El brazo izquierdo de Perón

Una investigación que bucea en la protohistoria de la izquierda peronista y dedica buena parte de sus páginas a evaluar y sopesar los aportes ideológicos y políticos de Cooke, Hernández Arregui, Raúl Lagomarsino, César Marcos, Jorge Abelardo Ramos y Gustavo Rearte, entre otros.

Hay nombres y hechos, momentos y personas, que fueron construyendo la historia política previa a la vorágine que vivió el peronismo en los ‘70. Ellos suelen quedar a la sombra de esa “segunda etapa”, de ese proceso de radicalización que vivió el partido, sus organizaciones sindicales, sus agrupaciones de base y buena parte de la sociedad argentina. Cuando eso ocurre, lo que queda oculto es el germen de lo que llegó después, como si la historia hubiera empezado allí.

En ese recorte se pierden, como en una nebulosa, muchos catalizadores de la historia reciente. En el mejor de los casos se convierten en figuras sin fondo y sus aportes, ideas y debates pasan a formar parte del anecdotario político. Con esa mirada, John William Cooke termina siendo un diputado nacional o un militante de la resistencia, en el mejor de los casos, pero nunca el que le pidió a Perón que “defina al movimiento como lo que es, como lo único que puede ser, un movimiento de liberación nacional de extrema izquierda, en cuanto se propone sustituir el régimen capitalista por formas sociales de acuerdo a las características propias de cada país”.

De eso habla y ese es al aporte de El brazo izquierdo de Perón, que escribió el joven politólogo Mariano Fraschini. Allí aparecen nuevamente muchos nombres que van quedando atrapados en los pliegues que provocó la irrupción política de los setenta. Esa década, que llegó con toda su vocación de cambio, con toda su lucha armada, tenía sobre sus espaldas la experiencia de muchos militantes y grupos políticos que se identificaron con la izquierda peronista que creció con Perón en el exilio. Eran militantes que no gozaron de la cobertura política o económica del Estado, sino que fueron perseguidos por este y se criaron en sus márgenes. Lo combatieron.

Este nuevo trabajo, publicado por Alvarez Castillo Editor, bucea en la protohistoria de la izquierda peronista. Dedica buena parte de sus páginas a evaluar y sopesar los aportes ideológicos y políticos de Cooke, Juan José Hernández Arregui, Raúl Lagomarsino, César Marcos, Jorge Abelardo Ramos y Gustavo Rearte, entre otros. Le da lugar, además, a los distintos grupos de agitación que alentó Perón desde el golpe del ‘55. Eran, como bien señala el autor, la garantía de su regreso y el motivo de su aliento. Los dirigentes del sindicalismo tradicional, aquellos que crecieron con Perón en el gobierno, empezaban a construir otro proyecto político y personal.

En su revalorización, Fraschini dedica espacio a ese núcleo político que se llamó Centros Organizados Nacionales de Orientación Revolucionaria (CONDOR) —Hernández Arregui, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde y Ricardo Carpani, entre otros— y puntualiza su decisión de “actuar ideológicamente sobre el Ejército” con el claro objetivo de sumarlos a una estrategia revolucionaria. Todo esto sin dejar de lado ese caldo de cultivo internacional que fueron los movimientos de liberación y los textos de Frantz Fanon, Mao Tse Tung, Fidel Castro y el Che Guevara. Cada uno de ellos —como bien señala Fraschini— aportó su cuota para la constitución de las primeras guerrillas peronistas.

“Considero vital para poder comprender en forma sustancial a las décadas donde el peronismo produjo su quiebre interno, realizar un análisis que abarque los años en donde se incubaron los discursos y las prácticas que hicieron eclosión en la tumultuosa década del setenta”, dice Frachini en la introducción. En ese entramado de política, ideología y acción, que fue dando paso a la historia más reciente, conocida y rescatada, el autor busca —y encuentra y precisa— los distintos momentos en los que Perón fue aplicando su política pendular, acorde con su idea de que él debía “conducir al conjunto” y con su necesidad de volver al país. Pero ese mismo andamiaje que ayudó a su retorno, comenzó a ser parte de un proyecto que lo incluía pero que fue pariendo, preñado de su propia historia, ideas propias.

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