El cantautor de “lo atamo con alambre” y “cacerolas de teflón” no se calla nada, condena a Buzzi y Biolcati y asume la defensa del kirchnerismo, lo que le valió, en pleno conflicto con las patronales agrarias, que sus propios familiares de la provincia de Santa Fe lo hayan insultado y calificado de “traidor”. En relación a algunos de sus amigos afirmó: “¿Cómo no me voy a pelear con ellos si querés empezar una charla y lo primero que te dicen es que la presidenta es una conchuda?”
—En una de tus canciones decís que no le tenés miedo a “la inseguridad”. Puede sonar como una pose…
—Tengo mucho miedo como todo el mundo, sobre todo miedo a las desgracias de los seres queridos, pero no soy un tipo que le tenga miedo al esquema de inseguridad que nos proponen en las noticias de hoy, sino al verdadero núcleo que la genera. La última estrofa de la canción Pánico, dice: “con coraje me subo a un avión, con valor trepo cuestas y muros, pero pánico, pánico puro, le tengo al futuro sin educación”.
No lo quiero reducir al episodio puntual donde, a veces, los grandes medios ponen el acento. Tratan de confundirnos en relación a qué es un episodio de violencia, un hecho policial y qué es un hecho de inseguridad. Meten todo en la misma bolsa, en un marketing maléfico que hace que a la mañana no te quieras levantar y salir a vivir. Lo hacen con la inseguridad, con los accidentes de tránsito… Así que, como cualquiera, le tengo miedo a un episodio de inseguridad, pero no al que nos venden. No participo de eso que dice “el que mata tiene que morir”.
—¿Y qué ida y vuelta recibiste con este tema? ¿Pensaste que alguna gente entendió tu mensaje o también generaste un montón de rechazo?
—Los que me escuchan piensan en la misma sintonía que yo. Podría haber alguna víctima, en este caso, de un episodio de inseguridad puntual que se sintiera mal. Pero habitualmente, no me ocurre. De hecho, hace muy poco, han asaltado a mi hermano, lo lastimaron mucho, fue de esas situaciones de pesadilla. Pero no voy a renegar de la idea de la canción que en realidad, por más que sea algo temible un episodio de inseguridad, lo que uno más tiene que temer es a la estructura que los genera como parte de nuestra vida cotidiana.
—¿Desde cuándo sos peronista?
—Yo nunca me hice peronista. Nunca me hice de River y nunca me hice cristiano. Todo eso venía en el envase.
—¿Por tu familia?
—No me acuerdo del día en que me hice peronista porque el peronismo en mi casa estaba con toda su liturgia. Era chico en la época de las proscripciones, donde mi viejo me contaba cosas…
—Vos naciste en el año ‘59, es decir, plena proscripción peronista y plena malaria de River.
—Totalmente. Lo que mi viejo me transmitió de River era para que lo expresara con orgullo; lo que me transmitía del peronismo era para que no lo contara en el colegio. Me decía que el general iba a volver en un avión negro y nos iba a liberar a todos, pero que no diga nada en el colegio porque en los ’60 estaba prohibido decir la palabra Perón. Yo me acuerdo que hasta en los diarios, cuando se hablaba del peronismo, se decía “las 62 Organizaciones”, que hoy precisamente no es lo que yo crea que represente más al peronismo. El líder de las 62 Organizaciones es el Momo Venegas, hoy encolumnado en un proyecto neoliberal…
—¿Un disparador que te llevó a componer Cacerolas de Teflón?
—El día del cacerolazo del año pasado, en mucha gente como yo, surgió espontáneamente la idea de pensar qué le pasa a otro grupo de personas que incluso portaba carteles que decían “volvé Videla”, y la señora Pando se regodeaba marchando por la calle…Nunca los oí con tanta vehemencia reclamar por cosas tan o más importantes… como el porcentaje de retención del poroto que se exporta.
