Hilda Molina: loba disfrazada de abuelita

La médica cubana lleva tres meses en suelo argentino. Su agenda ha sido tan agitada que son muy pocos los que siguen creyendo que la neurocirujana vino sólo de visita, tal como dijo el 14 de junio, cuando el Gobierno cubano le permitió dejar La Habana para viajar a la Argentina y ver a su familia acompañada de su anciana madre, Hilda Morejón. A noventa días de su arribo, nadie se pregunta si Hilda Molina piensa volver y mientras tanto, la mediática abuelita ya comenzó a operar junto a su hijo Roberto Quiñones. En las instalaciones del Centro Médico Internacional de Rehabilitación Integral (CMIRI), ubicado en el barrio de Caballito, la antigua Directora del Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN) del Estado cubano, realiza sus prácticas quirúrgicas sin haber cumplido ninguna de las acreditaciones que le exige la ley argentina para ejercer como médica. Esos permisos le pueden demandar mucho tiempo a cualquier profesional extranjero, pero no a la doctora Molina, que el pasado 27 de agosto confesó ante varios diputados de la Legislatura Porteña que está practicando cirugías junto a su hijo. Hay que tener en cuenta además que lleva casi veinte años sin práctica médica, y que todavía no se han revelado los detalles que derivaron en su expulsión al frente de uno de los centros de complejidad más importantes y prestigiosos de la Revolución Cubana.

Durante los años en que la mujer construyó su personaje y se transformó en un instrumento de agitación del Departamento de Estado de los Estados Unidos, ya se decía que Molina había sido destituida por actos de corrupción. En concreto, se la acusaba de haber aceptado más de 10.000 dólares de manos del ex diputado radical César “Chacho” Jaroslavksy, quien fuera presidente del bloque radical de la Cámara Baja durante el gobierno de Raúl Alfonsín y padecía graves problemas en su cadera. Una dolencia que lo tenía casi postrado en una silla de ruedas. Jaroslavksy se rehabilitó en el CIREN y fueron tan buenos los resultados, que quiso retribuir con una donación. Molina nunca dijo una palabra al respecto. Pero el 14 de Junio cuando, recién llegada a Buenos Aires, tuvo un instante de sinceridad, confirmó que la información era cierta y dijo que ese dinero donado a la institución era suyo. En diálogo con Clarín sostuvo que “fueron 10.000 dólares” y que se trató de un gesto del ex diputado porque la quería mucho y «porque (ella) lo mejoró bastante”. Pero se le olvidó un dato: no fueron 10.000 dólares, sino 30.000. Fuentes cercanas al difunto Jaroslavsky aseguran que el ex diputado entregó el triple de lo que dijo la médica. Por aquellos años la mujer era la jefa del CIREN y a partir del curioso incidente, todo cambió.

Poco tiempo después, Molina le pidió a su hijo, el médico Roberto Quiñones, que no regresara a Cuba. El pedido ocurrió mientras cursaba sus estudios de especialización en Japón, enviado por el Estado cubano. El médico se fugó hacia Argentina y se llevó consigo una importante suma de fondos públicos destinados a comprar instrumentos que estaban destinados para los programas de salud en beneficio del pueblo cubano. Se radicó en Buenos Aires y al poco tiempo instaló el CMIRI, una clínica de rehabilitación pagada con los fondos robados a Cuba por ambos. Gracias a ese dinero, madre e hijo se dedican a realizar intervenciones quirúrgicas en la clínica ubicada en Hipólito Irigoyen 4177.

