Por Enrique Oliva; Especial para Causa Popular .- El día 4 de este mes de enero el difundido sitio español de Internet llamado “Minuto Digital” publicó una nota titulada “Zapatero el Usurero”. Si la grave denuncia no tiene fundamento, bien merecería una aclaración del gobierno de Madrid. Se refiere allí a la ayuda que ha comprometido otorgar el presidente hispano a los países pobres afectados tan dramáticamente por el maremoto en el Sudeste asiático. El monto declarado ha colocado a España entre los cuatro países más generosos, solo precedida por Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón. Pero lo cierto es que la ayuda en efectivo de los españoles entregadas a organizaciones burocráticas fue proporcionalmente menor que en Suecia, Alemania, Francia, Suiza y Bélgica.
Es que los desconfiados hispanos, desconfiados con razón, prefirieron canalizar sus aportes por instituciones religiosas.
“Minuto Digital.Com” publica declaraciones recibidas de la organización humanitaria Intermón Oxfam y de la Coordinadora de ONG de Desarrollo de España (CONGDE), quienes lamentan que “el 90% de la ayuda española a los países afectados por el tsunami que afectó al Golfo de Bengala se conceda en formas de créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD), reembolsables y condicionados a la adquisición de productos españoles, cuando el resto de países ofrece donaciones y condonaciones de deudas”.
“De los 52 millones de euros comprometidos -explica el sitio digital- solo 5 millones son donaciones; el resto son créditos blandos… son un tipo de ayuda incompatible con una emergencia: es lenta en su adjudicación, está ligada a intereses comerciales españoles y genera deuda a los países receptores”.
Bueno es recordar que los tecnócratas internacionales de las organizaciones humanitarias de las Naciones Unidas y la Unión Europea, como tantos entes controlados por ambas, han puesto en evidencia escándalos de corrupción que deberían haber dado más difusión a las investigaciones prometidas.
Hace sólo semanas se conocieron, una vez más, serías anomalías dolosas en el manejo del famoso programa para Iraq “petróleo por alimentos”, donde se probó la salida de más petróleo y entrada de menos alimentos de los facturados. Por supuesto, en la lista figuraba la infaltable Halliburton.
“La investigación acusó a responsables de varios países ricos, incluidas cuatro compañías españolas y media docena de funcionarios y políticos” según nos informa una fuente segura madrileña. Pero mundialmente se destacó el nombre de un hijo de Kofi Annám, en una evidente manipulación yanqui, para deshacerse del Secretario General de las Naciones Unidas, quien condenó los ilícitos.
En estos momentos es de ponderar el valor y esfuerzos de ciertos periodistas que en las zonas más calientes testimonian anomalías de quienes simulan contribuciones a la paz y democracia (casos entre otros de Afganistán e Iraq) o en zonas de desastres humanitarios, como con el tsunami.
Con el maremoto ya se han movilizado las bandas de cuervos de las desgracias ajenas y hasta se ha probado el rápido montaje del tráfico de niños, con siniestros fines.
Duele también la posibilidad de que estados y multinacionales usen como desalmados usureros los padecimientos de pueblos pobres para obtener beneficios exhibiendo patentes de filántropos.
Por último, debería investigarse porqué no se alertó sobre el maremoto a las zonas en peligro, cuando los observatorios norteamericanos de Hawai lo detectaron con tres horas y media de anticipación.