Conduciendo mi Camión

Se acerca el 2011 y la salud del presidente del PJ provincial, Alberto Balestrini, no mejora. Por lo tanto, más temprano que tarde el líder de la CGT asumiría el cargo. Esto provoca y provocará reacciones en varios sectores de la Provincia de Buenos Aires. Daniel Scioli y lo “barones” del Conurbano no se muestran muy contentos con esta idea.

En cualquier institución del mundo, desde el Estado más poderoso hasta la sociedad de fomento más humilde del Conurbano, las funciones del vicepresidente están bastante acotadas y, por ende, son bien claras.

No son más de tres o cuatro, y una de las más importantes, es la función de reemplazar al presidente, mientras este se encuentre ausente, sin importar cuáles sean las circunstancias: viaje, enfermedad, fallecimiento, etc.

Como toda regla admite una sola excepción, en nuestro país ya no queda margen para que otro vicepresidente incumpla las obligaciones que le imponen su investidura: Ya tenemos a Julio Cobos, y con ese nos basta y sobra.

El Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires, es una institución importante. No es un Estado, por supuesto, pero está bastante lejos de ser una humilde sociedad de fomento.

Lamentablemente, se sabe por boca de los médicos que atienden al vicegobernador Alberto Balestrini, que al ex Intendente de La Matanza lo espera una muy larga convalecencia del Accidente Cerebro Vascular (ACV) que sufriera hace ya cuatro meses. Balestrini era también, hasta el momento de sufrir el ACV, el presidente del PJ bonaerense.

La verdad que se lo extraña a Balestrini. Abogado laboralista con varios doctorados en rosca política, el matancero tiene varias virtudes como conductor político, entre las que sin dudas se destaca la de “no haberse casado con nadie”, jamás. Para lo que ha sido el peronismo en los últimos veinte años, esa bondad no es poca cosa.

“Balestra” (como se lo conoce en el mundo de la política), se ha enfrentado, en su debido momento, ha quienes por entonces eran los hombres que mayor poder detentaban en La Matanza y el Conurbano: nada menos que Alberto Pierre y Eduardo Duhalde, sufrieron en carne propia la ira de un Balestrini que siempre supo distinguir muy bien la lealtad política de la sumisión personal.

Si el peronismo bonaerense fue lo que fue durante los noventa, es justamente porque en aquellos años no hubo cuatro o cinco “Balestrinis” que pudieran pararle el carro a la banda lomense que asoló al Conurbano y la Provincia durante aquel decenio.

El tema es que, faltando poco más de un año para las elecciones generales de 2011, la ausencia de Balestrini ha producido que la herramienta electoral que mejor representa a los peronistas bonaerenses, esté prácticamente inmovilizada.

Hace algunas semanas, preocupados por tener al elefante dormido, un número importante de Intendentes del Conurbano bonaerense mantuvieron una serie de reuniones en las que más o menos acordaron en poner a la maquinaria en funcionamiento.

Además de los Jefes Comunales, de dichas reuniones participaron dos de los miembros del Gabinete del gobernador Daniel Scioli: el ministro de Desarrollo Social, Baldomero “Cacho” Álvarez, y el jefe de Gabinete, Alberto Pérez. Se trata de los dos hombres que funcionan como enlaces “naturales” con los Intendentes del Gran Buenos Aires. El primero, por su condición de ex barón. El segundo, por el cargo institucional que ocupa.

(Primera parada: después de la derrota electoral del año pasado, Daniel Scioli comprendió que no se puede gobernar sin consultar a los Intendentes. A partir de julio de 2009, el gobernador comenzó un acercamiento hacia los barones, que hasta hace un par de años hubiera sido impensado).

Ambos sectores (el de los Intendentes y el del Ejecutivo provincial) tenían algunos intereses en común, y el entendimiento no tardó en llegar: Hugo Moyano, de ninguna manera podía asumir la presidencia del Partido.

En realidad, cuando se habla de “Barones”, se quiere referir a aquellos Intendentes justicialistas que tienen al menos una reelección sobre sus espaldas. A los efectos de cualquier análisis político que se pretenda más o menos serio, no pueden ser igualados a éstos aquellos que recién asumieron en 2007, por más peso territorial que tengan. Los “nuevos” son nueve: Sergio Massa (Tigre); Joaquín De La Torre (San Miguel); Fernando Gray (Esteban Echeverría); Aníbal Regueiro (Presidente Perón); Darío Giustozzi (Almirante Brown); Martín Insaurralde (Lomas de Zamora); Darío Díaz Pérez (Lanús); Jorge Ferraresi (Avellaneda); y Francisco Gutiérrez (Quilmes).

