De ser un visitante de otro planeta hubiera quedado muy confundido esta semana en la Argentina cuando doscientos cincuenta y tres diputados debatían el proyecto de adelantar las elecciones, tres religiosos se dirigían a una pequeña multitud insegura en la plaza central de Buenos Aires, los productores agropecuarios amenazaban con cortar rutas si los diputados no aprobaban la eliminación de las retenciones, los diputados opositores se quejaban de la hegemonía gubernamental que consiste en convocarlos para discutir un proyecto de ley, al tiempo que culpaban a ese mismo gobierno de que no les haya alcanzado el número de presentes para realizar una reunión de prepo en la que planeaban bajar las retenciones, y a cincuenta kilómetros de ahí, el ejecutivo en persona anunciaba a sus acólitos la próxima discusión de un proyecto de ley de medios de comunicación que, curiosamente, fue olímpicamente ignorado por los grandes medios de comunicación.
Ni un sí ni un no
Los integrantes del bloque del SI no dejan de sorprender a terrícolas y extraterrestres en su denodado esfuerzo por aislarse de la realidad, estado del alma encomiable en un artista, un santo, un anacoreta, pero de incierto mérito en un diputado nacional.
Yo, argentino, parecen decir en ciertas oportunidades en que la Cámara debe expedirse, sin posibilidad de matices, por sí o por no.
Hay cierta dosis de razón en la queja del diputado Raimundi o de su colega Macaluse: si ellos no están de acuerdo con el adelantamiento de las elecciones propuesto por el gobierno nacional pero se consideran muy alejados de la malignidad de los opositores sistemáticos ¿por qué son permanentemente puestos en la situación de tener que elegir por unos u otros? ¿Eh?
Tal vez –puede uno presumir– porque son diputados nacionales.
Pero sería injusto enrostrarles dicha condición: Macaluse y Raimundi no están en la Cámara para decidir sino para testimoniar. A la manera de los mártires cristianos que daban testimonio de su fe en las arenas del circo romano, ellos testimonian los abismos que los separan de oficialistas y opositores.
A Macaluse y a Raimundi se les suma habitualmente Claudio Lozano, un desdichado economista aquejado de una severa sordera: en un hemiciclo en el que doscientos cincuenta y tres terrícolas discutían si adelantar o no el momento de elegir diputados nacionales, el confundido Claudio Lozano dio en denunciar “la concentración de la economía que genera la política del Gobierno, con la condescendencia opositora, sin atender los problemas del trabajo y la producción”.
Se trata de una denuncia grave y de una muy valedera preocupación que tuvo la virtud de enmudecer a sus estupefactos colegas, visitantes, estenógrafos, cameramen, cientos de miles de televidentes y a un servidor de todos ustedes: hasta ese iluminador momento todos habíamos creído que era otra cosa la que se debatía en el recinto.
Por suerte, el inefable Macaluse estaba cerca y acudió en auxilio de su compañero de sordera. “El escándalo –afirmó Macaluse– es que en la calle hay miles de personas que comen de los tachos de basura y nosotros no debatimos las soluciones para la pobreza y la indigencia.”
De haber sido un visitante de otro planeta habría creído que Macaluse aludía a los cuatro o cinco mil terrícolas que en una plaza cercana se congregaban en torno a tres religiosos de distintas confesiones monoteístas. Pero no era así, y fue Adrián Pérez el encargado de echar luz sobre el asunto: “No hay ningún correlato entre lo que estamos discutiendo acá y los reclamos de la ciudadanía: la marcha por mayor seguridad que se realiza acá en Buenos Aires y los problemas del campo”.
Eso era evidente: lo que estaban discutiendo ahí era el eventual adelantamiento de las elecciones legislativas, pero nunca viene mal que un honorable diputado nacional nos aclare las cosas.
Lo que el diputado no aclaró era qué hacían los cuatro o cinco mil terrícolas congregados en una plaza alrededor de los tres religiosos monoteístas.
