1812 ¡al mango!

“¿Es verdaderamente Rusia una amenaza para Europa, la libertad y la democracia?” se pregunta el autor. La saga de prejuicios y engaños que escribieron una historia en crisis.

Cada tanto los medios informativos resaltan algún comentario de ciertos funcionarios del actual gobierno italiano, comentarios referidos a la relación de Italia con Rusia. Y puntualmente reaccionan los editorialistas de los grandes grupos mediáticos, generalmente las notas terminan con advertencias sobre el rol del país en la organización Otan y admoniciones morales sobre la “solidaridad europea”. En palabras simples Italia no se tiene que mover de la foto.

 

Uno de los vicepresidentes del gobierno, Luigi Di Maio, ha expresado la posición oficial: Italia está dentro de la Otan y de allí no puede salir, pero el status obligatorio de este compromiso se debe regir y balancear con la expresa prohibición de la constitución que repudia la guerra.

 

Di Maio pertenece al Movimento 5 Stelle y la base no aprecia posturas beligerantes o atlantistas pero es indudable que entrando en la sala de los mapas las visiones del mundo oscilan.

 

Las presiones atlantistas son permanentes y los avisos a los navegantes que miran hacia Oriente son automáticos:¡Atención con el peligro que llega del frío!

 

Presiones que con la señora Merkel no funcionan, la regente de Europa se ha reunido con Vladimir Putin el 18 de agosto en el palacio Meseberg en las afueras de Berlín. No obstante algunas dificultades previas se considera que las tasas proteccionistas de Trump han aplanado parte de las tensiones entre los dos gobernantes, obviamente si es la señora Merkel la que decide encontrar a Putin se trata del pragmatismo de una gran estadista, veremos que dirán los medios cuando el 24 de octubre llegará a Moscú el primer ministro italiano Giuseppe Conte. Recordemos que Conte ha dicho que “el actual sistema de sanciones no resuelve los problemas, pero nos damos cuenta que no puede ser eliminado de un día para el otro”. Una frase de este tipo lo puede encasillar como un político ‘populista’, y por lo tanto un sujeto de tener bajo control. Todo dependerá de los acuerdos que firmará en Rusia.

 

Para Putin el encuentro en Berlín ha sido una nueva ocasión de practicar el alemán que aprendió cuando estaba destinado en Dresde y obviamente no era el archivista que decía ser sino el hombre del KGB en la ciudad del Elba.

 

En tanto se posiciona como el hombre indispensable para la reconstrucción de Siria, y ha solicitado el apoyo económico de Europa para realizarla, un anzuelo carnoso para las grandes empresas europeas capaces de desempeñar dicho rol, sobre todo si es financiada por la misma Europa.

 

¿Pero es verdaderamente Rusia una amenaza para Europa, la libertad y la democracia?

 

El brillante periodista Alberto Negri (ex Sole 24 Ore, ahora editorialista de Il Manifesto) sostiene con mucha tranquilidad que Italia es un país con soberanía limitada o sea que cuenta poco, las declaraciones de amistad con Rusia y en favor del retiro de las sanciones no tienen peso. Inglaterra es otra cosa, aún ensimismada en el rol de gestor atlántico en declino y a tropezones con la cuestión Brexit. Creíamos que Europa se había liberado de Inglaterra y el TTIP pero cada tanto la señora May se alza y vuelve a avivar el fuego, recordarán aquél anuncio del gobierno inglés “detrás del tentativo de homicidio del ex espía Sergei Skripal es muy probable que exista una responsabilidad rusa”.(La Stampa, 13.03.18).

 

En la vida cotidiana si alguien publicamente lanza acusaciones respecto a una persona física o jurídica debe presentar el respectivo compendio probatorio; es cierto que el Derecho Internacional es otra cosa dado que no existe el órgano judicial equivalente a los tribunales nacionales, y la certeza de la pena en el caso que se llegue a dictar sentencia depende de los juegos políticos del momento. Pero los ingleses vuelven a intentarlo a través de la declaración del número dos de Scotland Yard, esta vez hay “indicios suficientes” y además han mostrado dos fotos, los fotografiados serían los ciudadanos rusos Aleksandr Petrov y Ruslan Boshirov, probables agresores de Skripal (Corriere del Ticino edición digital del 5.09.18). La respuesta rusa llega puntualmente a través de la TV estatal en Russia Today, dirige el show una de las mujeres más poderosas de Rusia, Margarita Simonyan, jefa de redacción del coloso mediático, que interroga a dos personas, los señores Petrov y Boshirov que efectivamente han estado haciendo turismo en Inglaterra (Il Fatto Quotidiano 14.09.18). Este duelo estilo Facebook con fotos y cruces de acusaciones previsibles continuará sin producir más efectos que tener permanentemente bajo las luces de la sospecha a Rusia y darle un barniz patriótico a la señora May, y claramente consolidará el frente interno de Putin.

