Una pelea por las expectativas

Conteo final para las PASO. Algunas hipótesis para lo que viene y una pregunta: ¿puede diseñarse un nuevo pacto de gobernabilidad con CFK en el Senado?

Varios análisis publicados en los medios el fin de semana pasado, el último previo a las PASO del domingo próximo, hablaron de la posibilidad de que, tras estos comicios y los de octubre, se renueven los acuerdos de gobernabilidad con que Mauricio Macri gobernó desde que asumió y hasta alrededor de octubre de 2016, y que se encuentran vencidos desde entonces. Algunos de esos textos sugieren la necesidad de aislar al kirchnerismo. Otros, como el de Ignacio Fidanza, más razonables, proponen aprovechar el giro hacia la moderación de Cristina Fernández para trazar un pacto también con ella, que en cualquier caso seguirá expresando posiciones y sentimientos significativos.

 

Importa poco si estas recomendaciones suponen, o no, una aceptación tácita de la posibilidad de éxito de la líder de Unidad Ciudadana en las primarias y de su eventual ingreso triunfante al Senado. Como sea, son un rechazo transversal a la definición que la mesa chica del oficialismo, en cuya cabecera están Marcos Peña y Jaime Durán Barba, elaboraron al comienzo de la CEOcracia desaconsejando al Presidente formalizar convenios pluripartidarios cuyo contenido fuera expuesto de forma anticipada al hipotético arreglo. Se fue charlando según la ocasión y el proyecto. Hubo, pues, consensos, pero circunstanciales. Por ende, más débiles. Así, fue obvio que, en algún momento, y por pujas de poder, ese espíritu cayera en default.

“El problema, en definitiva, lo que se juega en estas elecciones, no es un aval o un repudio a la práctica de pactos en sí, sino el contenido potencial de los mismos”

Al día de la fecha estamos en un limbo en el que el gobierno nacional no logra caminar un paso legislativo desde hace diez meses, avanzando en su programa de ajuste según lo que las facultades del Poder Ejecutivo le permiten constitucionalmente. Mientras de un lado le reprochan que no profundiza (aún más), del otro acumula bronca social, aunque no al borde de un estallido. Inquieto desde hace ya varias semanas, pese a intervenciones del Banco Central que primero se dijo que no eran necesarias, el dólar refleja entonces tensiones más estructurales que las de la candidatura de una dirigente que, a fin de cuentas, representa un segmento importantísimo de la vida pública nacional pero que, como todos los demás, no se basta por sí sólo para mandar.

 

Así las cosas, de nuevo vamos hacia las urnas como si se tratara de una final a todo o nada, y en cierto modo lo es, sólo que quizá no se esté explicando bien por qué resulta una cita decisiva.

 

En efecto, se reitera, Macri navegó sobre coincidencias con sectores peronistas enfrentados internamente a CFK, y nada obsta que pueda volver a hacerlo si perduran los rencores al interior de la oposición. La presidenta mandato cumplido, por su parte, construyó una nueva herramienta electoral sobre la base de su reconciliación con uno de los grupos que en algún momento la cuestionaron: los intendentes justicialistas bonaerenses, máxima institucionalidad del PJ allí. Dicho sencillo, los distintos actores van comprendiendo que la política argentina atraviesa un período histórico en el que las mayorías de otrora no están disponibles, y que por ende resulta necesario explorar entendimientos. Si los primeros consiguieron por esa vía el pago a los fondos buitres, los otros alcanzaron la media sanción de un proyecto sobre Ganancias que iba rumbo a quedar fuera de agenda (terminó siendo más suave de lo que inicialmente se quiso, pero peor es nada).

“De nuevo vamos hacia las urnas como si se tratara de una final a todo o nada, y en cierto modo lo es, sólo que quizá no se esté explicando bien por qué resulta una cita decisiva”

El problema, en definitiva, lo que se juega en estas elecciones, no es un aval o un repudio a la práctica de pactos en sí, sino el contenido potencial de los mismos. En ese sentido, la pregunta sobre la que circulará el sufragio es si se aprueba la gestión de Macri en función del contrato electoral firmado en el balotaje de 2015. Conviene recordar, fue un retador que prometió un cambio que invitaba a no resignarse a que lo máximo que se podía era lo que se tenía en ese momento. ¿Se avanzó o se retrocedió desde entonces? Cuidado: puede que se le guarde paciencia, que se crea en lo que esgrime como excusa para no haber podido todavía alcanzar lo augurado.

 

Cristina fue derrotada menos por sus cadenas nacionales (igual, hace bien en modificar su comunicación) que por su incapacidad de satisfacer demandas como entre 2007 y 2011. ¿Será premiada ahora una regresión que encima se anuncia que será peor? La presidenta mandato cumplido se postula para intervenir en el recinto más trascendental de los que alojarán debates por acuerdos en un marco de puras minorías: la cámara alta, donde pesan los gobernadores. Su suerte importará, sobre todo, para leer el clima en el que se desarrollará el futuro.

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