«La unidad nos da la fuerza, la solidaridad la cohesión.» JDP
Los números de la economía argentina son catastróficos, luego de casi tres años y medio de la gestión del macrismo.
Impericia, mala praxis, soberbia ideológica, prejuicios de clase y sobre todo un núcleo en el centro del Pro, básicamente corrupto, que privilegia los negocios de un grupo por sobre el interés general. Solo así puede explicarse los desaciertos de este gobierno; no gestionan, hacen negocios para sí y los amigos. Representan una parte de la burguesía parasitaria que ha saqueado a la Argentina desde siempre.
También, como siempre, se han asociado a los intereses del FMI y del imperialismo yanky, alienándose a las políticas internacionales de Trump, pero también beneficiando a los intereses de la banca anglo yanky.
Los números son elocuentes sobre el deterioro que estas políticas han producido en el tejido social y económico del país.
Una inflación proyectada para 2019 es del orden del 60 %, tasas del 60/70 % , la deuda externa cercana a los 200 mil millones de dólares, con fuertes vencimientos en 2020, caída de la producción industrial, utilización de la capacidad instalada cercana al 60 %, y en algunas actividades como la textil, en el 50 %, una economía en recesión crónica, pérdida del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, precios y servicios dolarizados, destrucción de la pequeña y mediana empresa, aumento del desempleo y el trabajo precario, retroceso en materia de soberanía energética, científica y tecnológica.
La deuda externa generada y la fuga masiva de capitales de estos años son una hipoteca para las generaciones futuras y una bomba de tiempo para el futuro gobierno.
El daño en el tejido social por estas políticas es tremendo, tarifas y alimentos dolarizados son un coctel mortífero sobre los consumos populares.
Una desocupación cercana al 11 %, y por ende pobreza e indigencia en aumento, que carga su mayor peso sobre los niños y los jóvenes. Al efecto la pobreza infantil creció en un 11,2 %. Según el observatorio de la UCA, el 30 % de niños no logran cubrir las necesidades alimenticias básicas y un 13 % sufre la experiencia del hambre.
Ambas cifras muestran el estado de crisis social imperante a que nos ha llevado las políticas neoliberales y la urgencia en corregir la situación, ya que los daños en niños y adolescentes con deficiencias alimentarias son permanentes.
El fracaso del modelo macrista se refleja en esta situación, un país que puede producir alimentos para 400 millones de personas no puede alimentar correctamente a un tercio de su población.
El próximo gobierno deberá tomar este tema como prioridad, junto a la creación de empleo y la provisión de medicamentos básicos, deben ser el eje de las primeras medidas.
Construir unidad en la diversidad
La decisión de la ex presidenta CFK de designar a Alberto Fernández como candidato a presidente y reservarse para ella la vice presidencia generó un temblor en todo el mundo político, descolocando al oficialismo y sobre todo a aquellos que buscaban una salida por el medio.
Dinamitada la “ancha calle del medio”, convertida en un callejón sin salida, Alternativa Federal que nucleaba a varios gobernadores quedo expresada en su mínima expresión, ya que la mayoría de los gobernadores y legisladores del espacio terminaron aliándose con la formula Fernández – Fernández. La sumatoria del espacio massista en estos días le da al Frente de Todos un peso político y electoral mayoritario.
El peronismo logró lo que hace unos meses parecía imposible, la unidad de casi todos los sectores y corrientes internas detrás de la formula FF.
Por el otro lado el oficialismo navega sin rumbo, tratando de retomar la iniciativa. La designación de Miguel Pichetto fue un manotazo de ahogado para ampliar el espacio, sin embargo, a pesar del fuerte apoyo mediático del momento, no mueve el amperímetro electoral y político.
La experiencia Lavagna navega, con final incierto, entre los restos del naufragio de Alternativa Federal y del Frente Socialista, derrotada en Santa Fe. Por último los partidos de izquierda, a pesar de alianzas, no dejan de ser expresiones muy minoritarias, con peso en movilizaciones y marchas, pero de escaso poder político electoral. Sin vocación de poder, toda su estrategia parece orientada a meter un legislador más o menos.
En este escenario el “Frente de Todos” sigue con una construcción de poder que estaría garantizando un triunfo electoral.
Es indudable que esta es una unidad para ganar, pero la pregunta es ¿esta unidad sirve para gobernar?
La experiencia histórica muestra que va a haber fuertes pujas internas y externas. La lucha política e ideológica en el interior del Frente en el gobierno será inevitable. No necesariamente esto es malo en sí mismo, por el contrario puede ser positivo en la construcción de un espacio político y una relación de fuerzas que pueda enfrentar la crisis nacional y poner límites a los factores de poder económico financiero.
Está claro que es necesario poner todo el esfuerzo en ganar las próximas elecciones, en primera vuelta y por la mayor amplitud posible. Hay que tener claro que la derecha en el gobierno es una clase social autoritaria, violenta, sin escrúpulos, capaz de cualquier acción mezquina, con el objetivo de mantener el poder y sus privilegios, En ese marco no hay que descartar fraudes y acciones antidemocráticas. Tampoco el boicot permanente al futuro gobierno, el “círculo rojo”, núcleo del poder detrás de Cambiemos ha ido consolidando sus posiciones de poder no solo en el plano económico, sino también en los planos mediáticos, judiciales, fuerzas de seguridad, etc.
Estamos enfrentando una vez más a un poder muy fuerte, que asociado al FMI, el Departamento de Estado y la CIA, siempre presentes en los escenarios políticos latinoamericanos, pueden condicionar al futuro gobierno popular.
En ese marco es factible la construcción de un nuevo pacto social, o un nuevo pacto de convivencia, tal como los plantea CFK. Sin embargo, como lo muestra la experiencia del pacto social de 1973, si bien en condiciones políticas diferentes, hay y habrá grupos de poder que sabotearan todo el proceso.
Para que el Frente de Todos se constituya en una fuerza política sólida, que pueda enfrentar a los factores de poder, internos y externos, es necesario fomentar la participación de todos los sectores y espacios, ampliar el debate y la discusión ideológica, ampliar la base de sustentación construyendo poder popular, sumar espacios por fuera de la política orgánica, por ejemplo de la cultura, sociales, estudiantiles, barriales, empresarios, etc.
En síntesis es necesaria la construcción de un movimiento nacional de liberación, tan caro a la tradición de las luchas populares argentinas.
Es además imprescindible la construcción de una mística y una ética política y social que de soporte al proyecto político.
Como sostenía Perón, es fundamental la unidad en la acción y en la acción construir solidaridad y organización.