”, sentencia Stella Calloni, corresponsal del diario mexicano La Jornada y autora del célebre libro Los años del Cóndor. Calloni es periodista, investigadora, escritora y poeta. Ha recorrido América Latina y su trabajo como periodista le permitió conocer en profundidad varios procesos revolucionarios de la región como así también la peor cara del imperialismo estadounidense. Conoce a Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, José “Pepe” Mujica, y ha investigado intensamente el trabajo encubierto de la CIA en Latinoamérica y la acción desestabilizadora de las agencias u ONG europeas y estadounidense. También trabajó y entabló una amistad con Omar Torrijos, líder máximo de la revolución panameña, y fue parte del equipo de periodista que desarrolló un destacado trabajo para lograr la revolución sandinista en Nicaragua.

¿Cómo caracterizas a grandes rasgos la coyuntura política latinoamericana?
En la última década y especialmente en los últimos cinco años, tomando como un dato simbólico aquel noviembre de 2005 cuando los gobiernos integrados en el Mercado Común del Sur, dijeron un contundente No al Área para el Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyecto estratégico de Estados Unidos para recolonizar la región, se disparó una dinámica que permitió a América Latina convertirse en el eje de una respuesta contrahegemónica y resistente. La importancia de esta decisión toma dimensiones inesperadas si se analiza la diversidad de ese espacio donde creció y se multiplicó el accionar contrahegemónico expresado en varios hechos nunca sucedidos en la vida política, diplomática, económica de la región. Uno de los resultados fue el desafío y virtual reemplazo de organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA), muy lejos de cumplir con sus postulados, colocando en escena a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) o a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

Esto rompió con muchos preconceptos que impedían la movilidad política en países de América Latina, donde a lo largo de todo el siglo XX se habían producido resistencias y resurgimientos independentistas o liberadores. Y también la represión continental bajo la dirección de Washignton, que sembró dictaduras y muertes. Nunca como hoy en la reciente historia del continente se habían producido hechos y acciones de tal nivel político-cultural que confrontaron la visible decadencia y dependencia europea.

¿Sigue siendo favorable el balance de poder a favor de las corrientes progresistas?
Aunque sigue siendo favorable el balance de poder, sucedieron varios hechos escalonados que expresan una fuerte voluntad de Estados Unidos, potencia de la que aún es dependiente la región, por llevar un modelo de expansión que abarca lo militar, lo político, lo económico y lo cultural montado sobre su enorme control de los medios masivos de incomunicación, como habría que llamarlos.

Éstos han logrado horadar sectores de la sociedad, especialmente las clases medias en distintos países, donde también después de las dictaduras que asolaron la región y especialmente las de los años ’70, comenzaría a regir la llamada dictadura global, que dejaría una fuerte destrucción del tejido social y a la vez produciría el fenómeno resistente más colectivo en toda la región. Por momentos deslumbrante.

Mientras, algunos falsos analistas preconizaban el “desinterés” de Estados Unidos hacia América Latina, análisis marcados por la impronta colonial, ya que intentaban convencernos de que estábamos molestando al patrón a tal punto que éste nos soltaba la mano, cuando en realidad en Washington se trazaban planes cada vez más agresivos para recuperar el terreno perdido en nuestro continente.

De esta manera se lanzaron todas las fuerzas, estas sí del mal, para reocupar militar, económica y políticamente toda la región. Lo estamos viendo, en la sobre-extensión militar con bases, tropas y dispersión de sus fuerzas especiales en guerras contrainsurgentes, que trajeron nuevamente la escenografía del golpe de Estado de variada intensidad. Pero es en el terreno cultural donde se ha producido la mayor avanzada y es en este tiempo, en estos días, cuando están registrando el mejor resultado de su acción de guerra psicológica y de desgaste social y político, a través de los medios masivos de incomunicación que controlan en forma casi absoluta, como nunca antes había sucedido, al menos en esta escala. La oferta de entretenimiento para degradar a la población, destruir culturas e identidades es la menos estudiada y la más nociva que se haya registrado.

Estamos advirtiendo que ese trabajo cotidiano de desinformación y manipulación de las sociedades vive su mejor momento, lo que significa lo peor para nosotros. Realmente han logrado horadar conciencias como lo hemos visto en los últimos tiempos, en los intentos de golpe en Bolivia (agosto-septiembre de 2008) el golpe militar y cívico en Honduras, con la incorporación al golpismo de otros actores como el Congreso en ese caso y la justicia a los niveles más altos. El golpe de Honduras, que persiste en un gobierno surgido de ese acto ilegal debe ser estudiado cuidadosamente, porque tiene elementos nuevos, que pueden advertir a otros gobiernos. Lo mismo sucede con el intento fallido en Ecuador. Hay que analizar cómo las fundaciones estadounidenses operan en la región y cómo invierten millones de dólares para manejar la política interna de los países, violando constituciones y soberanías. En ese cometido se inscribe el intento de golpe en Ecuador al finalizar septiembre de este año y otras maniobras desestabilizadoras, en las que han puesto en juego el manejo contrainsurgente de los medios masivos de comunicación.

Los argumentos para atacar a los países, las amenazas con “el cuco” izquierdista que reactivan los sombríos esquemas de la Guerra Fría, a su vez evidencian el empobrecimiento y la decadencia de esas argumentaciones, pero también el envejecimiento de aquellos sectores políticos que no son capaces de adelantarse a detener acciones tan burdas. El peligro es que han logrado paralizar a algunas izquierdas, coptar a otras y hacer entrismo en organizaciones sociales y comunitarias, de lo que hacen gala los hombres del Pentágono. Esto también se vio en Ecuador al dividir organizaciones indígenas, que habían tenido un importante papel en ese país. Pero también se advierte la fuerte resistencia, la respuesta que dan los gobiernos más avanzados de la región y la propia Unasur.