El 11 de julio de este año, a pocos días de cumplir su primer mes de estadía en Buenos Aires, Molina fue agasajada por los “amigos” argentinos que la están ayudando a transformar su visita familiar en un plan para instalar un centro de agitación política contra la Revolución Cubana. Fueron anfitriones: el escritor mimado por la derecha argentina y creador del grupo Aurora, Marcos Aguinis; el Diputado Nacional de la Coalición Cívica Fernando Iglesias; el embajador de la República Checa Stepan Zajac; el historiador ultraconservador de la Universidad de Belgrano Ricardo López Göttig, y los periodistas Fernando Ruiz Parra, profesor de la Universidad Austral, Tristán Rodríguez Loredo, del diario Perfil y Gonzalo Peltzer, director del diario El Territorio de Misiones. Junto a ellos estuvo un grupo de jóvenes encargados de, entre otras cosas, administrar el blog personal de Molina e integrantes de CADAL, el Centro para el Desarrollo y la Apertura de América Latina que funciona en Buenos Aires desde febrero de 2003. La oficina, dirigida por el ignoto “especialista en ONG’S” Gabriel Salvia, se define como una organización “sin fines de lucro” que posee amplias y costosas oficinas en Diagonal Norte 628, segundo piso, oficina R. En esa cueva se realizan infinidad de charlas con lo más granado de la derecha argentina y con destacados agitadores en contra de Cuba, Bolivia, Venezuela y Ecuador, pero sobre todo contra la primera. En esa oficina se editaron más de 20 libros con el mismo fin y se realizan presuntas investigaciones sobre la democracia en América Latina. Además, desde allí se alimentan varios sitios web: www.cadal.org (ingrese y véalo usted mismo) y www.directorio.org, la página oficial del Directorio Democrático Cubano, un organismo gusano (contrarrevolucionario) con sede en Miami financiado por la CIA. A esos se suman, www.procubalibre.org/ y www.puentedemocratico.org, dos sitios con los mismos fines que CADAL, y el blog http://www.hildamolina.blogspot.com/, cuya construcción y diseño es notablemente similar a los demás sitios del aparato de propaganda y operación política administrado por Salvia.

Al parecer, los vínculos entre Molina y la ruta del dinero negro no son nuevos. Luego de declararse enemiga acérrima de la Revolución Cubana, la médica comenzó a recibir dinero del Gobierno de Estados Unidos a través de la United States Agency for International Development (USAID), la agencia de financiamiento del Departamento de Estado estadounidense. Es necesario remarcar, que la sede de la USAID en Venezuela financió el fallido Golpe de Estado en 2002 al presidente Hugo Chávez. Según el libro “Los Disidentes”, de los periodistas-investigadores Luís Báez y Rosa Miriam Elizalde, también hay pruebas sobre las cantidades que le fueron enviadas a Molina por Frank Calzón, agente de la CIA y presidente del Centro para la Libertad de Cuba (Center for a Free Cuba), una ong similar al porteño CADAL del agente Salvia, pero con sede en Washington D.C. Los giros también se intensificaron cuando fue nombrada presidenta del “Colegio Médico Independiente” de Cuba, un grupo de agitación que concentra una poderosa cuota de financiamiento del presupuesto estadounidense, que trabajó con fundaciones de Miami y Madrid para desarrollar programas dedicados a criticar la medicina cubana.

Ahora, parte de ese dinero ha servido para cerrar la maniobra que construyó el personaje Hilda Molina. Atrás quedaron los años 90, del duro período especial que atravesó la isla, cuando preocupada por su futuro, la mujer se consideraba la “dueña” del CIREN y pensó en apoderarse del Centro. Pero le fue mal. Estaba convencida de que en Cuba ocurriría lo mismo que en los países de Europa del Este, donde muchos ex comunistas pasaron de la noche a la mañana a ser nuevos empresarios capitalistas y propietarios de las instituciones que administraban.

Molina soñó con ser dueña del CIREN y, en pleno intento, la Revolución la removió de la dirección y le ofreció seguir trabajando con una función menor. Ella se negó, abandonó su profesión y se fue a su casa, a componer su personaje. Como experta en las artes del oportunismo, encontró en el papel de madre buena separada injustamente de su hijo el pretexto perfecto para engañar a muchos y servir a otros. Lo que no pudo tener en Cuba ahora lo tiene en Buenos Aires. Su clínica es un negocio redondo financiado con dineros de origen dudoso que ahora figura como propiedad de su hijo, pero que paulatinamente quedará en sus manos.

Pasaron sólo tres meses desde que, en vísperas de su viaje a la Argentina, Molina explicó una y otra vez que su único objetivo era visitar a sus familiares y que no la movían objetivos políticos. El 29 de julio dijo todo lo contrario y confió su próximo paso. Ante las cámaras del programa Posdata la abuelita anticipó que registrará una Fundación que ha denominado “En Defensa de las Familias” y que se encuentra escribiendo un libro con sus memorias, que saldrá publicado a fines de este año. El nuevo centro de operaciones y propaganda contra Cuba ya tiene fecha de inauguración y contará, sin dudas, con la imprenta, las webs y los fondos del CADAL, esa otra familia que tanto la cuida y la ayudará a desarrollar desde Buenos Aires una fuerte campaña política contra la Revolución Cubana.

Pobre abuelita.

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