Vergüenza las pelotas

Tanto los programas de televisión como las radios y los periódicos han instalado el tema como una cuestión central, de Estado. Frente a los terrores y las aberraciones que ocurren en el mundo, la gran prensa argentina aprovecha para denigrar a la Argentina señalando que esto sólo ocurre en un país como el nuestro.

Un hecho policial, casi de tráfico aduanero, con responsabilidad diseminada en por lo menos siete dependencias de cuarto y quinto orden en la jerarquía del Estado, resulta, parece, dicen, que tiene que avergonzarnos. Se trata de los viajes de los barrabravas, especie del reino mineral que nace de la politiquería institucional del Fútbol que creció a pasto con la Libertadora, y que desarrolló su máximo vigor con la democracia recuperada y, especialmente, en la década del menemato. Mierda mafiosa que se expande cuando la política se deteriora en extensión y en número. Pero nada más que eso.

Parece, dicen, pontifican, acusan en cambio, la vergüenza que debe aquejarnos a los argentinos en virtud de este “papelón”. La pregunta es ¿frente a quienes? ¿Quiénes están en condiciones morales y éticas para juzgar y provocar de solo mirada nuestra vergüenza? ¿Alemania con sus siete millones de judíos europeos pasados por la más fabulosa máquina de tortura de la historia de la Humanidad? No. Frente a ellos apenas hemos pasado una luz amarilla en una calle subsidiaria del conurbano bonaerense a las cinco de la mañana. ¿Los Estadounidenses, país invasor por excelencia, atropellador de todo orden institucional en todos los continentes del planeta? No. Frente a ellos los capos de las barras son los siete enanos de Blancanieves. ¿Los franceses, portugueses, italianos, holandeses, que produjeron en cincuenta años la desaparición de decenas de etnias en el continente africano…es decir la desaparición de bancos genéticos humanos completos que habían atravesado toda la peripecia que el resto de la humanidad y sobreviviendo? No. En relación a ellos nos hemos quedado con un vuelto de una quiosquera septuagenaria distraída.

Y si pensás que estoy estableciendo comparaciones con un pasado de un Occidente que, reflexivo y experimentado, ha cambiado su actitud frente al mundo, pedile al ejército de los EE.UU. que deporte a los ciento de miles de barrabravas que sostiene en Irak y Afganistán, y al Estado oriental occidentalizado fascista de Israel que no aborde en operativos piratas con fuerzas de élite a barcos con ayuda humanitaria, que son las cosas de un hoy horrendo y vergonzante en la que los cipayos de la derecha argentina no gastan ningún rubor.

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