Quino: cambiar el mundo con la pluma y la palabra

Vida, obra y legado del creador de Mafalda.

El historietista argentino más famoso y su mejor creación, Mafalda, convivieron únicamente por nueve años. Después de 1973, cuando dejó de dibujar la tira, Quino continuó haciendo otras ilustraciones y se convirtió, sin quererlo, en una suerte de vocero de la niña y sus posturas críticas de la política argentina.

Los registros oficiales dicen que se llamaba Joaquín Salvador Lavado Tejón pero el corazón de argentinos, latinoamericanos e hispanoparlantes en general dice que se llama Quino y que fue, quizás, el historietista de humor político más importante de todos los tiempos. El destino quiso que su muerte fuera noticia tan solo algunas horas después de que se conmemorara medio siglo de la primera publicación de Mafalda en España y 56 años de que su personaje más famoso naciera en Argentina.

Lavado Tejón no debe su apodo Quino a ninguna estrategia de marketing para tener un seudónimo recordable, ya que eso no era común en 1949, cuando a los 17 años y luego de haber estudiado en la Escuela de Bellas Artes, decidió que su vocación sería el dibujo de historietas humorísticas. El mote proviene de su familia, que en su Mendoza natal lo apodaba así para diferenciarlo de su tío materno, también llamado Joaquín.

A los 18 años dejó Mendoza y se trasladó a Buenos Aires para golpear puertas en busca de quien le publicara sus historietas. Lo consiguió recién en 1954, cuando el semanario Esto es comienza a publicarle varios chistes gráficos que ya firmaba como Quino. En propias palabras del dibujante, el día de su primera publicación fue «el más feliz de su vida».

Mafalda no llegaría hasta 1964, momento en el que el dibujante ya había cosechado cierto reconocimiento, había publicado Mundo Quino, su primer libro, y había contraído matrimonio con Alicia Colombo.

En realidad, Mafalda nació por casualidad. En 1963 una agencia de publicidad buscaba un dibujante que realizara una historieta sobre una familia de clase media para promocionar los electrodomésticos Mansfield. El trabajo le fue encargado a Quino, que llegó a dibujar a la familia, que ya incluía a la niña como centro de las historias. Para que sonara similar a la marca, bautizó a la protagonista como Mafalda.

La campaña publicitaria nunca vio la luz y Quino se quedó con las historietas y los personajes. Cuando desde el semanario Primera Plana le pidieron «algo distinto» para las páginas de humor, el escritor desempolvó a la familia de la malograda publicidad y comenzó a publicarlas el 29 de septiembre de 1964. Al año siguiente comenzó a publicarse, a razón de seis tiras por semanas, en el diario El Mundo y poco después es reproducida en otros países latinoamericanos y europeos.

El éxito de Mafalda, caracterizado por el humor político y social, lleva a Quino a comenzar a recopilar las historietas en libros. El primero de ellos, editado en Argentina, vende 5.000 ejemplares en tan solo dos días.

La vida de Quino y la de Mafalda se separaron en 1973, cuando a contramano del éxito el dibujante decidió dejar de dibujar al personaje. Mientras Mafalda seguía cosechando halagos y ventas, el dibujante continuó haciendo lo suyo, aunque con viñetas humorísticas diferentes. En las décadas siguientes, Quino vivió entre Argentina y Europa, participando de infinidad de homenajes y dando su opinión sobre la vertiginosa vida política argentina de vez en cuando.

Su familia agradeció esa suerte de divorcio, ya que el dibujante pasaba cinco horas diarias dedicadas exclusivamente a elaborar las tiras que se publicarían en los días siguientes.

En 1988, Quino revivió a su personaje para dedicar una viñeta al presidente argentino Raúl Alfonsín —primero tras el retorno de la democracia en ese país—, a quien saludó con «gratitud y afecto» sobre el final de su período.

Al igual que su personaje más famoso, el dibujante mendocino siempre fue reacio a alabar a la clase política argentina y cuando se lo consultó siempre dejó entrever que el contexto político de la Argentina postdictadura no había cambiado mucho con respecto a la época en la que nació Mafalda. Fue crítico con Cristina Fernández, asegurando en una entrevista que Mafalda la cuestionaría por ser «tan prepotente, tan soberbia».

En cierto momento también dijo que su personaje «estaría bien» con la gestión de Mauricio Macri pero que se sentiría «espantada» por el liderazgo del estadounidense Donald Trump.

Así, durante las últimas décadas Quino se convirtió en una suerte de vocero de su propio personaje, como cuando tuvo que aclarar públicamente que Mafalda no se había «expresado» en favor o en contra de la despenalización del aborto en su país, a pesar de las imágenes que circulaban con la niña con pañuelos verdes y celestes. De todos modos, esa vez aclaró que la protagonista siempre estaría «en favor de los derechos de la mujer».

Durante una entrevista con el diario argentino La Voz en 2014, Quino admitió que sintió que Mafalda en un momento se le había ido de las manos: «Se escapó, se escapó. Ya lo dijo Pirandello: cuando un autor crea un personaje, la gente lo toma y luego le agrega sus propias cosas». De hecho, recordó que cuando se hizo una película animada de Mafalda el público argentino se indignó con su voz, en español neutro. «Como si Mafalda alguna vez hubiera tenido voz», ironizó.

(Sputnik)

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