 

La acrimonia contra Rusia no es una cosa nueva, y aquella de Inglaterra particularmente tiene orígenes lejanos, a partir del siglo XIX cuando Rusia derrotó a Napoleón y se transformó en potencia europea como ha explicado Gian Paolo Caselli (Il Fatto Quotidiano 20.03.18). Si bien el momento más conocido de esta guerra corresponde a la desastrosa retirada de Napoleón después de haber ocupado Moscú (che conmemora la Ouverture 1812 de Chaicoski), la guerra no terminó allí sino cuando el contrataque de las tropas rusas llegó hasta Paris, donde entraron el 1º de abril de 1814. Gesta magníficamente relatada por el profesor inglés Dominic Lieven, su libro coloca una cuña en el dualismo historiográfico anglofrancés que han contado esta guerra tocando a dos voces y de manera excluyente. Lieven reposiciona a Rusia en el rol histórico que le toca, gracias a la visión del zar Alejandro I, a la capacidad de los cuadros de su ejército (compuesto de oficiales rusos y europeos, entre ellos un antepasado del profesor Lieven) y al valor y el heroísmo de sus soldados y el pueblo llano.

 

Paralelamente se desarrollaron una serie de prejuicios y falsedades sobre el “carácter inferior de los pueblos eslavos”. Leyendo los analistas de la segunda guerra mundial encontramos a menudo señalada por parte de la Wermacht la idea que los rusos pertenecían a un grupo étnico inferior y que la campaña de Rusia sería un paseo.

 

Un juicio similar se encontraba en los cuadros medio/altos del ejército estadounidense respecto a los japoneses en el frente del Pacífico como lo cuenta el historiador Eliot Morison.

 

Podemos entender que la avalancha de la revolución creó a partir de 1917 una especie de Bestia Negra en el orden internacional, la Rusia daba miedo, pero la dirigencia soviética con inteligente pragmatismo se limitó a consolidar las fronteras del viejo imperio zarista y a tratar de asegurar gobiernos amigos entre los vecinos. De todos modos la idea del cerco contrarevolucionario se consolidó como un punto firme de la política soviética, y no solo por la paranoia de los dirigentes, la Historia enseñaba.

 

Rusia no invadió nunca un país europeo (Lo hizo la URSS dentro del Pacto de Varsovia) en cambio tuvo que soportar cuatro invasiones, si comenzamos desde la guerra de Crimea (1853/1856) cuando la península fue invadida por una entente formada por Francia, Inglaterra y Cerdeña.

 

Después del triunfo de la Revolución en el período 1918/1920 le tocó el turno a una coalición formada por Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Japón. Japón ocupó territorios en el Lejano Oriente con una fuerza de 100.000 soldados. Un cuerpo expedicionario anglo/francés ocupó Sebastopol y Odesa, una escuadra inglesa ocupó Talin en el Mar Báltico. Polonia penetró con sus tropas desde el flanco occidental en territorio ruso. El contraataque del Ejército Rojo terminó con la expulsión de los invasores en 1921.

 

Después de la caída del muro el período Eltsin trajo serenidad en la relación Rusia/Occidente dado que dicho presidente trabajó desde adentro en la destrucción de su país con el beneplácito de Estados Unidos y sus aliados, por lo tanto no se verificaron conflictos ni hostilidades. Sin duda uno como Eltsin a los americanos le andaba muy bien, salvo algún problema menor como cuando los servicios secretos en Washington en 1995 lograron detenerlo y llevarlo de vuelta a la Blair House cuando lo encontraron en calzoncillos y borracho tratando de detener un taxi porque quería ir a comer una pizza. Era el tipo de estadista ideal para encauzar Rusia por la recta vía de la democracia.

 

La música cambió con la llegada de Putin que se dedicó con determinación a la reconstrucción de Rusia y a la recuperación del orgullo nacional, Putin no podía exhibir un master en Harvard pero le sobraba experiencia en otros campos que para la tarea que se impuso eran más útiles, sobre todo si pensamos con que tipo de personajes tenía que enfrentarse en esta (casi) misión imposible.