—Copani, uno puede entender algunas posturas políticas de la señora Pando o del señor Biolcati, por su historia y su ideología…
—Las de Biolcati las puedo entender más; de la señora Pando, no puedo entender que alguien tenga tan poca humanidad. No creo que Biolcati pueda decir en algún discurso que el secuestro de bebés, dentro del contexto de eliminar a la “subversión”, es justificable…
“Buzzi deshonró su historia”
—¿Qué le dirías a Eduardo Buzzi de la Federación Agraria, que viene marchando y adhiriendo a los sectores más concentrados de las patronales agrarias?
—Alguna vez, con este tipo me gustaría tomarme un café… y a lo mejor le diría, sin ser el inspector de su conducta, por qué ha llegado a la conclusión de que tiene que pararse donde está parado… Lo habrá llevado su vida, su pensamiento, pero le diría si para obtener un objetivo que, para él puede ser elogiable, es necesario juntarse con cualquiera. Yo soy hincha de River, todos sabemos lo mal que anda River institucionalmente, pero tal vez Astiz es hincha de River —no sé si lo es—, y capaz que tiene una buena idea para hacer funcionar al club, pero yo no me sentaría con él para hacerle un reclamo a Aguilar o al próximo presidente que venga simplemente porque River anda mal o tenga una meta elogiable o pensar que tiene que recuperar una identidad. Buzzi en eso deshonró su propia historia. Si la Federación Agraria se unió por los perseguidos yo no me olvidaría de la Patagonia Rebelde, del Grito de Alcorta…
Yo no conocí a los dirigentes de los años ‘30 y ‘40 de la Federación Agraria… simplemente me atrevo a pensar que Humberto Volando no tendría la misma posición que tiene él…
—Así que desde joven que estás acostumbrado a polemizar políticamente, a discutir…
—Sí, en mi casa se discutía mucho de política entre mis viejos, mis tíos, después nosotros que, obviamente acusábamos a nuestros viejos de reformistas, de que no eran lo necesariamente revolucionarios que tenían que ser. La realidad fue que ellos mismos habían sembrado esa simiente de pensamiento en nosotros.
—¿Militabas en la Juventud Peronista?
—Sí, estaba en la Unión de Estudiantes Secundarios y militaba, iba a una unidad básica, tenía mis reuniones.
—¿Tus viejos querían que te vayas del país?
—Mi hermana estaba exiliada desde el ‘76. Ellos tenían mucho miedo de lo que yo podía hacer, aunque te digo la verdad: en el año en que yo me fui la única militancia que tenía estaba más ligada a la cosa pastoral, religiosa, tocaba la guitarra en las misiones del colegio de curas, iba a hacer alguna cosa social de ese color… era muy joven, tenía 17 años. Mi mujer estaba exiliada desde los 18 años. Yo la conocí en México. Era como cualquier pibe que en su momento le dio miedo y se alejó un poco más.
—A propósito de tu elección y adhesión política, ¿alguna vez pensaste en ponerle un freno para que no dificultara tu carrera profesional?
—Soy un artista independiente, mi propia productora, mi propia discográfica y tengo ya mucha experiencia en eso… te lo juro por mis hijas que nunca especulé, que siempre me he metido en cosas que tienen que ver con la política… y se me cerraron muchas más puertas de las que se me abrieron. Me pasó en la década del ’90, específicamente, cuando venía con mucho éxito, con las canciones que eran tan conocidas, y bueno, luego por manifestar lo que sentía, sacando las canciones de River, en la segunda mitad de los ‘90, no sonó ninguna canción mía. Pero siempre me la rebusqué para seguir actuando, convocando a la gente y para no especular.
Las canciones que he aprendido de pibe, que me quedaron grabadas, que me ayudaron a forjar mi ideología, no me las olvidé; no me olvidé de la frase de Pablo Milanés que dice “pobre el cantor de nuestros días que no arriesga sus cuerdas por no arriesgar su vida”. Entonces si tengo un idea, no puedo especular y ver si de emboquillada me va a perjudicar, que si canto Cacerolas de Teflón me voy a perder de ir a los festivales, que son una gran fuente de laburo para nosotros. Los festivales en toda la pampa gringa, los aniversarios, la fiesta del melón, de la papa, del chancho, de lo que sea… en esos lugares ya no puedo trabajar más, pero bueno…, que me trague la tierra si cuando escriba la próxima canción empiezo a pensar “no, esta estrofa no, porque a ver si no me contratan en los bingos…”
—En el marco del conflicto con las patronales agrarias sufriste varios aprietes al estilo “te vamos a agarrar en tal y cual lugar”. ¿Cómo lo viviste?
