—En un contexto de creciente crisis, ¿cuál va a ser la política de Estados Unidos para la región?
—Se espera que la crisis toque su piso el año que viene, pero un escenario en que la crisis se agudiza en los próximos tres años supone un panorama de recesión mundial de 5 o 6 años y ahí hay dos variables. Es claro que la primera reacción de las multinacionales norteamericanas es llevar capitales a su país, por lo que los despidos van a empezar acá antes que allí.
La segunda reacción va a depender de lo que pase en la relación entre China y Estados Unidos; si la contracción es muy fuerte y China de alguna manera se larga o lograr mantener su tasa de crecimiento apoyada más en su mercado interno, Estados Unidos va a tener que reconsiderar su estrategia hacia América Latina, y consolidar su base de apoyo. Si es así, preparémonos porque va a haber un apretón. Si siguen una estrategia de reflotar lo que perdió con la crisis, de mantener en lo básico el actual esquema, con los deterioros que hay, pero mantenerlos, que en definitiva son los planes que hay para remontar el consumo casi sin tocar al sector financiero, si es así, América Latina va a seguir estando relativamente marginal con la salvedad, muy importante para la región, que es la estrategia energética de Estados Unidos.
Esto hay que seguirlo con atención. Lo que es claro es que no hay fuentes alternativas muy claras y por lo tanto hay una fuerte presión para alguna articulación con biodiesel derivado de la caña de azúcar, o de algún otro producto de ese tipo. Esto es lo que puede cambiar la articulación internacional.