Uruguay. El Congreso del MPP y su repercusión en el gobierno frenteamplista: las naves están quemadas

Por Víctor H Abelando, gentileza Semanario Brecha, especial para Causa Popular.- El congreso celebrado el pasado fin de semana marcó un punto de inflexión en la “tolerancia” del MPP con respecto a la orientación económica de su gobierno. Ante el delicado panorama interno que se le avecina, el presidente tendrá que jugar, esta vez, de manera firme y decidida.

Foto: El cierre de Congreso del MPP cuestionó extranjerización de la tierra y rechazó un TLC con Estados Unidos

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En los distintos textos aprobados en el VII Congreso del MPP es posible leer fuertes cuestionamientos a la política económica del gobierno. Nada inesperado si la sesión de ese organismo se hubiera producido quince o veinte meses antes. Entonces no hubiera sorprendido que en su declaración final se afirmara que “esencial para la etapa es comprender que el sistema financiero deberá estar al servicio del país productivo y no el país productivo al servicio del sistema financiero”.

O el párrafo siguiente donde se sostiene que “la lógica planteada sobre la política económica llevada adelante por la refinanciación de los deudores dejó al desnudo una situación que pone en riesgo la viabilidad del proyecto de país productivo; a modo de ejemplo manifestamos que en 2005 se vendió la mayor cantidad de nuestras tierras a extranjeros. Queda claro además que los deudores que pudieron financiar sus deudas lo hicieron vendiendo sus tierras”.

Pero lo singular de la situación es que esas afirmaciones corresponden al congreso de la fuerza más importante del partido de gobierno, integrado además por buena parte de los principales dirigentes emepepistas.

El otro dato significativo del congreso es que, tanto en la discusión como en las resoluciones, hubo una inflexión respecto al momento político que el MPP vivió a fines del año pasado, cuando su interna se sacudió a partir de la posición respecto del tratado de inversiones con Estados Unidos. Por entonces, sus figuras históricas (José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro) enfrentaron públicamente una definición contraria al acuerdo (24 integrantes de la dirección emepepista en contra y ocho a favor), que se alejaba de la percepción que ambos tenían del rumbo del gobierno.

Incluso se generó en la interna del sector un movimiento que, con el aval de Mujica y Fernández Huidobro, reunió a varios centenares de militantes en el club Capitol, para enfrentar a esa mayoría de la dirección del MPP. Por aquel entonces, Mujica defendía el apoyo al tratado, aun a sabiendas de que podía ser “pan podrido”. El acuerdo de inversiones con Estados Unidos no aparecía, en la mirada de los dirigentes históricos, como una tendencia negativa de la política de inserción internacional ni como parte de una serie de medidas capaces de cuestionar el programa o las alianzas sociales que llevaron a Tabaré Vázquez a la Presidencia.

¿Qué ocurrió en ese lapso para que haya operado una modificación tan significativa? La respuesta debe buscarse en las relaciones en la interna del gobierno, en los pesos específicos dentro del gabinete, y en la percepción del MPP de que el rumbo seguido no lleva al país productivo, elemento determinante del proceso de “refundación nacional” definido como epicentro de este período por el MPP.

Esa lectura, que ha llevado al sector a definir que el fa y el gobierno se han quedado sin estrategia y que cuando la tienen no apuestan a la producción nacional, es lo que explica el giro del MPP. Postura crítica con el rumbo del gobierno que también se ha reflejado en la interna del grupo, con el desvanecimiento del movimiento generado en el Capitol.

ASÍ LA VIERON. A diferencia de las discusiones emepepistas de fines del año pasado, cuando los pronunciamientos de sus dirigentes ubicaban al MPP como una fuerza disciplinada del gobierno, el congreso del fin de semana pasado se desarrolló en medio de la polémica de Mujica con el ministro de Economía, Danilo Astori, sobre las soluciones brindadas al endeudamiento agropecuario, discusión con el aderezo de un posible alejamiento del titular de Ganadería si no se contemplaban sus reclamos al respecto.

Los casi dos mil participantes del congreso no sólo aprobaron el documento de estrategia, sino que se pronunciaron explícitamente sobre algunos temas, como la factibilidad de un tlc con Estados Unidos. El congreso entendió que las condiciones actuales no hacen aconsejable su firma, y resolvió que, en el caso de que el gobierno decida estudiarlo, primero debe hacerlo la fuerza política.

También se colocó en la agenda de debate de la segunda parte del congreso, a realizarse el 24 de julio, la actitud a seguir ante los planteos de otras fuerzas frenteamplistas de derogar o anular la ley de caducidad. Decisión que contradice las afirmaciones de Fernández Huidobro de que el tema fue laudado en el último congreso del fa, en diciembre de 2003, cuando se resolvió mantener la ley de caducidad.
Sin embargo, el hecho político principal del congreso parece haber sido la confluencia entre Mujica y los sectores en una postura crítica del rumbo del gobierno.

