El llamado a la reflexión de Abuelas de Plaza de Mayo

Los alumnos de escuelas y colegios secundarios han tomado sus establecimientos. Primero lo vimos como un error: perdían clases, no se llegaría a los 181 días; son las autoridades quienes deben «ordenar y resolver todo»; los alumnos están allí para estudiar y no para perder días de clases.

Pero ellos nos hicieron comprender cuanto podemos aprender de las situaciones de la vida, del jugarse todos o algunos por los otros. Cuando ellos mismos van aprendiendo de su propia capacidad solidaria, la van reforzando al tiempo que descubren su responsabilidades y las fortalecen nos enseñan y nos hacen volver a mirar cuanto hemos hecho defendiendo esos mismos conceptos, esos ideales, cosas que a veces parece que no nos hubiera olvidado.

Hubo un oscuro tiempo el de la feroz dictadura en que un grupo de adolescentes fueron desparecidos por el estado terrorista, precisamente como castigo al deseo de servir a los demás, de despertar conciencias, de conseguir derechos violados. Y si la solidaridad puede y debe repetirse, no así la represión a algo tan hermoso y necesario.

Hubo, también, en ese oscuro tiempo docentes y directivos que por temor, por «obediencia debida» o por complicidad cumplían la despreciable tarea de denunciar a sus alumnos y contribuir así a sus desapariciones y eso sí que no se puede repetir.

Abuelas de Plaza de Mayo llamamos a la reflexión al Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Mariano Narodowski, para que comprenda cual inaceptable es lo que enuncia en el número uno de los criterios de acción incluidos en su comunicación de la fecha del 26 de agosto de 2008: no se debe convertir a las autoridades educativas o a los docentes en informantes en contra de sus alumnos. La experiencia, en el país, de estos métodos, que han tenido tan trágico desenlace debe enseñarnos a no repetirlos.

Las Abuelas de Plaza de Mayo somos docentes, algunas por el título, otras, la mayoría, por su largo difícil y comprometido aprendizaje de vida. Desde ese saber exhortamos a las autoridades de la ciudad a rever el tema de las becas. Cuál es su razón de existir. Qué falencia o abandono de responsabilidades, o insensibilidad exigió su creación. Para qué se las instituyó. A quiénes estaban destinadas y muchas preguntas más que se deben responder.

Hay que analizar una por una esas becas que en definitiva son solo parches para tapar agüeros que los chicos no produjeron. Conocemos casos dramáticos que cayeron en la volteada. No se pueden repetir arbitrariedades como los que sufrieron los trabajadores cesanteados «al barrer sin tener en cuenta situaciones».

Abuelas de Plaza de Mayo estamos al lado de los chicos. Nos enorgullecen por su solidaridad y estamos convencidas que ellos también desean tener clases regulares con todos sus compañeros. No pueden mirar para otro lado cuando saben que cuando alguno no llega a la escuela es porque no tiene para comprar útiles o las zapatillas o para pagar el colectivo. Para eso son las becas y para eso las pelan estos casi niños soñadores y utópicos, cuyo corazón les dice al latir: «la ausencia de utopías es un ensayo general para la muerte».

Será responsabilidad de las autoridades competentes tomar decisiones reflexivamente dialogando escuchando y comprendiendo.

Abuelas de Plaza de Mayo

Buenos Aires, 1 de septiembre de 2008.

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