Aguardientes. Segunda temporada.
Ya sé que es sólo fútbol, no me digás. Encima fútbol, me animo a rebatirte. Porque tengo las canillas tatuadas y peladuras gloriosas en las rodillas del alma, todavía de pibe, ardiendo todavía.
Es sólo fútbol, sólamente es la vida.
La vida con libreto libre, con derecho de improvisación, con resultado incierto.
La vida con riesgo, con la ilusión de poder escaparnos de la marca, que te voltea cuando estás tan cerca, que te saca de la cancha, que te obliga a empezar de nuevo porque a veces nadie cobra nada. O cobran mal, esos árbitros de toda arbitrariedad.
La vida con los nuestros, la vida con los otros. La misma vida y sus sectores. Las puntas estrechas como desfiladeros, las áreas exentas de seguridades y por eso tan deseadas. Las áreas peligrosas en donde campea el peligro y se mide el corazón, los tres cuartos de cancha en donde se levanta la cabeza para querer mirarlo todo. El corredor del ocho, un callejón que le promete paraíso al sacrificio. La cueva del seis, en donde te espera el grandote, el que te pega, el que te hostiga, el que se imagina, que sabe que sos pintor de sueños y le querés pintar la cara.
Es sólo fútbol, sólamente vida, la vida y sus momentos, de no agarrar ninguna, de que te salgan todas, de darse cuenta hasta dónde podés llegar.
Es nada más que fútbol, ese juego que me construyó la impaciencia, el insomnio infantil y el odio a los domingos lluviosos. Es sólo fútbol, sólamente la escuela de las pasiones, el escenario en el que los logros son claros, los objetivos buenos, y las tristezas y alegrías de absoluta legitimidad. Únicamente un juego de amor en el que se grita la conquista al cielo, con Dios por hinchada y los muertos queridos riendo en la platea celeste.
Es sólo la vida en juego mientras se juega el juego de la vida, abriendo siempre dos caminos, el de volverse por la vereda resignada de la derrota, o el de dar la vuelta olímpica alrededor de la vida con sentido, que es el sentido de la vida.
Es nada más que fútbol, como si hubiera algo más que pueda serlo todo.