—Y… me inquietó, no puedo decir que no me importe, ni nada. Ya con el paso del tiempo me acostumbré a ver en los foros, insultos y ese tipo de cosas. Aquella vez lo hice público porque ya era en los teléfonos de mi casa, de mi hija y te describían algún circuito familiar, en tal dirección, tal colegio.
—¿Había entonces cierto seguimiento, cierta inteligencia?
—Sí. Después, aparte, apretaban a los dueños de los lugares a los que iba a tocar. En Rosario tuve un incidente importante. Así que te inquieta porque yo hago canciones y lo único que pido es poder manifestarme en libertad. Yo no le haría un escrache a Buzzi si lo veo en un restaurante… no me parece mi enemigo, me parece un adversario en el pensamiento, a pesar de que él tenga algunas ideas que expresa antidemocráticas, aunque siempre pide disculpas después, pero las expresa. A mí no me lleva el ánimo del odio a esas cosas, lo que a mí me viene es como que soy un artista maldito. Muchas veces te dicen que el artista no tiene que meterse en política, cosa que me parece absurda, pero en realidad lo que te están diciendo es que el artista no tiene que meterse en política si no son en ideas de derecha, porque cuando las figuras conocidas hacen expresiones de derecha no le afectan su carrera… a Mirtha Legrand no le afectó nunca, a Susana no le afecta, a Cacho Castaña por ejemplo, pedir que pongan un paredón y maten a los negros, no le afectó su carrera y es súper exitoso; no le afectó a su carrera a Nito Artaza o a Luis Brandoni ser legisladores del partido radical, me parece bárbaro que lo sean. Pero el artista cuando tiene ideas que se acercan a las izquierdas, al peronismo de tal color, a una idea libertaria sí, se convierte en maldito. Los insultos que yo puedo recibir son los mismos que habrá recibido, sin hacer un juicio de valor de los talentos, Discépolo, Hugo del Carril, o Leonardo Favio… no son por el contenido de la canción, no ponen en tela de juicio lo académico, sino la idea libertaria, la idea de expresar algo popular, la idea de estar en contra de ciertas cosas que el sistema adopta como válidas.
Nadie me está diciendo si Cuántas minas que tengo es divertida u obscena o tonta o mala: se meten cuando doy una opinión. Es verdad que sí me siento atacado en mi libertad, tengo muchos menos trabajo del que debería tener por esto, pero yo no siento que estoy arriesgando mi vida. Víctor Jara arriesgó su vida. En este contexto, yo me puedo perder de ir a la fiesta del tomate, y me la pierdo, pero no voy a dejar de escribir lo que tengo que escribir por miedo a eso. Y si tengo que, como me toca ahora, ir a otros países porque tengo poco trabajo acá, bueno, lo hago.
Argentina “año verde”
—¿Tuviste varios encuentros con el ex presidente Kirchner?
—Lo he visto unas cuantas veces, pero no puedo decir que fueron muchas. La primera vez fue en la casa de Santa Cruz, por un amigo en común. Era gobernador y salí muy entusiasmado con sus ideas. Creo que yo ahí debía ser el sexto kirchnerista del país…
—¿Te sorprendieron esos dos primeros años?
