Tras 4 años de guerra, sangre y torturas Bush asumió por otros 4 con un nuevo eje del mal bajo el brazo

Por Causa Popular.- El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, juró el pasado jueves el cargo para un segundo mandato de cuatro años ante el Capitolio en Washington y mantuvo en su discurso inaugural una consecuente posición imperialista con su acostumbrado ropaje de palabras como “libertad” y “democracia”. El ultra católico Bush abogó por ayudar a otros países del mundo a «encontrar su propia voz» en el camino hacia la libertad. Sin nombrar a ningún país en especial, el líder republicano de 58 años amenazó desde las escalinatas del Capitolio a los regímenes autocráticos, y advirtió que Estados Unidos no aceptará la opresión de ciudadanos y convocó a sus aliados a cooperar. Mientras tanto la invasión en Irak ya supera los 1500 soldados norteamericanos muertos y su estrategia está entrampada frente a una resistencia iraquí unificada y empeñada por hacer de Irak un nuevo Vietnam para los Estados Unidos.

Las medidas de seguridad previstas para la ceremonia de asunción, la primera de este tipo desde los atentados del 11-S, no tuvieron precedentes. Toda la zona estuvo acordonada, más de cien bloques fueron cerrados al tráfico y unos 6.000 policías y 7.000 efectivos del Ejército prestaron servicio.

No faltaron los francotiradores apostados en los tejados y se instalaron sistemas Patriot de misiles antiaéreos. Las protestas fueron prohibidas en las inmediaciones del acto de juramentación alegando motivos de seguridad, y los miles de ciudadanos que expresaron su repudio a Bush debieron hacerlo en lugares previamente establecidos, donde no serían vistos por el presidente.

Miles de personas manifestaron en contra de la guerra en Irak durante el desfile realizado tras el acto de juramentación. Tres de ellas sufrieron heridas leves a raíz de una sustancia «irritante» lanzada durante un incidente en un puesto de seguridad del desfile.

Bush asumió su segundo mandato con un menor respaldo popular que sus antecesores que juraron un segundo período.

Según una encuesta hecha pública por el diario «The New York Times» y la cadena CBS, sólo el 49 por ciento de los consultados respaldaron al líder republicano, mientras el 46 por ciento reprobó su gestión. En cambio, Bill Clinton y Ronald Reagan comenzaron su segundo período con un apoyo ciudadano superior al 60 por ciento.

El sondeo señaló no obstante que el 60 por ciento de la gente consultada es optimista respecto de los próximos cuatro años, aunque la mayoría está preocupada por el desarrollo de la crisis en Irak.

Pero la baja popularidad del presidente Bush no se reduce al interior de su país. Una encuesta de la British Broadcasting Company, divulgada el miércoles 19, indicó que la mayoría de la población en siete países importantes tiene una opinión negativa acerca de los norteamericanos debido a Bush. La lista la encabeza Turquía con una mayoría del 72%, seguida por Francia con un 65%, Brasil con un 59% y Alemania con un 56%.

Bush pronunció la fórmula oficial del juramento, posando la mano sobre la Biblia de su familia, que ya utilizó en la ceremonia de hace cuatro años y que también empleó su padre en 1989. Según «The Washington Post», se trata de la misma Biblia que también usó su hermano Jeb Bush en las dos ocasiones en que fue investido gobernador de Florida.

En su discurso inaugural de 20 minutos, el mesiánico presidente afirmó que el “poder de la libertad” es la única posibilidad de “vencer a la violencia y las fuerzas destructoras del mundo”. Según Bush, “la libertad es la única manera de vencer a la tiranía en todo el mundo”, aunque aseguró en referencia a la heroica isla ubicada a 90 millas del estado que gobierna su hermano, que Estados Unidos no impondrá la libertad en países reticentes a ello.

“Mientras regiones enteras del mundo se hundan en el resentimiento y la tiranía, postradas ante ideologías que alimentan el odio y excusan el asesinato, la violencia continuará y se multiplicará en su poder destructivo», agregó. «La supervivencia de la libertad en nuestro país depende cada vez más del éxito de la libertad en otros países», insistió Bush con una consigna que el resto del mundo difícilmente le crea.

Bush subrayó que la tarea de defender la libertad «no es primariamente de las armas» sino que debe ser algo «elegido y defendido por los ciudadanos y sostenido por el Estado de Derecho y la protección de las minorías». Además, el mandatario con aire imperial subrayó la importancia de los aliados en esta cruzada por la libertad.

El presidente, su esposa Laura y sus hijas, las gemelas Jenna y Barbara, habían comenzado la jornada asistiendo a un servicio religioso en la iglesia episcopal de St John’s, situada a unos cien metros de la Casa Blanca. Los festejos por el inicio del segundo mandato incluyeron bailes, conciertos, recepciones y cenas financiadas con donaciones de corporaciones, lobbistas y ciudadanos privados por un valor de 40 millones de dólares. Además, muchas empresas pagarán la cuenta de sus propias recepciones durante las festividades.

