Últimos apuntes antes de que largue la campaña

¿Cómo construyeron su perfil las distintas fuerzas que se enfrentarán en octubre? Polarización, opoficialismo y el Congreso como laboratorio político.

El Congreso nacional puede ser una buena herramienta de análisis político, tomada como caja de resonancia de las relaciones de fuerzas partidarias nacionales. Hoy resulta muy sencillo adivinar el desarrollo de una sesión en la Cámara de Diputados. En general, arranca con un par de horas que se van entre homenajes, repudios y discusión reglamentaria (pedidos de apartamiento del temario del día, modalidades de votación, etc.). Es decir, la política hablándose a sí misma. OK, a veces esas polémicas se disparan a partir de asuntos que, efectivamente, interesan a la población. Pero no es ésa la forma de tramitarlas porque, salvo las minorías intensas, un debate parlamentario no despierta pasiones ni así se acumulan fuerzas para modificar ninguna cosa.

 

Arranca el Frente Renovador, mayormente en la voz de Graciela Camaño, diciendo cualquier barbaridad sobre la CEOcracia, muchas veces a los gritos y llegando al insulto. El massismo, se sabe, sostiene que la grieta entre Cambiemos y el kirchnerismo es un simulacro de beneficios mutuos, una pantalla que oculta un acuerdo que los sostiene a ambos en primera plana, al país frenado y no permite avanzar hacia nuevos equilibrios que traigan soluciones y desarrollo. Esas descalificaciones, entonces, buscan equiparar al actual oficialismo con el anterior. De manual.

 

Los legisladores cambiemistas responden con discursos igual de furiosos y en las redes sociales acusando que, en realidad, el pacto es entre la fuerza de Sergio Massa y la de CFK, lo cual demostraría que, al final del día, “todos los peronistas son iguales” (adjetivación negativa, por supuesto: todos chorros, todos clientelistas, todos corruptos, etc.). Ello, a su vez, provoca nuevas reacciones de parte de la tropa del tigrense, y así de gallinero todo hasta que por fin se logra tratar la cuestión que convoca. De esto no se salva nadie, y aleja a la política de la ciudadanía.

“CFK ha decidido asumir la polarización”

Las planillas al cierre de cada jornada muestran que, casi siempre, y pese a las acusaciones rabiosas del inicio, la tropa de Mauricio Macri y la de Massa votan juntos. Los hechos, pues, revelan que el único contrato empíricamente constatable es el que liga a Cambiemos con el ahora llamado 1País.

 

Y no pasa por negar las bondades de consensos que saquen al país del estancamiento en que entró a poco de comenzado el segundo mandato de Cristina Fernández, que desde la asunción del ex alcalde porteño se convirtió en retroceso liso y llano. En efecto, sería necesario otro tipo de vinculación entre las elites que participan del proceso de toma de decisiones públicas. También es verdad que la cantidad de población que no se referencia en ninguna de las dos fuerzas que llegó al balotaje de 2015 es muchísima: casi un tercio. El problema de las terceras alternativas es que ese casi el 30% se caracteriza precisamente por su aversión a las pertenencias políticas, lo que las deja sin base firme sobre la cual posarse para dar la pelea. Terminan arrastrados por la dinámica de un enfrentamiento que lejos está de ser ficticio. Cualquiera que compare sus boletas de luz y gas de estos meses con las que recibía cuando mandaba la anterior presidenta podrá darse cuenta de ello. Más allá de que se crea, o no, en la genuinidad de las posiciones kirchneristas al respecto.

“Sería necesario otro tipo de vinculación entre las elites que participan del proceso de toma de decisiones públicas”

Con Massa ya se vio lo que sucedió: con él nació la categoría de opoficialismo. Su rutina es acompañar toda iniciativa de Macri y luego protestar contra las consecuencias socioeconómicos de aquellas en recorridas mediáticas. Algo parecido hace Diego Bossio, sólo que reemplazando al periodismo con series de tweets. Se verá qué ocurre ahora con Florencio Randazzo. Sus primeras apariciones no parecen dejar margen a que se ilusione con encontrarle el agujero al mate de la diferenciación por el centro: en un reportaje que le hizo Marcelo Longobardi fue aplaudido cuando revisó críticamente la experiencia kirchnerista, pero le mostraron los dientes cuando quiso hacer lo propio con la gestión vigente. No le falta audacia ni muñeca para intentar eludir ese obstáculo.

 

Por lo pronto, CFK ha decidido asumir la polarización. La mejor lectura de su lista de diputados es en espejo con el concepto de CEOcracia. Si el macrismo se distingue del menemismo porque en vez de, como aquel, gobernar para el capital, es el capital gobernando, Unidad Ciudadana responde elevando a los agredidos por el cambio de representados a representantes.

 

La mayor incógnita, la decisiva, en lo que sigue, es cuál de los dos mostradores se dividirá más.

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