Hace algunas semanas se conoció la astronómica cifra que el gobierno de Mauricio Macri invierte para comunicar sus acciones a través de las distintas redes sociales. Y a pesar de los gruesos errores, como el famoso viaje en un micro de la línea 520 de Pilar, lo sigue haciendo, basado en la idea de que un buen manejo del marketing supera no sólo a la acción política tradicional, sino también a la gestión pública propiamente dicha. Por supuesto, las cosas no son tan así. Mucho menos en la provincia de Buenos Aires, donde un complejo entramado de circunstancias diversas y simultáneas plantean un escenario que parece exceder largamente las posibilidades de manejo de María Eugenia Vidal y su equipo. Si bien desde los medios se insiste con que la gobernadora es la funcionaria con mejor imagen pública, varios sondeos de opinión ubican hoy por hoy al PRO en un tercer lugar dentro de las preferencias electorales de los bonaerenses para la contienda de medio término del próximo año. En el interior provincial mide muy bien la figura de Sergio Massa mientras que en el conurbano, según han manifestado Jorge Ferraresi (intendente de Avellaneda) y Verónica Magario (intendenta de La Matanza y flamante presidenta de la Federación Argentina de Municipios), “la gente la quiere a Cristina”. De tal circunstancia, debiera tomar debida nota el PJ opositor a la hora de evaluar posibilidades de triunfo en las legislativas de 2017. Mas allá de eso, lo cierto es que los bonaerenses mensuran la gestión de Vidal no sólo por lo que aparece en los diarios, en TV o en redes sociales, junto a la foto cuidadosamente elegida por los asesores de la gobernadora de sonrisa angelical, sino por lo que les depara su cotidianidad que, por cierto, dista mucho de ser un lecho de rosas.
En estos días se viralizó una publicación de la gobernadora Vidal, en la que se veía a la beneficiaria de una vivienda que había recibido… en 2015. No hace mucho, su más estrecho colaborador, el ministro de Gobierno, Federico Salvai, anunció su presencia en Junín publicando una foto de la cordillerana Junín… de los Andes. Pero no le vamos a caer al PRO bonaerense por los yerros comunicacionales. Vayamos a algunos números que explican, en parte, por qué los bonaerenses no están para nada conformes con la actual gestión. Para comenzar, vale aclarar que la provincia, según datos de su propio equipo económico, contrajo en seis meses (hasta el 30 de junio) una deuda de poco más de $19.000 millones, es decir, casi la mitad de la deuda pública nacional emitida por el gobierno de Cambiemos. Para ello contó con el aval legislativo del Frente Renovador y de parte del PJ que, con el apoyo de varios intendentes, aprobaron el mencionado endeudamiento. Pero lamentablemente, esa suma sideral -a pagar por varias generaciones de bonaerenses- habría caído en la insondable profundidad de los gastos corrientes. Prueba de ello, es la inexplicable subejecución presupuestaria en el rubro obras públicas de la provincia.
«La provincia, según datos de su propio equipo económico, contrajo en seis meses (hasta el 30 de junio) una deuda de poco más de $19.000 millones, es decir, casi la mitad de la deuda pública nacional emitida por el gobierno de Cambiemos»
A nadie escapa que el alto índice de desocupación que afecta al mercado laboral argentino se explica, fundamentalmente, por la caída en picada de la construcción. En ese rubro, la obra pública tiene una incidencia definitiva. En la provincia, las consecuencias de la inactividad se perciben por el agravamiento de la situación social en el conurbano y se manifiestan en las calles de La Plata a través de la movilización permanente de los nucleados en la UOCRA que lidera “Pata” Medina. Además, no son pocos los intendentes -oficialistas y opositores- que le han planteado la profundidad del problema a la gobernadora Vidal. Pero la obra pública provincial está virtualmente paralizada y no parece que fuese a arrancar en el corto plazo. Según datos emanados desde la Contaduría General de la Provincia, del presupuesto aprobado para el Ministerio de Infraestructura que encabeza Edgardo Cenzón (hombre de Nicolás Caputo en el gabinete de Vidal) sólo se ejecutó un 12,9% en los primeros seis meses de 2016. Si analizamos esta alarmante subejecución presupuestaria, veremos que los ítems menos monetizados son los que remiten a la atención de los sectores más desprotegidos. Por ejemplo, el PROIN (Programa de Inclusión Urbana), de fomento a mejoras edilicias y urbanas para la inclusión social, sólo invirtió el 0,38% de su disponibilidad en el primer semestre. Otra muestra: en un territorio en el que el 47% de la población no cuenta con servicio de cloacas y el 25% no dispone de agua de red, se utilizó nada más que el 0,37% de un presupuesto de $1.587 millones. En lo que respecta a vivienda, se ejecutó el 14,79% de la previsión presupuestaria, mientras que la Dirección de Vialidad utilizó el 16% de los fondos asignados.
Por supuesto, lo mismo se repite en todos los organismos del ejecutivo provincial. Mientras tanto, la gobernadora Vidal sigue sonriendo para la foto.