De la Redacción de ZOOM. Eduardo Juan Flores vive en San Pablo. Habitualmente lee por internet el semanario La Opinión de San Pedro, pueblo bonaerense en el que fue cura en los años ’60 y donde conoció a su fallecida esposa, y se indignó con la diatriba admonitoria (“arenga”, dice él) que el periodista Alfredo Leuco lanzó en vísperas de la manifestación que llenó Plaza de Mayo en apoyo al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Decidió contestar puntualmente a varias de sus afirmaciones. Lo hizo sin saber que Leuco fue, durante los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner, muy pero muy zalamero con éste. Envió originalmente su escrito al referido semanario, que no lo publicó. Enterados del hecho, ZOOM se lo pidió para darlo a conocer. A continuación, fragmentos de los dichos de Leuco y la respuesta de Flores.
“Apenas soy un periodista” Y yo, un ciudadano más, que vivo en el exterior, como consecuencia de haber luchado en mi juventud por una Patria justa para todos.
“… un acto que podría ser interpretado como una provocación más.” Provocación fueron los cortes piqueteros, el cacerolazo para repetir el clima de 2001, y muchos artículos periodísticos, llenos de odios y parcialidades.
“… cien mil personas en colectivos para ovacionarla y decirle todo que sí.” ¿De verdad cree usted que es posible llenar la Plaza sin una importante cantidad de gente independiente que vaya por su cuenta? ¿Sabe cuántos de los que estaban no le dicen todo que sí a los K? ¿O no lo vio a Martín Sabatella? Mire qué lindo testimonio me había llegado por Internet el día anterior: “Hola gente: En un momento como este, opino que hay que ir a la marcha del martes a bancar las retenciones. Creo que hay que demostrar que somos muchos los que queremos un país mejor, un país más justo, que bancamos que las cosas tienen que cambiar (mas allá de diferentes matices que tenemos sobre modo/cantidad/profundidad). Espero que nos veamos allá. Virginia”
“.. nadie quiere esmerilar su investidura presidencial.” Le aconsejo, señor Leuco, que lea los foros del diario La Nación. No hay país civilizado, culto y democrático que permita semejantes barbaridades. Lo leo casi diariamente, como mero ejercicio de paciencia. El odio virulento de muchos argentinos es un caso típico de psiquiatría.
“…un acto masivo se puede disparar para cualquier lado y usted lo sabe.” Pero no se disparó. ¿Por qué será? ¿Será que los “negritos” aprendieron a comportarse luego de ver por la TV las imágenes de odio y rencor explícito de la gente “del campo” (todos juntos en la misma bolsa, los peces grandes y los pequeños)? ¿Por qué será que Buzzi hizo mala cara cuando un chacarero le gritó pidiendo reforma agraria?
“…nueva muestra de maltrato o de ofensa gratuita como cuando usted los llamó ‘los piqueteros de la abundancia’ o generalizó a todos como golpistas porque había algunos dinosaurios que defienden a los genocidas.” Perdóneme Leuco, pero lo creía más inteligente. La verdad no ofende… Los piquetes no estaban formados por gente humilde, llegaban en sus 4×4 (nada en contra), no protestaban por pérdidas, sino porque ganarían menos. ¿Golpistas? Todos lo pensamos cuando vimos por TV a las señoras de la avenida Santa Fe aporreando sus cacerolas de teflón y coreando “¡Que se vayan!”.
“…tiene que hacer un esfuerzo para ser prudente, racional, sensata, para tener sentido común y mucha tolerancia”. Creo que la Presidenta le hizo caso, y tuvo un comportamiento excepcional, demostrando saber lidiar brillantemente con una situación de crisis. Diría que fue la afirmación de un liderazgo al que siempre aposté.
“..mandonear con el látigo por el temor que despierta.” No, señor Leuco. Lo que usted llama mandonear es apenas el coraje sereno de mantener actitudes necesarias, aún cuando se toquen grandes intereses. Algo que, en general, los políticos no suelen hacer, sirvientes como la mayoría son y han sido a los grupos de poder.
“… le podrían contestar con otro acto multitudinario y venir con sus tractores a la Plaza de Mayo, por ejemplo, si usted hace un acto, ellos también tienen derecho ¿o no? No apueste más a la división y al enfrentamiento, gobierne más,” Pueden llevar sus tractores a la Plaza, ya lo hicieron alguna vez. Era cuando estaban con banderita de remate, algo que hoy no ocurre gracias al modelo que ellos denuestan. Pero si vuelven a ir, háganlo sin ofensas ni agravios: Lonardi llenó la Plaza, Galtieri también. Pero la Plaza será siempre del Pueblo, y también de esas corajudas mujeres de pañuelos blancos que la recorren todos los jueves desde hace 32 años. ¿Gobernar más? Es justamente lo que hizo, aplicando una política redistributiva para la que fue votada.