Para avergonzar a Dios
Los religiosos monoteístas acababan de descubrir a Satán. Antes, un locutor afirmó que “con el dolor no se debe jugar”, en lo que todos los asistentes estuvieron de acuerdo, y por eso habían realizado una concentración para culpar del dolor al gobierno nacional y a la encarnación de Satán.
Para el rabino Bergman, Satán encarnado no es otro que Néstor Kirchner y muy preocupado por no jugar con el dolor de los presentes llamó a terminar con la inseguridad votando “contra la hegemonía del Poder Ejecutivo”.
Parece ser que votar contra el poder ejecutivo mitiga el dolor y proporciona seguridad.
Como visitante de otro planeta estaría convencido de que la seguridad depende absolutamente del momento en que se realicen las elecciones para diputados, habida cuenta que el hombre de Dios reprochó al gobierno el adelantamiento de las elecciones y elogió el reclamo del campo.
A continuación habló el religioso católico, quien reveló la enorme confusión que lo embarga asegurando que “la pena de muerte fue instalada por los delincuentes que te matan por 20 pesos, pero es verdad también que el odio no soluciona nada, porque la pena de muerte la tendrían que instrumentar los jueces”.
Parece ser que los jueces, cuando te matan, lo hacen por mucho más de veinte pesos.
Entre los asistentes había un grupo de jóvenes productores agropecuarios que el año pasado armaron una carpa de protesta en la plaza del Congreso. Inquietos por la inseguridad reinante, han de estar planeando rodear la carpa con un cerco de rejas.
Más allá, un grupo de ex combatientes de Malvinas proponían la reimplantación del servicio militar obligatorio “para terminar con la joda”.
Como visitante de otro planeta estaría convencido de que “la joda” es que los jovencitos de 18 no puedan ser llevados a una guerra contra Estados Unidos e Inglaterra, la clase de iniciativa seria que suelen llevar a cabo los gobiernos militares, esencialmente garantistas de la seguridad.
Como visitante de otro planeta estaría convencido de que Inglaterra y Estados Unidos son dos países muy pequeños a los que Argentina se ha dado el lujo de combatir mediante las armas.
Y también creería que el Satán desenmascarado habita la localidad suburbana de Olivos donde un grupo de ciudadanos indignados por la inseguridad, o por la situación del campo o por el adelantamiento de las elecciones o por la situación de pobreza o por el trabajo y la producción o por el servicio militar o por no jugar con el dolor o por el calentamiento global, concurrieron más tarde a golpear sus cacerolas
Haz lo que yo digo…
A todo esto Macaluse, Raimundi, Lozano y otros cinco diputados nacionales acababan absteniéndose en el momento de votar por el adelantamiento de las elecciones. Seguramente se trata de un tema que no les incumbe, habida cuenta que por costumbre, en el momento de votar, no votan.
Empezaba a sentirme un poco confundido, pero por suerte la diputada Laura Sesma puso el punto sobre las íes: “El adelanto de las elecciones es un inaceptable manoseo a las instituciones. Rechazamos este cambio de las reglas de juego democráticas intempestivo, en un año electoral, sin consenso ni causa mayor justificable”.
Como visitante de otro planeta sólo habría podido decirle a la señora Sesma que buscar consenso era justamente lo que todos los reunidos (ella incluida) deberían estar haciendo en ese momento.
Como visitante de otro planeta ignoraría que el partido al que pertenece la señora Sesma acababa de adelantar las elecciones en la provincia de Santa Fe y no mediante una votación parlamentaria sino por un decreto del gobernador.
Como visitante de otro planeta estaría convencido de que para estos terrícolas “consenso” significa que sea uno solo el que toma las decisiones y no doscientos cincuenta y tres, menos ocho (ya se sabe: Macaluse, Raimundi, Lozano y compañía).
