Por Cristina Angelini; para Causa Popular.
Estas manitos pequeñas, postergadas; estos ojitos duros y asustados son nuestros niños, de Boedo, aquí en Buenos Aires.
Chicos de todos. Vienen al merendero a tomar la leche que no hay en casa después del cole, o peor, la que no hay en casa ni para llenar la mamadera.
Estos pibes llegan, se ríen, vienen a merendar y a jugar al fútbol, cómo última posibilidad de dignificar la tarde, porque aún chiquitos, están muy conscientes de este “lugar benéfico”.
Patean la pelota en la canchita del club con ganas, con ilusión de crack y sueño de Maradona. Ponen en la pelota la única esperanza de que ocurra la salvación, y llegue cómo milagro a romper ese destino condenado a pesar de todo, de todo…
Los miro, detrás de mi cámara para amortiguar el dolor. Veo que de nosotros depende la posibilidad que tengan, o no, de ser protagonistas del futuro.