Luego de 20 años de llevar adelante una política de intensa represión interna y de un pragmatismo radical a nivel internacional, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, fue reelecto por un período de otros cinco años tras la segunda vuelta electoral realizada el 28 de mayo pasado.
La oposición al mandatario, encabezada por el candidato Kemal Kilicdaroglu –del Partido Republicano del Pueblo (CHP)—, no pudo torcer el brazo de la maquinaria política, militar y estatal construida durante dos décadas por el líder del Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP). El CHP y su Alianza Nacional –conformada por otras fuerzas islamistas y de derecha— ni siquiera acortaron distancias radicalizando su discurso público, que en las últimas semanas de campaña llamaba a expulsar de forma masiva del país a los y las refugiadas sirias.
Por su parte, el movimiento político kurdo, concentrado para estos comicios en el Partido de la Izquierda Verde (YSP) y la Alianza Trabajo y Libertad –integrada por los propios kurdos y otras agrupaciones de la izquierda turca—, apostó a votar en las presidenciales a Kilicdaroglu, con el único objetivo de expulsar a Erdogan del poder. El YSP y sus aliados –perseguidos y reprimidos por el gobierno durante toda la campaña— presentaron candidatos y candidatas para los comicios legislativos y alcanzaron los 61 escaños.
Aunque perdieron una veintena de puestos parlamentarios, Erdogan y su alianza mantuvieron la mayoría absoluta, con 268 escaños de un total de 600. Por primera vez en la historia moderna de Turquía, el Poder Legislativo está controlado por la derecha y la ultra derecha, sumando los diputados y diputadas del AKP, el MHP (Partido de Acción Nacionalista, principal aliado del gobierno) y otras fuerzas menores que responden al presidente reelecto o integraron la Alianza Nacional.
Para analizar las elecciones en Turquía, Revista Zoom habló con Serhat Tutkal, doctor en Ciencias Humanas y Sociales por la Universidad Nacional de Colombia, y Magíster en Ciencias Políticas por la Universidad de Ankara. El académico kurdo desde hace años centra sus investigaciones en la violencia política y los discursos relacionados en América Latina y Medio Oriente.
-¿Cuáles son las razones principales que le permitieron la reelección a Erdogan?
-Hay muchos factores que mencionar. El primero es el control de Erdogan sobre vastos recursos materiales. No sólo utilizó todos los recursos públicos disponibles para ganar las elecciones, sino que la mayoría de los grandes capitalistas del país también le apoyaron, gastando mucho dinero. Turquía cuenta con una creciente oligarquía, enriquecida mayormente gracias al sector de la construcción y los negocios ilegales, y este grupo de capitalistas apoya casi uniformemente a Erdogan. La mayoría de la oposición creía que la crisis económica debilitaría a Erdogan, pero en realidad cuando la gente se empobrece tiene necesidades materiales más inmediatas, y poder redistribuir los recursos públicos y contar con el apoyo de la mayoría de los supuestos “filántropos” supuso una gran ventaja para Erdogan.
Otra razón es el inmenso control que ejerce el gobierno sobre la mayoría de los canales de información. Los principales medios de comunicación, especialmente la televisión, están casi totalmente controlados desde el palacio de Erdogan. Desde 2016, las instituciones educativas también se convirtieron en meras herramientas de propaganda, con los despidos de trabajadores de la educación críticos. Los sermones del viernes en las mezquitas son preparados por una institución estatal cada semana y el mismo discurso se transmite en todas las mezquitas del país, mientras que las sectas fundamentalistas también han aumentado sus posibilidades de propaganda. En tales condiciones, es muy difícil que la oposición sea realmente escuchada por los partidarios de Erdogan. También el hecho de que muchas figuras públicas de la oposición estén en la cárcel o en el exilio ayudó mucho a Erdogan a asegurarse la victoria en estas elecciones. En estas condiciones, es imposible hablar de elecciones libres.
-¿Cómo vislumbra el nuevo período de gobierno en Turquía?
-Lamentablemente, es probable que los próximos años sean aún más oscuros que los anteriores, especialmente para grupos marginados, como los kurdos, los alevís, los trabajadores sindicalizados y las comunidades LGBTI+. Estamos viendo un nuevo auge del islamismo y del nacionalismo turco en Turquía, que incluso ha obligado a la principal oposición a incluir a este tipo de actores y adoptar discursos de derecha extrema. Podemos predecir que continuarán las prácticas antidemocráticas y que el público mayormente apoyará la guerra mientras se deslegitima la paz. El discurso a favor de la guerra estará aún más legitimado debido a que la oposición también lo reproduce para obtener una parte de los votos de los nacionalistas turcos. Los discursos antiinmigrantes también van en aumento, lo que significará más actos de violencia política en un futuro próximo. Los discursos misóginos y anti-LGBTI+ están aumentando con el discurso cada vez más radicalizado de Erdogan y sus aliados islamistas más pequeños, que son más fundamentalistas y estarán representados en el Parlamento en esta legislatura debido a las alianzas electorales.
Por último, el anti-intelectualismo también se ha normalizado bastante, lo que da lugar a una situación en la que los intelectuales críticos son constantemente objeto de burla y criminalizados. Desgraciadamente, una vez más, no hay razón para que Erdogan ponga fin a sus prácticas antidemocráticas, ya que parece contar con el apoyo de una ligera mayoría de los votantes y, lo que es más importante, de una gran mayoría de gobiernos extranjeros.