Para confundir más al visitante extraterrestre, Roy Cortina, compañero de bloque de la señora Sesma, denunció: “Es el discurso del disciplinamiento. Amenazan con un plebiscito si no se cae todo. Esta confrontación no la va a pagar la dirigencia política, sino los sectores más pobres de la población”.
Pensé que su preocupación por los sectores pobres lo llevaría detrás de Macaluse o acaso a la plaza en la que los indigentes inseguros escuchaban las tranquilizadoras palabras de los hombres de Dios, pero no: Cortina se abocó a confrontar, tranquilizado de saber que los costos no los pagaría ninguno de los presentes sino los sectores pobres.
El diputado Federico Pinedo denunció que el adelantamiento era “otra jugada política del Gobierno para sacar ventaja”.” y defendió a los socialistas explicando que la decisión de los gobiernos provinciales de desdoblar las elecciones era legítima pues se limitaban a “atender sus propias problemáticas”.
Como visitante de otro planeta me preguntaría por qué, a criterio de Federico Pinedo, los gobiernos provinciales pueden atender su problemática y el gobierno nacional, no.
Claro, como visitante de otro planeta ignoraría que Pinedo pertenece al Pro, un partido cuyo CEO acaba de adelantar las elecciones en la ciudad de Buenos Aires fijándolas para el 28 de junio, casualmente, el mismo día en que el gobierno nacional pretende que se realicen todas las elecciones.
Al parecer, a Federico Pinedo le molesta que la presidenta del país se copie de Mauricio Macri, quien es el único terrícola que tiene todo el derecho del mundo a sacar ventajas de una jugada política.
La verdad de la milanesa
A su turno, el diputado Néstor Aguad explicó que “La caída de las exportaciones agropecuarias, la producción industrial y de la recaudación llevará al Gobierno a buscar en el segundo semestre del año financiamiento al FMI. Para mí no sería problema, pero para el Gobierno sería imposible de justificar después de todo lo que dijo. Ese es uno de los motivos por el que elige el atajo de adelantar las elecciones.”
Como visitante de otro planeta no tendría por qué sorprenderme de que para el diputado Aguad no sea problema pedirle plata al FMI.
Naturalmente, como extraterrestre ignoraría que el diputado Aguad pertenece a un partido político cuyo último representante en la presidencia de la Nación tuvo que huir en helicóptero luego del desastre social y económico provocado por la costumbre de pedirle plata al FMI.
De ser cierto que el gobierno planea pedir plata al FMI después de las elecciones y que para el diputado Aguad eso “no sería problema”, ¿por qué quiere que el gobierno pida plata recién el año próximo y no éste?
Como visitante de otro planeta me habría quedado flotando por el área de aterrizaje unas cuantas horas, las suficientes como para presenciar otra reunión de diputados, en la que casualmente todos –ni uno más ni uno menos– los que votaron contra el adelantamiento de las elecciones trataban de juntar número para eliminar las retenciones a la exportación de algunos cereales, método infalible para que el gobierno se vea obligado a pedir plata al FMI.
Como visitante de otro planeta me preguntaría por qué los diputados, políticos, periodistas y hombres de Dios no discuten directamente sobre la conveniencia de pedir plata al FMI, puesto que eso es lo que realmente se discute mientras Macaluse cree que no se discute nada, Roy Cortina se siente avasallado porque se lo convoca a participar de una discusión, Federico Pinedo se enoja porque la presidenta copia a Macri, el rabino Bergman protesta por la inseguridad y llama a reventar las urnas y Adrián Pérez no encuentra relación entre la discusión de marras y los problemas del campo.
Como visitante de otro planeta estaría convencido de que las retenciones a la exportación de soja, maíz, girasol y trigo carecen de la menor relación con la problemática del campo, que parece ser la inseguridad que impera en las calles de las grandes ciudades, problema que se resuelve automáticamente votando contra el poder ejecutivo y pidiendo plata prestada al FMI.
Como para que Fabio Zerpa siga esperando que los extraterrestres nos visiten.