—Sí, me sorprendió porque parecía Argentina año verde… era abrir el diario cada día, y no poder creer lo que estaba viendo, sobre todo la mirada sobre los derechos humanos que no es un tema mínimo. Para mí es el mejor gobierno de la democracia que yo he conocido. No es que refaccionó un polideportivo, ha tenido una política de Estado fundamental, de cimientos del país. Entonces ya con eso, más vale, tengo una posición de apoyo absoluto. Con mucho orgullo puedo decir que mi hija trabaja en la ex ESMA, que es un lugar recuperado que no sé cuántos gobiernos le hubieran dado a las organizaciones de derechos humanos un predio que, económicamente, debe valer millones… son como 20 hectáreas sobre Libertador. Hay que tener una decisión para hacer eso, una vocación. Me enamoraba eso, la postura económica, el ponerse de pie, la gestión de Rafael Bielsa en la Cancillería que realmente convirtió a un país con funcionarios a los que no los saludaban en el exterior, en uno que pudo emerger con dignidad de aquel infierno.
—Esas cosas positivas del gobierno que te enamoraron, ¿te inhiben a hacer algún tipo de crítica frente a tantas cosas que faltan como por ejemplo que nuestro país sigue con niveles de pobreza del 35% de la población?
—Hice varios discos desde que empezó Kirchner. El primero que hice se llamó Hablemos en serio y era como un desafío al slogan que tenía el gobierno de “un país en serio”, entonces proponía profundizar en serio ciertas cosas y seguir haciendo canciones que tienen su tono crítico o más que crítico, de urgencia, de la ansiedad de que solucionen ciertas cosas. La realidad no me hace perdonar ese enamoramiento que no es una cosa mística, es una convicción, es una necesidad de tener que ubicarme en algo realizable, y me parece que es lo que impone este gobierno. Yo no me olvido de lo que pasó, no me olvido de los patacones, de los Lecops, de caminar para atrás, de la hiperinflación, la hiperrecesión, y no miro para otro lado en las cosas que pasan en el mundo en este momento. Ayer, escuché que Estados Unidos lleva 7 millones de despedidos, no de desocupados, de despedidos. España lleva 2 millones. Desde acá dicen que habría que haber reaccionado rápido como España o como Brasil… en ese contexto, que podamos decir que hoy tenemos la mitad de los pobres que cuando asumió el kirchnerismo, me parece que es ver el vaso medio lleno, con todo lo que falta para hacer y en el contexto de lo que estamos viviendo. Además, yo no me limito en mi ideología a separar la línea de pobreza por los sueldos, que es una trampa que se inició en la década del ‘90, porque hoy no sé cuál será la raya que separa al pobre del no pobre, si es un ingreso de $1500, de $1800… realmente no lo sé.
—¿Cómo la medirías?
—En la capacidad de confort que tiene una familia, los servicios que tiene, la capacidad de poder estudiar que tienen los hijos… en lo que te puede ofrecer una comunidad organizada. Y en ese sentido veo una vocación de avanzar. Lo que pasa es que acá hay una destrucción sistemática de lo que fue ese bienestar de la familia argentina hace 50 años y que no se puede mejorar en un año. El otro día lo decía el gobernador del Chaco, no es mago, con los problemas terribles que tienen. Si no es por las políticas del gobierno no avanzaríamos nada. Ya se demostró que lo del derrame no existe porque ahí tenés el problema del dengue. Yo estuve en Charata, en un hotel elegantísimo que es ocupado por los artistas o por los viajantes del tema de la producción agropecuaria y sus industrias y todo eso… casas hermosísimas, casas quinta, lugares donde se ve progreso, coches, camionetas, maquinarias, tractores y todo eso, y el dengue al lado. No donaron ni una goma de la 4×4 para combatir el dengue… Entonces lo poco que se ha avanzado es lo que avanzó el gobierno en la lucha contra la pobreza que, para mí, tendría que ser todavía con más mística, una lucha épica, que debería ser un tema a tocar todo el tiempo, y no dejar que la derecha se robe el discurso de combatir a la pobreza cuando fue ella la que la generó. Lo que le preguntaría al señor Biolcati, el que se arroga que es la patria, que está preocupado por la pobreza, ¿cuánto ganan sus peones? ¿Están todos en blanco? Porque podría combatir la pobreza empezando por casa. Ninguno de los compañeros que trabajan conmigo, está en ninguno de los aspectos que hablamos, por debajo de la línea de pobreza, todos ganan mucho más de lo que indica este indicador económico. Mis técnicos, mi manager, algún acompañante que yo pueda tener y todos tienen gas natural, cloacas, y tienen una vida digna. Si yo lo puedo hacer, los empleados de Biolcati lo pueden hacer.
