La construcción territorial como proyecto político

El próximo 20 de octubre habrá una sesión especial en la Legislatura para fijar la fecha de las muy postergadas (más de 10 años) elecciones de comunas en la ciudad de Buenos Aires. Se llega a esto porque ni el Ejecutivo ni el Legislativo porteños tuvieron voluntad de
impulsar estos comicios. Tuvo que intervenir el Superior Tribunal de Justicia, ante el amparo interpuesto por un conjunto de vecinos frente a las demoras inexplicables de este mandato constitucional.

Administraciones progresistas pasadas y la gestión neoconservadora de Macri en el presente no se diferencian en este punto. Más aún, todos los sectores políticos con representación en la Legislatura, salvo alguna honrosa excepción, nunca se interesaron mucho por la puesta en marcha de las comunas.

¿Por qué tamaña falta de adhesión a una ley que es la esencia de la democratización del poder en términos de construcción de abajo hacia arriba?

Las causas son varias. Primero, el bipartidismo nunca funcionó en Buenos Aires. El partido de la clase media, la UCR, implosionó en el 2002. Y su contraparte, el PJ, solo pudo ejercer el poder en la ciudad cuando este era una delegación del Poder Ejecutivo Nacional, en los años anteriores a la declaración de la autonomía consagrada por la reforma constitucional de mediados de los ‘90. De ahí en más, su presencia fue prácticamente inexistente. O mejor dicho, sus dirigentes estaban reconvirtiéndose del menemato al cavallismo, para finalmente abrazar y lavarse en la fuente progrekirchnerismo (los unos) o para ser la pata peronista del macrismo (los otros).

La izquierda en todas sus variantes, como siempre, nunca se pensó como una opción de poder, sino apenas como la mosca que en algún verano viene a molestar un poco. La experiencia del inefable Luis Zamora ya es emblema: en los días tumultuosos de piquete y cacerola la lucha es una sola logro obtener 8 bancas y proyección para ser jefe de gobierno. Todo eso lo rifó de la peor manera, repitiendo las mismas prácticas que criticaba en los otros.

¿Por qué casi ninguno de los dirigentes quiere las comunas? ¿Por qué esta iniciativa ha desaparecido de las consignas y de la agenda de las distintas fuerzas políticas? Porque nadie posee construcción territorial. Porque falta política y cada espacio político con representación en la Legislatura no tiene más que algunos locales perdidos en la ciudad. Porque diez militantes en un espacio son una
multitud.

Esta orfandad total de construcción política la padecen todos los sectores en la Capital. El llamado para elegir autoridades comunales es una manera de recrear la militancia y generar instancias de
participación. Para convocar a los vecinos, para organizarnos.

En definitiva, para estar donde hay que estar. Eso es lo que muchos de nuestros legisladores hace tiempo que dejaron de hacer.

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