“..no a las patotas mussolinianas,” Yo también estoy contra de las patotas. Jamás me gustaron, pero extirpemos las patotas de todo tipo: las de los camioneros pero también las de los ruralistas ayudados por Castells. ¿O usted, igual que la oposición, sólo ve el “otro lado”? No se puede ejercer el periodismo con esos preconceptos. En ese sentido, es ejemplar la declaración del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Sociales acerca del modo en que fue cubierto el conflicto de “El campo” y el Gobierno.
En el inicio de este conflicto no tomé partido para no ser superficial. Quería estar convencido de qué valores estaban en juego. Le confieso que varios artículos de periodistas críticos pero objetivos me ayudaron a entender lo que estaba pasando en la Argentina. No entendí todo, por supuesto. Lo suficiente para saber que son dos modelos de país, y que es algo más que un problema de impuestos. Conscientes o no, unos defienden una Argentina para unos pocos privilegiados, y otros optamos por una Argentina para todos. Una historia más vieja que la escarapela.
Los conflictos son positivos, surgen porque hay vida, proyectos, progreso. ¡Ladran, Sancho! ¡Señal de que cabalgamos! Pero deben ser resueltos en armonía y democracia. El Rey de España puede gritarle a Chávez que se calle, pero se lo grita a millones de latinoamericanos que pensamos igual.
Eduardo Flores, docente jubilado (jubilación brasileña).
LE 4.685.785
PD: Voté a Cristina, y desde Sao Paulo, Brasil, donde vivo, estuve en la Plaza con el corazón para defender lo que voté, convencido de que es lo mejor para Argentina, y también para la Patria Grande Latinoamericana.
Has recorrido un largo camino, muchacho.
Alfredo Leuco es cordobés, trabajó durante once años en Clarín, fue jefe de redacción de El Cronista y subdirector de las revistas Somos y Gente. Hace años que trabaja en América TV y en distintas radios. En los años ’80 simpatizó primero con la Coordinadora radical (sobre la que escribió un libro laudatorio) y luego con el Movimiento Todos por la Patria (MTP), del que abjuró al producirse el asalto al cuartel de La Tablada. En los ’90 fue tibiamente antimenemista (ma non troppo, baste decir que escribió una biografía de Carlos Menem a la que tituló nada menos que El heredero de Perón) y en 2003, cuando Néstor Kirchner ganó las elecciones, no dejó espacio para que ningún otro periodista fuera más oficialista que él. No obstante, algo sucedió camino del foro porque Leuco, acaso tironeado por la lealtad a su patrón, Francisco De Narváez, fue declarado persona no grata por los kirchneristas y hoy parece pretender disputarle el lugar de los hipercríticos del gobierno a Joaquín Morales Solá, habitual vocero oficioso de la Embajada de los Estados Unidos. Desde hace años tiene un programa radial llamado Le doy mi palabra, pero en los últimos tiempos esa palabra aparece muy devaluada y pocos quieren tomarla.
Su contradictor, Eduardo Flores, fue cura del Tercer Mundo en los ’60 en San Pedro, militante de la Juventud Peronista y funcionario del gobierno bonaerense de Oscar Bidegain. También fue periodista en Buenos Aires del diario El Cronista Comercial, dirigido por Raúl Perrota, desaparecido por la dictadura. Percibiendo claramente que se venía el golpe militar se radicó en Brasil. Regresó con su esposa en 1993, pero en 1997 ambos volvieron a San Pablo, donde ella murió. ”Nunca quise asumirme como exiliado, incluso como forma de protegerme, pero por más que no quieras ser, si lo sos, no hay tu tía. El exilio, aunque sea dorado, tiene sabor a cicuta. Aquellas raíces, arrancadas de cuajo, continúan en la herida por dentro… por eso vibro y comparto la lucha de mi tierra y de mi gente, aunque sea a la distancia. Sin las neuras del día a día, sin los temores de la incidencia de los números macros en el microcosmos personal. Pero con una intensidad muy fuerte, capaz de vencer al tiempo y a la distancia”, reflexiona. Eduardo polemizó con Leuco sin conocer su pasado ni habilidades de saltimbanqui.