Un misil se cierne sobre la OTAN

Un misil impactó sobre la aldea agrícola polaca de Przewodów matando a dos personas. Es el primer evento del conflicto ruso-ucraniano que involucra a un miembro de la Unión Europea y de la OTAN.

¿Qué es Europa, además de una península de Asia de enorme injerencia histórica, ideológica e identitaria en el resto del planeta durante los últimos siete siglos? Es una idea que vale la pena explorar: cuando pensamos en Europa se nos suelen venir a la mente Gran Bretaña, Francia, Alemania, la Italia renacentista, la Grecia Antigua y las expresiones culturales de la Rusia zarista, básicamente San Petersburgo, que se encuentra a un río de distancia del Golfo de Finlandia. Un mundo entero que es, objetivamente, parte de Europa se nos antoja exótico y hasta indescifrable; de acuerdo con el concepto del brasileño Ruy Mauro Marini, el subimperialismo, las expresiones culturales de muchos países europeos fueron absorbidos por vecinos más poderosos. Ejemplos: Joseph Conrad (polaco) haciendo su carrera como escritor británico; Nikolai Gógol (ucraniano) haciendo su carrera como escritor ruso; Oscar Wilde (irlandés) descollando como dramaturgo y novelista en Inglaterra; Agota Kristof (húngara) aprendiendo francés para ser novelista en Suiza; Edith Södergran (finlandesa) escribiendo su poesía en sueco. ¿Qué es Europa entonces? Pareciera apenas una fantasía colectiva, una construcción edificada con el único propósito de erigirse en relación a la Otredad más Otra, lo cual no significa que no existan innumerables conflictos y dinámicas de opresión en el mismo seno del continente. De hecho, en esta xenofobia intraeuropea se basó –en gran parte– el éxito del Brexit, ya que las clases obreras británicas no querían competir con europeos del Este, dispuestos tal vez a recibir salarios más bajos por el mismo trabajo.

“Europa se suicidó al matar a sus judíos. La destrucción de seis millones de judíos europeos, la destrucción del mundo de Mahler, Alban Berg, Hofmannsthal, Broch, Kafka, Celan, Karl Kraus, Walter Benjamin —la lista es interminable—, fue también la destrucción de l’esprit européen, de la idea de Europa. Con la pérdida de esta idea, no quedó nada de Europa salvo una entidad sin cultura, sin alma, puramente geográfica y económica”, escribe George Steiner (1929–2020), el crítico literario y ensayista nacido en Francia y crecido en New York, en su libro del mismo título: La idea de Europa. Tiendo a compartir su idea: si bien cualquier construcción supranacional artificial me despierta sospechas, es cierto que los judíos siempre fueron el gran aglutinador cultural de aquella península asiática cuyas poblaciones mayoritarias se empeñaron durante siglos en perseguirlos, con la destacada excepción del Imperio Austrohúngaro (1867–1918). El Holocausto nazi fue, en efecto, la fecha de deceso de la idea de Europa y la decadencia posterior –la dependencia de Estados Unidos y de la Unión Soviética de un lado y de otro de la cortina de hierro– la triste consecuencia que hubo de soportar Europa por habilitar semejante barbarie. Desde entonces nunca recuperó su barniz: los judíos que se salvaron vinieron a América, y esta construcción denominada “Europa” –ahora casi sin judíos– tuvo que enfrentarse con su propia naturaleza fragmentaria. Examinemos ahora dos casos paradigmáticos de la Europa periférica, países aliados y fronterizos que son casi almas gemelas: Polonia y Ucrania.

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Viktor Yushchenko (D), Presidente de Ucrania, besa a Aleksander Kwaśniewski, Presidente de Polonia, Davos, 2005

Polonia cumple con aquella máxima weberiana de que los países mayormente católicos, aunque se encuentren en el centro geográfico de la acumulación de la riqueza, suelen ser más pobres que el resto. Su historia es una historia de invasiones y desmembramientos, de fragmentaciones y de a veces forzosas y sangrientas reivindicaciones de una identidad. Tironeados entre el este y el oeste, los polacos no tardaron en dedicarse a la clásica búsqueda de un enemigo interno. En su novela Si no es ahora, ¿cuándo?, el químico, escritor y sobreviviente de Auschwitz italiano Primo Levi (1919-1987) hace decir a un personaje polaco:

– En esta aldea judíos y polacos han convivido durante siglos, pero nunca se tuvieron simpatía. Los polacos trabajaban en el campo, mientras que los judíos eran artesanos y comerciantes, y cobraban los impuestos en nombre de los terratenientes; además, el cura, en la iglesia, decía que ellos habían vendido a Cristo y lo habían crucificado. Nosotros nunca derramamos su sangre, pero, en 1939, cuando llegaron los alemanes y empezaron a desnudar a los judíos, a burlarse de ellos, a pegarles y encerrarlos en los guetos, si os soy sincero… nos alegramos; yo también me alegré. Los alemanes tampoco nos gustaban, pero creíamos que habían venido a hacer justicia, a quitarles el dinero a los judíos para dárnoslo a nosotros.

