“El 82%, un proyecto que no propone financiamiento, impulsado por los que rebajaron sueldos y jubilaciones”, posteó hace un rato el jefe de gabinete Aníbal Fernández en Twitter, la nueva vedette de estos tiempos de política mediática.
“Proyecto Sur le dio quórum a la derecha y entregó la posibilidad de que el 82 por ciento se financiara legítimamente”, dice con menos algodones que de costumbre un comunicado de prensa del bloque de diputados que lidera Martín Sabbatella. Y por si hubiera dudas, remata: “O hay ingenuidad y no se llega a percibir cuáles son los objetivos y la estrategia de la derecha, o hay picardía y oportunismo. En cualquier caso, terminan siendo la pata progre de la derecha”.
Absorto frente a la pantalla, estuve tratando de entender la discusión sobre el 82% en Diputados, más de diez horas de debate sin rumbo, donde lo más indignante era ver cómo se mienten descaradamente entre ellos mismos. Porque ni siquiera el ala izquierda del Grupo A se traga el cuento de que semejante propuesta se puede hacer sin su contraparte de financiamiento. Es lisa y llanamente estar mintiendo al ciudadano sabiendo que no hay forma de sostener el 82% sin dejar bien claro de dónde saldrá el dinero.
¿Alguien puede creerle a Morales, Patricia Bullrich y Carrió que cuando estuvieron en el gobierno con la Alianza les robaron a los jubilados? ¿Alguien puede creerle a De Narváez y a los esbirros de Macri, cuando estos empresarios devenidos políticos se dedicaron a evadir impuestos y aprovecharse siempre del Estado? ¿Cuán preocupado por las arcas públicas puede estar Duhalde y quienes le responden si el lomense vació la banca pública y llevó al default del Banco Provincia?
Doña Rosa empieza a ver y sentir que este Grupo A que se dijo allá por 2009 que iba a ser alternativa de poder, es una suma de incongruencias que hasta ahora solo llevan adelante los personalismos enfermizos y el main sponsor don Héctor Magnetto. Imagínense puestos a defender a los más débiles, a los jubilados y los niños, a los enfermos… Harían exactamente lo contrario, como siempre han hecho: descargar los reclamos de los poderosos sobre justamente los que supuestamente están queriendo defender hoy.
Por eso los editorialistas de los medios hegemónicos se preguntan y se alarman porque hay un crecimiento sostenido y picando en punta hacia la carrera presidencial de Néstor Kirchner. Porque esa Doña Rosa que mira desorbitada a estos personajes se dice “una vez ya me mintió el señor Neustadt con el verso de las privatizaciones. Que ahora Magnetto no me quiera vender gato por liebre.”
Es cierto que falta un año casi para las elecciones nacionales, pero si el Grupo A sigue en sus desaciertos y rencillas personales, que no puede tapar ningún ocasional triunfo en el Congreso, estará condenado al fracaso, para bienestar de la mayoría de los argentinos.