 

¿Pero como podría ser una amenaza esta Rusia frente a Estados Unidos? El presidente Trump ha anunciado que la inversión militar en su país se aproxima a los 716.000 millones de dólares, Rusia gasta 69.245 millones circa, el segundo presupuesto bélico corresponde a China con 215.176 millones (ABC del 12.11.17).

 

La diferencia es verdaderamente grande, además USA no solamente mantiene un presupuesto muy sustancioso para sus gastos militares sino que también presiona a los aliados europeos para que aumenten sus gastos en armamentos.

 

La política de Barak Obama llevó a Ucrania a la situación que conocemos, como de catecismo llegaron las sanciones económicas que tenían como objeto doblegar el gobierno Putin. En cambio la reacción ha sido positiva, la fuerza de la realidad ha impulsado a Rusia a dirigirse hacia ambientes no hostiles como China y el Oriente. Mientras tanto el centro de gravedad de la economía se ha desplazado precisamente hacia el área del Pacífico. Esta situación ha castigado una serie de empresas europeas dado que Rusia ha iniciado un proceso veloz de sustituciones de elementos estratégicos para la producción civil y militar.

 

Vale como ejemplo el acuerdo entre la UAC y la COMAC china para la producción de aviones de transporte que son directamente competitivos a Boeing y Airbus. Todo esto ayudado por el precio del barril de petróleo estable a U$S 60 desde al menos dos años (“La rusofobia y el suicidio de la UE, Augusto Zamora en Publico.es del 6.04.18).

 

En tanto se verifican resultados importantes en la agroindustria, Rusia se ha transformado en un importante proveedor de cereales a China (además de gas y petróleo), en 2017 la cosecha cerealera registró un record de 135 millones de toneladas, y se ha transformado en el primer exportador de trigo superando a Estados Unidos.

 

La única sombra del paisaje putiniano es la reforma de las jubilaciones, que como es praxis de sus colegas occidentales decidió anunciarla en verano, cuando los rusos están en período de vacaciones, la reforma no ha sido apreciada. El instituto de sondajes Levada registró una notable caída de consenso para el presidente: del 82 % en abril al 67 % en julio. De cualquier modo un porcentaje de sueño para la mayoría de los líderes europeos (L’economia 17.09.18).

 

Merkel y Putin se han reunido en verano pero con vistas al invierno, cuando llega el frío a Europa occidental y el gas ruso se vuelve indispensable, no obstante las presiones del amigo Trump para romper la monodependencia de los europeos del amigo Putin.

 

La realidad no se superpone como un calco a las historias de la prensa occidental, “el país agresivo y en bancarrota, que conspira para imponer presidentes a discreción” no existe, existe solo una potencia de segunda clase que no quiere que Estados Unidos o la Otan vayan a tocarle los cojones. Lo mínimo que se le puede pedir a una potencia de segunda clase es que acuda a sostener a sus aliados en dificultad y que mantenga firme la barra del timón en tiempos difíciles, la historia de los buenos y los malos mejor dejarla para los dibujitos animados.

 

En tanto me voy a escuchar la Ouverture 1812, en la versión de la London Festival Orchestra.

 

Al mango.

 

Notas:

El artículo 11 de la Constitución italiana dice “Italia repudia la guerra como instrumento que ofende la libertad de los otros pueblos y como medio de resolución de las controversias internacionales; permite, en condiciones de igualdad con los otros Estados, las limitaciones de soberanía necesarias a un orden que asegure la paz y la justicia entre las Naciones; promueve y favorece las organizaciones internacionales que persigan dichos fines.”

 

El libro del profesor Dominic Lieven se llama en lengua original “Russia against Napoleon”, es del 2009. Yo he citado la edición italiana “La tragedia di Napoleone in Russia”, Mondadori 2010.

 

El libro del historiador y marino Samuel Eliot Morison se llama en lengua original “The two ocean war. A short history of the Unite States Navy in the Second World War”. Yo he citado la edición italiana “In guerra su due oceani”, Sansoni 1967.

 

La anécdota de Boris Eltsin en Washington trascendió en agosto de 2009 debido al famoso libro de Taylor Branch “The Clinton tapes: wrestling history with the president”, una larga conversación sobre los años de Clinton en la Casa Blanca. Taylor Branch, amigo del presidente, había compartido la habitación en Austin con Bill Clinton en 1972 cuando eran dos jóvenes democráticos que trabajaban en la campaña electoral de George McGovern.

 

 

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