– ¿Tan ricos eran los judíos de Zborz?- preguntó Gedale.

-Todos decían que sí. Vestían mal, pero, según la gente, eso se debía a que eran avaros. La gente también decía otras cosas: que los judíos eran bolcheviques, que querían colectivizar las tierras, como en Rusia, y matar a todos los curas.

Está claro que el antisemitismo en Polonia todavía existe, como demuestran las demostraciones neonazis que tienen lugar de cuando en cuando y esta noción ancestral de que existen “polacos” y “judíos” como identidades mutuamente excluyentes. Sin embargo, además de millones de judíos, los nazis asesinaron a unos 3 millones de polacos no judíos durante el Holocausto. Por lo tanto, el tipo de glorificación del nazismo que prevalece en Ucrania, Hungría y los estados bálticos, entre otras partes de Europa, es un fenómeno raro en Polonia. Por otra parte, tras el fin de la Guerra Fría Polonia decidió unirse a la liga de los países capitalistas: hoy Polonia es miembro de la Unión Europea, de la OTAN, de la ONU, de la OMC, del Acuerdo de Schengen… Es decir, es parte indubitable de aquella construcción denominada “Mundo Libre” que se erige en oposición a aquel gigante inclasificable, casi un continente en sí mismo, llamado Rusia.

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Vikingos y eslavos en la orilla del Dniéper en la antigua Kyiv

Entre aquí Ucrania, histórico apéndice de Rusia según Rusia, que en medio de este conflicto aprovecha para erigirse y afirmar al mundo que no es simplemente la granja ni el patio trasero de Moscú; que es, en efecto, parte de este “Mundo Libre”, que tiene una identidad diferenciada y que no va a soportar las inmisiones del Kremlin.

El fallecido historiador ucraniano Yaroslav Dashkevych (1926-2010), víctima del terror estalinista, escribió largamente sobre los orígenes diferenciados de Rusia y de Ucrania. Es conocida la historia de Kievan Rus, la cual supuestamente une y hermana a los dos pueblos –si no es que los iguala–, pero según Dashkevych esto no fue tan así: en realidad Rusia se bautizó a sí misma a partir de Kievan Rus, “secuestrando” en cierta forma la identidad ucraniana (que es europea), si bien su origen tiene que ver con los pueblos mongoles y tártaros (que no son europeos). Esto se manifestó en la historiografía moscovita desde el reinado de Iván el Terrible (1533-1584), cuando ya empezaban los relatos del origen del pueblo ruso en las orillas del río Dniéper. Es que era necesario, como ya sabemos, crear una historia de origen que diera cohesión y razón de ser al imperio: una unidad entre Rusia, Ucrania y Bielorrusia.

Desde entonces las rispideces, las invasiones y los conflictos ruso-ucranianos fueron moneda corriente. Lo que sucedió este martes 15 de noviembre de 2022 es que por primera vez un misil enmarcado en este conflicto cayó sobre un país miembro de la OTAN: Polonia. Más precisamente sobre Przewodów, una aldea agrícola a diez kilómetros de la frontera con Ucrania, matando a dos personas. Los polacos –siempre aliados de Ucrania– señalan a Rusia como responsables últimos del incidente. Ante la disculpa pública de un ucraniano en un foro de internet, un polaco respondió: “Por supuesto, solo hablo por mí mismo, pero no hay razón para disculparse. Esto no es peor que si el misil hubiera aterrizado 10 km al sureste en territorio ucraniano y matara a dos personas allí. A la mierda Putin y Rusia por causar todo esto.” Otro dijo: “Es como si un padre estuviera abusando de la madre y en el proceso de empujar al marido fuera de la habitación, la madre accidentalmente cerrara la puerta en el dedo del niño. Esta es una relación abusiva de la que Ucrania está tratando de salir y Polonia quedó atrapada en el medio. Ucrania está intentando divorciarse y todavía necesita nuestro apoyo.”

Los líderes globales se están mostrando más precavidos a la hora de encontrar culpables; Biden simplemente dijo que es “improbable” que el misil haya provenido de Rusia, y similar misma cautela manifiesta el presidente polaco, Andrzej Duda. Quien tiene opiniones más concluyentes es el presidente ucraniano Zelenskyy, quien afirma que “misiles rusos golpean Polonia”. Jens Stoltenberg, presidente de la OTAN, declaró que Rusia tiene la culpa, aunque lo más probable es que el misil fuera un sistema o misil de defensa aérea ucraniano. Después de todo, “esto no habría sucedido si Rusia no hubiera disparado estos misiles”.


Agustina Quintana,forma parte del Centro de Investigación en Derecho Crítico (CIDerCrit) y es ayudante en la materia Derecho Político (JurSoc-UNLP).

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