Cuando sólo restaba una sesión legislativa destinada a la discusión y aprobación del presupuesto para el próximo año, de manera burda se monta una operación político-mediática con el único objetivo de desgastar al gobierno, pero con consecuencias sobre el sistema político que aún no podemos evaluar.
La opereta ha sido definida como “una especie de ópera de asunto frívolo y de carácter alegre”, podríamos decir, una ópera menor. Pero además, en la jerga callejera se la asimila a una operación política. Combinando las dos acepciones podríamos sostener que una “opereta” es una operación política burda, léase: berreta.
Desde hace tiempo se ha desatado una feroz lucha por el poder en nuestro país entre algunos sectores concentrados de la economía y el poder político formal.
El Pueblo gobierna a través de sus representantes, elegidos democráticamente y con mandato establecido. Los factores de poder realizan su juego de presión sobre las Instituciones Republicanas con el límite que imponen la Constitución y las leyes. Sin embargo en los últimos dos años, los grupos no han escatimado estrategias ni esfuerzos con el objetivo de doblegar al gobierno y que claudique su modelo en favor de los intereses corporativos. En ese marco se inscriben los debates y las peleas por la Resolución 125, la reestatización de los fondos de jubilaciones y pensiones, la ley de medios, etc.
La particularidad de esta confrontación de intereses entre la defensa del bien común o el beneficio particular de unos pocos, es que algunas empresas de medios no fueron ajenas, sino parte central de la disputa por sus intereses. Dejaron de lado la noticia y se convirtieron en líderes de oposición.
Ocurre que el fortalecimiento del gobierno y la debilidad y dispersión de la oposición que en buena parte está al servicio de las corporaciones, ha desencajado a unos cuantos que pasaron de apuntadores a “figurantes”.
Cuando sólo restaba una sesión legislativa destinada a la discusión y aprobación del presupuesto para el próximo año, de manera burda se monta una operación político-mediática con el único objetivo de desgastar al gobierno, pero con consecuencias sobre el sistema político que aún no podemos evaluar.
Desde la nada, Elisa Carrió denunció un supuesto intento de compra de voluntades, o intercambio de favores, o vaya uno a saber que otra cosa quiso decir, a cambio de la aprobación del presupuesto. Un par de Diputadas, ahogadas en sus propias contradicciones e imprecisiones, la acompañaron en el coro denunciante para ganar unos centímetros en los diarios. Y algunos medios, comenzaron su operación frente a la opinión pública con la intención de convertir en verosímil un dislate mayor. (Claro, si lo dice la tele hay que creerle).
Pero hay que ir a las fuentes. Si analizamos los titulares de Clarín de la última semana vamos a encontrar el guión de la opereta, acto por acto. Jueves 11: Se cayó el presupuesto con escándalo; viernes 12: Investigan si hubo coimas en Diputados; sábado 13 suman denuncias por el escándalo en Diputados; domingo 14: la oposición apura la investigación por las denuncias de coimas; lunes 15: dos diputadas de la oposición apuntan a un Ministro; martes 16: habrían tentado a 15 diputados para cambiar su voto; miércoles 17: la justicia ya investiga si hubo intento de coimas y jueves18: el oficialismo logra parar denuncias de ofertas y presiones.
De manual: de la nada generaron una noticia sobre un hecho inexistente, que convierten en un hecho real para el lector, que se agrava día a día y que cuando cae por su propio peso, pretende convertir al oficialismo en el que logró zafar de las sanciones.
El daño al sistema institucional respecto de la opinión pública todavía no se puede mensurar, pero a algunos no les interesa. Están dispuestos a dejar jirones de la democracia en la defensa cerrada de sus intereses o de los intereses concentrados.
Pero el pueblo es sabio y la voluntad está intacta; sabe distinguir entre la tragedia y la farsa.
*Subsecretario General de Presidencia de la Nación.