Estos Intendentes muchas veces ni siquiera participan de las reuniones mencionadas (porque no son invitados), y cuando lo hacen, tienen voz pero no tienen voto.

Saque usted, estimado lector, sus conclusiones acerca de quienes son los verdaderos “barones” entonces, y a esos nombres, súmele los apellidos de varios diputados y senadores provinciales que tienen igual o más peso que algunos Intendentes.

La inquina con Moyano por parte del grupo de los “viejos”, viene de larga, y más allá de la disputa por el poder, para encontrar a la raíz de la antipatía, hay que escarbar un poco… en la basura.

No son pocos los Intendentes que ven en Moyano un enemigo de sus gestiones. Un hombre que prefiere estar siempre del lado de las empresas que cobran cifras millonarias por realizar la recolección de basura en los Municipios. Según esta versión, el jefe de la CGT, extorsiona a las autoridades para que le paguen a las empresas lo que éstas reclaman, amenazando con detener la recolección de basura y movilizar a los camiones por el casco urbano de los distritos.

Lo cierto es que en contra de esta hipótesis, podríamos señalar que la culpa no es del chancho, dado que existen algunas experiencias de recolección de residuos estatizada en los partidos de Berazategui, Ezeiza y José C. Paz.

Por el lado de Scioli, el problema con el líder camionero es otro: para el gobernador, Moyano es sinónimo de conflicto, de disputa, y se sabe que a Scioli, todo lo que tenga que ver con pujas políticas lo aterra. Está convencido que un pejota hibernando es pura ganancia para él, e incluso muchos creen ver la mano (perdón) del gobernador, en la producción de esos comunicados que se agitaron en los últimas semanas, sobre una supuesta mejoría en la salud de Alberto Balestrini.

Aunque en público niegue cualquier hipótesis de conflicto, Scioli no puede disimular el escozor que le produce la figura de Moyano cerca de la suya. La sola idea de imaginar una campaña electoral en la que tenga que recorrer la provincia junto al sindicalista, le produce urticaria. Y ni hablar de si a Moyano hay que sumarle un Emilo Pérsico, ponele.

Basta con ver una y otra vez en You Tube los videos del acto del lunes pasado en la puerta de la Confederación General de los Trabajadores (CGT), para apreciar las caras del gobernador y tratar de interpretar cuál era su estado de ánimo durante el acto que encabezó Hugo Moyano.

Volviendo a las atribuciones político-partidarias que Moyano no puede evadir, y que nadie está en condiciones de negarle, es menester aclarar algunos tantos:

– El cargo de Moyano como vicepresidente primero, pudo haber sido una imposición (lo cual está mal), pero de ninguna manera se trató de un chiste. Y como no se trató de ningún chiste (nadie hace chistes en ese tipo de circunstancias ¿no?), el vicepresidente primero debe asumir.

– Que Néstor Kirchner les haya dicho a los Intendentes y a los diputados provinciales, en sucesivas reuniones, “yo no me quiero meter”, no significa: “hagan lo que se les cante”.

“Yo no me quiero meter”, significa eso. Ni más, ni menos.

– La idea de conformar una “Comisión Política de bla bla bla”, surgió del grupo de Intendentes más antiguos. Cuando le presentaron la iniciativa, Kirchner no se opuso. Scioli, obviamente, aplaudió (perdón, again).

Pero nuevamente, volvemos al teléfono descompuesto: que Kirchner y Scioli no se opongan, no quiere decir que tres Intendentes armen una “Comisión Política de bla bla bla” para manejar con carpa al PJ provincial. No.

Significa que deben consensuar, con el actual presidente del partido (Hugo Moyano), el armado de un grupo de dirigentes que ayude al camionero a despertar al elefante, tratando de hacer el menor ruido posible.

En definitiva, de no mediar ningún imponderable, en los próximos días debiera producirse la asunción formal de Hugo Moyano como presidente del PJ bonaerense, para conducir al partido en el proceso electoral que seguramente comenzará a discutirse antes de fin de año.

Sería deseable que todos los dirigentes de mayor peso histórico, político y territorial, ayuden al líder del Movimiento Obrero Organizado a transitar este nuevo desafío, tan importante para el futuro, ya no sólo de los peronistas de la provincia, sino de todos los bonaerenses en su conjunto.

Más allá de los prejuicios que rodean a su figura, Moyano es un hombre de diálogo, y es probable pueda sorprender gratamente, en este nuevo rol que la historia le asigna.

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