Comenzó la cumbre de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que reúne desde el 28 de abril y durante dos días a los presidentes de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Haití, así como importantes representantes de Cuba, Ecuador, San Vicente, Dominica, Antigua y Barbudas. Espacio de encuentro donde se está librando una de las experiencias más importantes para el destino de nuestros pueblos: la construcción de una unidad que puede enfrentar mejor las imposiciones económicas de Estados Unidos.
Durante la Cumbre -celebrada en la ciudad venezolana de Barqusimeto- Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela decidieron abandonar el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), según anunció el presidente boliviano, Evo Morales.
«Los Estados parte del ALBA acordaron retirarse y denunciar de manera conjunta la convención del CIADI, garantizando el derecho soberano de los pueblos a regular la inversión extranjera en su territorio», indicó Morales al término de las deliberaciones.
A la reunión asistieron, además del mandatario anfitrión, Hugo Chávez, y Morales, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y el vicepresidente de Cuba, Carlos Lage.
El grupo difundió también una condena explícita a la liberación por parte de un tribunal estadounidense de Luis Posada Carriles, a quien Venezuela y Cuba acusan de terrorismo.
En la segunda sesión de la cumbre del ALBA, con motivo del tercer aniversario de la creación del grupo, los participantes acordaron crear un esquema institucional con una comisión presidencial y ministerial, y dejaron para un estudio posterior más detallado la creación de una secretaría permanente del esquema de integración.
Además aprobaron una serie de proyectos «gran nacionales» para oponerlos a las empresas transnacionales, que abarcan desde el comercio, telecomunicaciones y transporte hasta programas de educación y salud.
Se planteó crear un fondo ALBA al que Venezuela destinaría 200 millones de dólares y que cada país se incorpore con «lo que pueda», según dijo Chávez, para financiar proyectos para apoyar la producción.
«Sin el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional estamos mejor, tenemos que buscar alternativas entre todos juntos y podemos lograrlo, ayudar a los países a independizarse de esos organismos que son mecanismos de dominación», señaló.
Chávez también propuso emitir un bono ALBA sobre las deudas de sus miembros para recolectar ingresos a fin de financiar proyectos, el cual recibió apoyo de Ortega.
Una de las experiencias más importantes para el destino de América
La Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) fue creada en diciembre de 2004, en la Habana, por Hugo Chávez por Venezuela y Fidel Castro por Cuba. En ese tiempo, pasó como una declaración bilateral de reafirmación de hermandad cubano-venezolana. Pocos avizoraron – en ese tiempo- el enorme potencial estratégico de esta iniciativa.
Hoy, cinco países sustentan el ALBA en la práctica: Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Venezuela. Es en este espacio de encuentro donde se está librando una de las experiencias más importantes para el destino de nuestros pueblos: la construcción de la unidad de América Latina.
Considerando los cinco países (se incorpora Ecuador aunque todavía no se haya producido la incorporación formal, políticamente ya tiene la decisión de incorporarse), el acuerdo ALBA involucra a una población de más de 67 millones de personas y una superficie de 2.535.000 kilómetros cuadrados. Casi un cuarto de superficie y población de los Estados Unidos, y eso no es poco.
La principal fortaleza del ALBA, más allá de las enormes potencialidades económicas (recursos energéticos, minerales, alimentos, biodiversidad, etcétera), radica en el carácter de cada uno de sus gobiernos, con el compromiso y el protagonismo del pueblo que eso implica.
Cuando desde el ALBA se sostiene que la unidad debe avanzar por nuevos caminos, priorizando lo social, lo cultural y lo político, el pago de la deuda social con los pueblos; como asimismo avanzar en lo económico a partir de la cooperación, complementación, solidaridad y respeto a las soberanías, se plantan sólidas bases para ir más allá de un simple proceso de acuerdos como los conocidos hasta el momento.
La participación popular, en todos los procesos abiertos en los países integrantes del ALBA, son la garantía del nuevo modelo unionista. En salud, educación, asistencia técnica, cultura, economía popular, género, pueblos originarios, seguridad social, defensa nacional, medio ambiente y todos los rubros involucrados en el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos, ya comienzan a aparecer lineamientos de trabajo mancomunados que ayudarán a solucionar problemas comunes de cada uno de los países y de difícil resolución encarados individualmente.
Contra el terrorismo de Washington
Por otra parte, la cumbre condenó la reciente liberación del cubano Luis Posada Carriles, acusado por Cuba y Venezuela de ordenar la voladura de un avión civil en 1976, atentado en el que murieron sus 73 ocupantes.
El presidente haitiano, René Préval, propuso, y fue aprobado por los demás dirigentes, que a la condena por la liberación de Posada se sume otra por el mantenimiento en cárceles de Estados Unidos de cinco cubanos que, según se dijo, «trabajaban para neutralizar el terrorismo de grupos ligados ideológicamente a Posada».
Al finalizar las sesiones de trabajo los presidentes asistentes a la cumbre se trasladaron a la cercana localidad de Tintorero para contactar con movimientos sociales de varios países que destacaron el creciente peso que están alcanzando en la política de sus naciones.
La víspera asistieron a la inauguración de los II Juegos Deportivos del ALBA, en Barquisimeto, en los que participan atletas de 30 países.
En la cumbre también participaron la canciller ecuatoriana, María Fernanda Espinosa, y el ministro uruguayo de Trabajo, Eduardo Bonomi, así como representantes de varios países del Caribe Oriental.
Al concluir la sesión plenaria, los líderes del ALBA se dieron cita para una nueva cumbre en diciembre de 2007, aunque no fijaron dónde se celebrará.
Culmina así otro paso fundamental en el camino de construir una alternativa propia para los destinos de los pueblos latinoamericanos. A más de dos años de la creación del ALBA, cuidar esta herramienta es responsabilidad de todo el pueblo organizado de la Patria Grande.