“Me han dicho traídor”
—¿Cuántos amigos has perdido en función de tus posiciones ideológicas?
—Perder amigos, no… pero sí he evitado verlos o discutir con ellos por el grado de agresividad que a veces tienen. En Santa Fe, propios familiares míos me han insultado, me han dicho que soy un traidor. Mi familia viene de ahí, del sur de Santa Fe y ha sido agricultora y, bueno, como yo sé lo que valía el campo hace 10 años y lo que vale ahora, les molesta mucho que tome una posición contraria a su interés. Se olvidaron que la última vez que fui al pueblo, fue a hacer una actuación a beneficio de la escuela. Vos fíjate que vas por los pueblos del interior, pueblos tan aguerridos con gente tan trabajadora, y te encontrás con íconos muy hermosos de nuestra cultura: teatros “moishes”, la sociedad española, la mutual italiana, los clubes que hicieron los inmigrantes 80 años atrás, que le devolvían algo a la comunidad y que les permitía tener éxito; ahora, vos recorrés todo el país y decime ¿dónde está “deportivo soja”?, algo que no tenga que ver con el egoísmo de ese sector. En muchos de los episodios que cuentan como verdades absolutas, mienten. Incluso hasta cuando se autodenominan como pequeños productores porque tienen 400 hectáreas. Ese tipo que tiene 400 hectáreas debe ganar, sin ir al campo, más de 250 mil pesos por año. Entonces, la gente de la ciudad a veces se conmueve de ciertas cosas porque están envueltas en cierto envase que nos dan.
—Uno puede interpretar que tanto el peón como el propietario del campo votaron igual en las últimas elecciones…
—Hay un clima… hay que vivir en esos lugares. Yo tengo un amigo, un médico sensacional que vive en Gualeguaychú, muy solidario, atiende un montón de viejas gratis… es kirchnerista y lo putean hasta las viejas que atiende gratis. Me manda un mail y me dice que está exiliado en su casa. Ahora, yo preguntaría, ¿cuándo hubo 400 cortes de ruta simultáneos? ¿Algún corte de ruta lo dirigió algún productor de 50 hectáreas, que tenga 50 vacas? Que me traigan uno solo… Ahora, vos estás en ese microclima, con la gente diciendo que el campo es la patria, que mueve la economía, que salvó al país y estás ahí, lo terminás creyendo también, ¿cuántas verdades terminamos repitiendo? ¿No creímos muchos que el uno a uno era una buena salida? Yo no lo creía, y tengo muchas canciones que lo certifican. Lo veía a Cavallo anoche, en la televisión, y no es que lo veía porque lo escracharon en algún lugar, lo veía opinando de cuál era la salida para la crisis económica y con muchos costados golpistas en su discurso económico. Esos que parecen inocentes, pero que te están diciendo a las claras que estaría todo mejor si se van mañana los que están ahora. ¿Cómo no me voy a pelear con amigos si querés empezar una charla y te dicen que la presidenta es una conchuda? ¿Qué diálogo puedo tener? No digo que haya perdido amigos, pero dejé de hablar con algunos de ellos…
—El ex presidente Eduardo Duhalde afirmó que el gobierno tiene “fecha de vencimiento”. Utilizando la terminología de Carta Abierta fue directamente destituyente…
—Es de todos los días y de todos los terrenos, sobre todo en lo que tiene que ver con los grandes medios de comunicación. Eso está latente todo el tiempo. Yo ya no le llamo destituyente porque ha sido una manera elegante de gente democrática que le puso ese nombre para no ser provocativos. La realidad es que son golpistas, quieren un golpe, que este gobierno se vaya, quieren arrastrarnos por las piedras a todos los que hemos pensado que había una chance de una repartija distinta.