-¿Qué le faltó a la oposición en su conjunto para ganar la segunda vuelta electoral?
-Creo que lo más importante no es lo que hizo la oposición durante la campaña electoral, sino lo que no hizo desde la victoria de Erdogan en 2018. Hay una inmensa presión sobre los medios de comunicación, el mundo académico y la sociedad civil, lo que ha provocado que los espacios donde se pueden escuchar voces distintas a las de los partidarios de Erdogan sean muy escasos. Los sindicatos están debilitados, el movimiento estudiantil está en su mayoría aplastado y muchas intelectuales críticas han tenido que irse del país. En esta situación, la oposición necesitaba construir plataformas y organizaciones en las que pueda crecer y hacer oír su voz. Por desgracia, esto no ha podido ocurrir.
Utilizando los recursos públicos y el dinero gastado por los oligarcas cercanos a Erdogan, los políticos del AKP y del MHP pudieron fortalecer las redes de apoyo con sus seguidores. Al controlar los discursos de los medios de comunicación, los discursos religiosos y los discursos académicos han moldeado la forma en que muchas personas piensan sobre los problemas contemporáneos. La oposición no fue capaz de idear formas novedosas de superar esta situación. Un par de meses de propaganda electoral no bastan para derrotar a este gobierno de 20 años. Además, los actores de la oposición dedicaron demasiada energía y tiempo a discutir entre ellos, mientras que el bando gubernamental se centró en ganar las elecciones.
-¿Cómo afectará al pueblo kurdo otro gobierno de Erdogan?
-La situación es realmente sombría para el pueblo kurdo. No hay nada que impida a Erdogan seguir con la misma política anti-kurda durante los próximos cinco años. De hecho, lo tendrá incluso más fácil, teniendo en cuenta el auge del nacionalismo turco y del islamismo suní. Ahora tendrá nuevos aliados cuando se trate de continuar con las políticas de guerra en otras partes del Kurdistán y la criminalización del movimiento político pro-kurdo dentro del país, debido al hecho de que hay nuevos actores políticos de derechas en el campo de la oposición y éstos apoyan la posición política anti-kurda.
Además, Kilicdaroglu y sus principales partidarios utilizaron un lenguaje igualmente hostil hacia los grupos pro-kurdos para influir a votantes nacionalistas en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Continuarán con los mismos discursos anti-kurdos para convencer a las y los votantes nacionalistas y asegurarse una victoria electoral en las ciudades grandes en las elecciones locales de 2024.
Así, Erdogan puede utilizar estos comentarios de la principal oposición para legitimar sus propias políticas, lo que excluirá aún más a los actores pro-kurdos de los mecanismos políticos. Podemos predecir que las intervenciones militares conjuntas con las milicias islamistas dirigidas contra los grupos pro-kurdos en Irak y Siria continuarán sin problemas, y que las prácticas antidemocráticas dirigidas contra el movimiento político pro-kurdo, como las detenciones arbitrarias y el nombramiento de fideicomisarios (kayyum o interventores estatales), continuarán sin mucha oposición, excepto del propio movimiento político pro-kurdo y sus aliados cercanos de izquierdas. Si bien puede decirse que las cosas no van a mejorar, es posible que incluso empeoren, teniendo en cuenta que durante el discurso de victoria de Erdogan en la noche electoral, sus partidarios corearon continuamente a favor de la ejecución de Selahattin Demirtas, el encarcelado ex copresidente del pro-kurdo HDP, que pronto cumplirá siete años de prisión.
-¿Puede haber cambios en la política exterior de Erdogan?
-No creo que Erdogan tenga motivos para cambiar sustancialmente su política exterior, porque parece contar con el apoyo de la mayoría de los actores internacionales. Vladimir Putin y Zelensky lo han celebrado con entusiasmo por haber ganado las elecciones. Erdogan puede ser el único líder que mantiene buenas relaciones con los actuales gobiernos de Rusia y Ucrania. Ha recibido el apoyo de los gobiernos de la Unión Europea, e incluso ha sido elogiado por varios jefes de Estado europeos. Mantiene buenas relaciones con China y con la mayoría de los países árabes. Incluso, ha sido celebrado con entusiasmo por algunos líderes latinoamericanos que se consideran de izquierdas, como los presidentes de Bolivia, Brasil, Cuba y Venezuela.
Esto demuestra que las intervenciones militares de Turquía en Irak y Siria, las políticas de guerra de su gobierno en todo el Kurdistán, su constante desprecio por las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) o sus estrechas relaciones con los autócratas de la región, no son vistas como problemas importantes por la mayoría de los gobiernos. Además, los intentos del CHP dirigido por Kilicdaroglu de convencer a las y los votantes nacionalistas antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, también contribuyeron a legitimar las políticas de guerra de Erdogan. Algunos de sus principales partidarios hicieron comentarios que critican al gobierno por no haber hecho la guerra de forma más “eficiente” con los grupos pro-kurdos en Irak y Siria. Después de reproducir tales discursos de apoyo a la guerra, sería casi imposible para el CHP y sus aliados criticar los futuros actos de guerra en el Kurdistán. Muy probablemente la única oposición en el Parlamento, cuando llegue el próximo proyecto de ley que apruebe una mayor intervención militar, será del movimiento político pro-kurdo y sus aliados, que serán 65 diputados en total en un parlamento con 600 escaños.
* Imagen de portada: Serhat Tutkal