Esgrimiendo la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, Estados Unidos insiste con la instalación de bases militares y el desarrollo de su “programas de cooperación” a través de la USAID. Plan Colombia, Perú y Paraguay.
Durante una entrevista con la cadena de televisión CNN, el mandatario peruano, Alan García, sostuvo que “si los norteamericanos quisieran poner tropas de entrenamiento en mi país, si así lo desea, en buena hora”. Lo cual va en contramano de los proyectos integracionistas que se están gestando en la región, como la UNASUR y la menor dependencia de la política exterior estadounidense, una de las expresiones más importante que ilustra los tiempos de cambio que vive América Latina.
El Gobierno peruano salió a aclarar que en la entrevista, el presidente García manifestó que Estados Unidos y otras naciones podrían colaborar técnica y militarmente “siempre y cuando estén bajo el comando del Perú”, y se quejó de que Washington destine más fondos a la lucha contra el narcotráfico en Colombia que en su país.
El Plan Colombia aparece como un controvertido programa de ayuda militar de los Estados Unidos en la región. Al respecto, Juan Martens, de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (CODEHUPY) denunció que Paraguay ya tiene su Plan Colombia a través de la “Iniciativa en la Zona Norte”. Este acuerdo según Martens se enmarca en un acuerdo de cooperación bilateral que se firmó durante la dictadura del Alfredo Stroessner con los Estados Unidos en 1961 y que no necesitará siquiera la aprobación del Congreso paraguayo.
En la práctica, la firma de este acuerdo llevaría a que el Ministerio Público, la Secretaria Nacional Antidrogas (SENAD) y la Policía Nacional pasaran a depender de la contraparte estadounidense. Así ésta podría obtener información considerada estratégica de primera mano, denunció en su momento el ex ministro de Defensa Nacional paraguayo Luis Bareiro Spaini.
Bareiro Spaini posteriormente fue obligado a renunciar al cargo por el Parlamento (ver aquí), bajo amenaza de juicio, dominado por la oposición al presidente Fernando Lugo, luego de que éste denunciara una “reunión conspirativa” realizada meses atrás en la sede de la Embajada de Estados Unidos en Asunción, por lo que queda demostrado que la influencia de la embajada estadounidense en la política interna paraguaya continúa tan fuerte como siempre.