Cosa que no puede decirse, señalaron fuentes del MPP a BRECHA, respecto de Fernández Huidobro, ya que en algunas oportunidades sus posiciones quedaron en minoría, por ejemplo cuando argumentó contra la inclusión en el documento de estrategia de un párrafo crítico de la democracia representativa. El aditivo votado señala la importancia de incluir la “participación” como una condición de la democracia a la que aspira el sector.

Los congresales también rechazaron (940 votos contra 78) una moción presentada por militantes del grupo Capitol, indicado en la interna como el sector más “seguidista” de la gestión del gobierno, en la que se suavizaban los cuestionamientos al Poder Ejecutivo.

Pero, básica y fundamentalmente, el congreso reafirmó la concepción de la refundación nacional y la conformación de un bloque social, integrado por trabajadores, productores rurales, las pymes y otros empresarios vinculados a la industria nacional, que permita avanzar en el desarrollo de un modelo productivo nacional.

Mujica hizo un llamado a recrear el espacio social de la Concertación para el Crecimiento, repitiendo el esquema de 2002, cuando varias asociaciones de productores se unieron al PIT-CNT para exigir un cambio de rumbo en la política económica del gobierno de Jorge Batlle.

En el presente, si bien el llamamiento tiene un contenido diferente, la tarea parece ser la misma: modificar el rumbo económico asumido por el gobierno.
Para el MPP no es posible que la única apuesta productiva sea a la inversión extranjera; el sector demanda políticas sectoriales desde el Estado que atiendan al desarrollo agroindustrial y al mercado interno.

Derivaciones del congreso.

La reafirmación del fin de semana pasado de una línea que objetivamente se enfrenta al rumbo de la política económica, y la percepción del MPP de que el gobierno afronta una encrucijada, donde, entre otras cosas, puede dar la espalda a los sectores sociales que lo proyectaron al poder, generan una situación crítica y sumamente compleja, de la que parece difícil encontrar una salida.

Mujica ha comentado que sobre sus hombros tiene una decisión muy complicada. Si permanece en el cargo sin que se solucionen realmente los problemas por él planteados, significará que ha dejado de pelear por lo que entiende imprescindible para el avance hacia un país productivo.

Por otro lado, su alejamiento del gabinete implicaría la primera gran fractura en el gobierno progresista, tras lo cual quedaría la interrogante nada menor de qué papel asumiría el MPP con relación a la administración Vázquez.

La única apuesta de solución al conflicto parece, aunque suene pedestre, una conversación con Vázquez (no existe diálogo fluido entre el presidente y Mujica, aunque lo mismo puede decirse con respecto a otros miembros del gabinete), donde éste se percate de que existe una opinión distinta a la de Astori que proviene, sobre todo pero no únicamente, del sector mayoritario de la izquierda (en filas emepepistas existe la opinión de que la comisión formada entre Economía, Ganadería y el brou por el endeudamiento agropecuario sólo servirá para maquillar lo hecho, “sin cambiar el trillo”).

Lo cierto es que el momento es muy distinto a aquel de inicios del gobierno, en el cual Mujica anunció que después de unos meses abandonaría las responsabilidades de gobierno. Entonces el alejamiento se produciría por el autoconvencimiento de que estaba “viejo” y debía dejar el lugar a su subsecretario, “el verdadero ministro”, según dijo en ese momento.

Hoy su dimisión podría actuar como un efecto dominó, haciendo que tanto el subsecretario Ernesto Agazzi como el titular de Trabajo, Eduardo Bonomi, dejen sus cargos, tanto por decisión propia como del presidente.

Si la renuncia de Mujica implica que no pudo con Astori, ¿por qué el MPP mantendría sus hombres en el gabinete? O de otro modo, si el principal líder de la fuerza mayoritaria se aleja, ¿por qué el presidente mantendría la confianza en los ministros emepepistas?

La izquierda tiene una vieja historia de conflictos resueltos, pero desde el gobierno la cosa es diferente.

Primero, porque ahora la resolución de los debates se transforman en medidas concretas que hacen al rumbo del país, y no en meras negociaciones por la modificación de un texto o de una votación en el Parlamento; segundo, porque esto puede hacer que el Ejecutivo pierda, tal vez no el apoyo, pero sí el disciplinamiento de la principal fuerza que condujo al progresismo al poder.

El tiempo que se avecina parece preñado de una espesa incertidumbre.

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