¿Existe una estrategia continental norteamericana que apañe los golpes de Estados? ¿Son casos aislados promovidos por las elites domésticas?
Los golpes de Estado actuales, suaves, blandos, duros o las acciones de desgaste y desestabilización contra gobiernos no sumisos, son una necesidad para Washington. Si se leen sus documentos, ni siquiera han creado nuevas estrategias de acción. Son los mismos argumentos, las mismas acusaciones, pero el poder de repetición mediática, las asimila a un arma de enorme potencia. Son los dueños absolutos de las nuevas tecnologías, han creado armas aterradoras. Y por otra parte logran paralizar a vastos sectores sociales, aunque hay una fuerte resistencia popular en toda la región. Y es importante que los políticos decididos a mantener un camino de independencia asimilen la enseñanza de que no se puede enfrentar un proyecto de expansión y recolonización de tal nivel, sin la fuerza de la acción y presencia popular.

Todas las investigaciones sobre los intentos de golpes, o los frustrados como el de 2002 en Venezuela, revelan la injerencia estadounidense, acompañada en diversos casos y frentes por fundaciones europeas, que se han transformado en simples sucursales de las estadounidenses. Las elites domésticas son absolutamente dependientes del poder externo que las utiliza y éste es el período histórico donde las derechas locales, son casi absolutamente financiadas con dineros externos o de empresas locales asociadas o simples testaferros de ese poder externo.

¿Cuáles son los atributos de poder más favorables de la región?
Lo más favorable es haber creado mecanismos integradores, que han superado lo económico o los simples intercambios para lograr tomar posiciones de desafío a los proyectos hegemónicos, pero lo más importante es la participación popular. La posibilidad de resistencia de los gobiernos elegidos democráticamente, que toman posiciones más o menos independientes está en la participación popular auténtica. Donde los pueblos más participan, menos posibilidad de golpes y desestabilización existen.

¿Cuál es, en contrapartida, la agenda política postergada del Cono Sur?
Es la enorme deuda social acumulada desde los primeros tiempos de la independencia, que fue frustrada por otros intereses y otros colonialismos más o menos encubiertos y desde que el proyecto de expansión de Estados Unidos cayó como un rayo a fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX sobre las nuevas repúblicas, castrando de raíz el proyecto independentista y de unidad regional, para resistir con mayor fuerza esos embates.

¿Cómo observas la tensión y los acercamientos entre los gobiernos y los movimientos sociales de la región?
Creo que hay acercamientos muy importantes entre los gobiernos y también tensiones. Esto es distinto en aquellos lugares donde los movimientos sociales más espontáneos lograron una organización superadora y entonces ayudan al equilibrio necesario si se considera que hasta el más fuerte gobierno registra la debilidad de no tener el poder en sus manos. La impunidad dejó territorio ocupado en diversos frentes y para poder enfrentar este nuevo período de expansión que se anuncia en los proyectos geoestratégicos de recolonización de nuestra región, se necesita la izquierda más responsable e inteligente y la menos consignista, ya que ahí empata en numerosas ocasiones con el discurso más empobrecedor de las envejecidas derechas del continente. Yo me pregunto, ¿cuál es la nueva derecha? Debe estar en formación porque la que hay es tan burda en discursos, en accionar y en dependencia externa, que si hubiéramos logrado superar diferencias menores y hasta ridículas en sectores progresistas y de izquierda el futuro sería mucho más luminoso y menos amenazante.

¿Qué suma y que puede sumar la Unasur en todo este proceso?
Unasur es un proyecto muy importante al que para sumar hay que sumarle, valga la redundancia, una mayor participación social y popular. Hay voces extraordinarias que surgen de la práctica cotidiana y de la percepción de la realidad, que podría ayudar a abrir caminos a hacer avenidas, otras alamedas.

¿Hasta dónde se superó la matriz del modelo económico de los noventa en Sudamérica?
Se dio un salto tan importante, que ahora cuando vemos lo que está sucediendo en Europa, podemos darnos cuenta de la derrota sufrida en nuestra región por ese poder cerrado, que se mueve en círculos sin salida. Algo que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner puso en blanco cuando comenzaba el intento de retornar a las recetas más duras del neoliberalismo golpeado y casi acabado en toda nuestra América, corrido por enormes estallidos populares. La forma como algunos de nuestros países, entre ellos y especialmente el nuestro, atraviesan la gran crisis actual, que encubre el poder mundial, pero que le come los pies y los cimientos, está demostrando que se tuvo razón en deshacer los nudos de la dependencia absoluta. Pero no hay que equivocarse. Estar mejor sólo deja de ser una sensación cuando se entiende que esta es la hora de los pueblos. La independencia no es un sueño eterno, pero tampoco una canción vacía. Hay hambre, soledades y desesperación. La deuda social llegó a su punto límite. Y eso hay que entenderlo y tomar conciencia de que América Latina no puede perder otro siglo y no puede registrar un genocidio como el del siglo XX, Registren las cifras de nuestra tragedia en el siglo pasado, para entender que es éste nuestro momento histórico de liberación definitiva. Tomar conciencia para crear y no para destruir.

*Miradas al Sur

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