El costo -el más alto de la historia para una ceremonia presidencial- ha sido muy criticado por encontrarse el país en una difícil situación con Irak y cuando el mundo se ha visto sacudido por las tremendas cifras de muertos causadas por los devastadores tsunamis del 26 de diciembre en el sureste asiático.

Nuevos polos en el “eje del mal”

En un reportaje emitido por la televisión estadounidense el mismo día de asunción, el vice presidente Dick Cheney afirmó que Iran se encuentra a la cabeza de la lista de focos de problema en el mundo. Todo país que ose desarrollarse desafiar el monopolio atómico de los Estados Unidos tiene reservado el mismo destino en el purgatorio.

Para Cheney Irán ha desarrollado «un nuevo programa atómico bastante robusto», pero aclaró que su país continuará buscando una solución diplomática para asegurarse de que estas armas no se desarrollen. «El otro problema que tenemos, por supuesto, es que Irán es un notable promotor del terrorismo», agregó

«Si mira alrededor del mundo en busca de focos de problemas potenciales, Irán se encuentra bien a la cabeza de la lista», afirmó Cheney, uno de los fuertes partidarios en la administración Bush de la guerra contra Irak. Cheney dijo que si Irán no cumple con sus compromisos internacionales para aclarar las características de su programa nuclear, Estados Unidos presionará para llevar el tema al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El mismo consejo violado por la superpotencia norteamericana cuando invadió Irak junto a Inglaterra, sin que este aprobara la operación.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se ha impuesto para su segundo mandato unas metas especialmente ambiciosas, tanto en política exterior como en la doméstica. No sorprende por tanto que el 80 por ciento de los norteamericanos no crean, según una reciente encuesta, que Bush podrá cumplirlas todas. Pero no sólo los liberales del país, sino muchos políticos de todo el mundo, temen las ambiciones de este republicano religioso de Texas de cambiar el mundo de forma permanente. Bush cree que Estados Unidos está siendo retado existencialmente, por lo que sólo una política de decisión y fuerza puede tener éxito contra la «agresión y las malas voluntades».

Influido por los atentados del 11 de septiembre de 2001, Bush abogó por la ofensiva: inició guerras en Afganistán e Irak y creó la «doctrina Bush» sobre la necesidad de una acción preventiva y ofensiva en la «guerra global contra el terrorismo» y en la lucha contra la difusión de las armas de destrucción masiva. Algo que no va a cambiar pese a que trata de reconstruir los dañados puentes con sus aliados empleando un tono más moderado.

La democratización del mundo islámico sigue siendo el centro de su «visión» de un nuevo orden mundial. Pese a toda la violencia en Irak, Bush está convencido de que allí es posible la democracia, al igual que en Afganistán. Pero la «guerra de Irak sigue siendo su destino», escribe un escéptico «The New York Times».

E incluso algunos republicanos no descartan ya un posible fracaso en el país del Golfo Pérsico. Pero Bush ya tiene otros países en su punto de mira. En un tono casi amenazador, la designada secretaria de Estado, Condoleezza Rice, describió como «reductos de la tiranía», a países como Irán, Corea del Norte, Myanmar, Cuba, Venezuela, Bielorrusia o Zimbabwe.

Bush cree estar en el camino histórico correcto, pese a que tanto dentro de su país como en el extranjero la guerra de Irak y su actuación contra los terroristas y sospechosos de terrorismo han provocado escepticismo y fuertes críticas. El moralista mandatario, que describe su fe como fuente de su manera de actuar y de pensar, está acusado de violar los derechos humanos, por ejemplo en la prisión militar de Guantánamo. Pero nada indica un cambio de rumbo en materia de política exterior o de seguridad.

Los derechos humanos del católico Bush

Amnistía Internacional (AI) pidió el día en que asumió Bush, que durante su segundo mandato se guíe «sin límites» por los derechos humanos internacionales. Durante su primer mandato, Bush «incumplió en numerosas ocasiones» su propia promesa de que serían respetados estos derechos en todo el mundo, afirmó la organización en Londres y Berlín.

«En la denominada guerra contra el terrorismo, el gobierno estadounidense sólo se atiene a los derechos humanos y el internacional cuando le conviene», dijo el experto norteamericano de Amnesty Alemania, Sumit Bhattacharyya.

El gobierno de Washington declaró permisibles las torturas y malos tratos en memorandos secretos al menos entre febrero de 2002 y diciembre de 2004. «(Estados Unidos) ha trasladado ilegalmente a gente y los ha interrogado bajo torturas y malos tratos en otros países. Mantiene detenida a gente, a veces hasta más de tres años, sin acusación, sin contacto con sus familiares o ayuda legal», agregó.

AI demanda que Bush declare públicamente la prohibición de las torturas y acepte todas las normas del derecho internacional, además de poner fin de inmediato a los malos tratos, como en Guantánamo. También reclama que ordene la investigación, por parte de organismos independientes, de los casos de torturas denunciados. Para Amnistía Internacional, todo esto no ha sucedido hasta ahora por falta de voluntad de los responsables políticos. Sin embargo, a pesar de las denuncias y el repudio internacional, todo parece indicar que el segundo mandato de Bush estará tan teñido de sangre como el primero.

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